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   La transformación del creyente y su vida como sacrificio vivo

(Romanos 12)

Romanos 12 es un capítulo clave en la carta del apóstol Pablo a los Romanos, donde ofrece instrucciones prácticas para la vida cristiana. El tema central es la transformación del creyente y su vida como sacrificio vivo. Hay que considerar que los primeros capítulos de Romanos se centran en la justificación por la fe y la salvación, mientras que a partir del capítulo 12, Pablo se enfoca en la práctica de esa fe. Son dos temas muy importantes para la vida cristiana. Este capítulo de Romanos nos ofrece una guía poderosa para vivir una vida cristiana práctica, que se caracteriza por la entrega, la humildad y el amor. Es un llamado a ser transformados por el poder de Dios y a reflejar ese cambio en nuestras relaciones y en nuestra manera de actuar en el mundo.

Romanos 12:1-2 comienza con una exhortación a presentar nuestros cuerpos como "sacrificio vivo, santo y agradable a Dios". Pablo apela a que los cristianos no se conformen a los patrones de este mundo, sino que sean transformados mediante la renovación de su mente. Esto implica una vida de sacrificio y transformación. El sacrificio vivo contrasta con los sacrificios del Antiguo Testamento, ahora se nos pide ofrecer nuestras vidas enteras a Dios. Además, se nos pide que no nos conformemos con el mundo, lo que implica rechazar las formas de pensar, a no comportarse y actuar de acuerdo al mundo, que no están alineadas con la voluntad de Dios. Finalmente, debemos renovar nuestra mente, para lograr una verdadera transformación, la que comienza desde adentro, con un cambio profundo en la manera de pensar, lo que resulta en una vida que agrada a Dios.

En Romanos 12:3-8, Pablo hace referencia a la humildad y a la unidad en el cuerpo de Cristo. Aquí, Pablo habla de la importancia de la humildad y de tener una visión correcta de uno mismo. Debemos reconocer que todos somos parte de un mismo cuerpo con diferentes dones y funciones. Debemos tener en cuenta que cada creyente ha recibido diferentes dones, como la profecía, el servicio, la enseñanza, la exhortación, la generosidad, la dirección y la misericordia. De ahí que, cada uno debe ejercer su don para el beneficio de todo el cuerpo de Cristo.

Dos temas que Pablo toca en los versículos 9-21 es el amor genuino y la conducta cristiana. El amor sincero debe ser genuino, sin hipocresía, aborreciendo el mal y aferrándose al bien. Nuestras relaciones personales con nuestro prójimo deben ser el vivir en armonía, siendo humildes, pacientes en la tribulación, generosos y hospitalarios. No debemos dar lugar al mal, en lugar de buscar venganza o devolver mal por mal, se nos exhorta a vencer el mal con el bien. Esta es una enseñanza radical de Cristo que rompe con las expectativas humanas de justicia retributiva.

En resumen, se nos llama a una entrega total a Dios, a rendir nuestras vidas completamente a Dios, en cuerpo y mente, para ser usados por Él. Se nos llama a vivir en unidad en la diversidad. Como cuerpo de Cristo, somos diferentes, pero necesitamos unos de otros. Debemos apreciar y honrar los dones que otros tienen. Por último, se nos llama a practicar un amor activo y verdadero. Debemos vivir una vida de amor auténtico que se manifiesta en acciones concretas hacia los demás, incluyendo a nuestros enemigos.

Roguemos al Señor para que podamos ser transformados por Su espíritu, viviendo una vida agradable a Dios, y sirviendo en amor a nuestro prójimo. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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