Es muy interesante saber que a partir de una cita bíblica podemos reflexionar sobre una gran y profunda verdad sobre la fe y la confianza en el Señor. El Salmo 118:8 nos dice: "Es mejor confiar en el Señor que confiar en el hombre." En estas pocas palabras, encontramos una guía divina que nos invita a poner nuestra esperanza y seguridad en Dios en lugar que en las capacidades humanas.

 

Bien sabemos que el ser humano, por naturaleza, es falible y limitado. Las promesas humanas pueden romperse, las fuerzas físicas pueden agotarse y el entendimiento puede ser insuficiente. Cuando confiamos exclusivamente en los hombres, nos exponemos a la desilusión y al fracaso. La historia y nuestras experiencias personales están llenas de ejemplos de cómo la confianza en el hombre puede llevar a la decepción. Recordemos las palabras del profeta Jeremías en 17:5: "Maldito el hombre que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor."

 

En contraste a lo anterior, la confianza en el Señor es una roca firme e inquebrantable. Dios es omnipotente, omnisciente y omnipresente. Su amor por nosotros es incondicional y su fidelidad es eterna. Cuando ponemos nuestra confianza en Él, estamos confiando en Aquel que nunca falla. El Salmo 118 es un canto de alabanza por la liberación y la victoria que Dios da a su pueblo. Nos recuerda que. en momentos de angustia, el clamor a Dios es escuchado y respondido con salvación y fortaleza.

 

Ahora bien, ¿Cómo podemos aplicar esta verdad en nuestra vida diaria? En primer lugar, debemos cultivar una relación íntima con Dios a través de la oración, la lectura de su Palabra y la adoración. Al hacer esto, fortalecemos nuestra fe y nuestra confianza en Él. En segundo lugar, debemos aprender a depender de Dios en todas las circunstancias, ya sean buenas o malas. En lugar de recurrir primero a soluciones humanas, debemos buscar la guía y la intervención divina. Finalmente, debemos ser testigos de la fidelidad de Dios, compartiendo nuestras experiencias y animando a otros a confiar en el Señor.

 

No debemos olvidar que el Salmo 118:8 nos recuerda que nuestra confianza debe estar firmemente puesta en el Señor. Él es nuestra fortaleza y nuestro refugio en tiempos de necesidad (Salmo 46:1-3).

 

Que cada uno de nosotros pueda decir con el salmista: "Es mejor confiar en el Señor que confiar en el hombre." Que esta verdad nos guíe y nos sostenga en nuestro caminar diario con Dios. Amén.