Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

   

   

   DOS CORRIENTES DENTRO DE LA FE CRISTIANA

(Josué 1:7-9)

En esta oportunidad reflexionaremos acerca de dos corrientes dentro de la fe cristiana que, aunque ambas buscan seguir a Dios, lo hacen de maneras muy diferentes: el fundamentalismo y el liberalismo. Esperamos a través de esta reflexión, poder entender mejor estos enfoques y discernir cómo Dios nos llama a vivir nuestra fe en un mundo en tinieblas y convulsionado.

En primer lugar, hay que definir ambos conceptos. El fundamentalismo, en su esencia, es un enfoque que sostiene firmemente la autoridad absoluta de la Biblia y la necesidad de adherirse estrictamente a sus enseñanzas. Este enfoque se caracteriza por una interpretación literal de las Escrituras y un rechazo a las influencias modernas que podrían diluir las verdades bíblicas. Es no permitir que el mundo invada la fe de los creyentes. La mayor preocupación es detenerse excesivamente en la reflexión bíblica, dejando de lado, en su mayoría de veces, el poner en práctica el amor al prójimo, tal como lo enseñó Jesús, y a considerar el aporte de las ciencias modernas en la reflexión.

Por otro lado, el liberalismo en la fe busca integrar la comprensión moderna, la ciencia y la razón con las enseñanzas bíblicas. Los liberales tienden a interpretar las Escrituras de manera más simbólica o contextual, considerando la evolución de la moral y el conocimiento humano. Aquí sucede lo contrario, la mayor preocupación es dedicarse a integrar la comprensión moderna, la ciencia y la razón, las costumbres culturales, las ideologías sociales de turno, con las enseñanzas bíblicas, dejando de lado, en su mayoría de veces, el poner mayor atención en la reflexión bíblica, el tener un tiempo de oración, tener un devocional personal, participar activamente en la vida de la iglesia y en los retiros organizados por ella.

En este aspecto, bien puedo decir que razón tuvo Dios al decirle a Josué: "Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:7-9).

El fundamentalismo nos recuerda la importancia de mantenernos firmes en nuestra fe y de no dejar que el mundo nos desvíe del camino de Dios. En un mundo en constante cambio, esta postura puede proporcionar un ancla segura. Sin embargo, este enfoque puede también conducir al legalismo y a una falta de apertura al Espíritu Santo, que nos llama a una comprensión más profunda y dinámica de la Palabra de Dios, en un mundo en tinieblas y convulsionado.

El liberalismo, en contraste, nos anima a usar nuestra razón y comprensión actual para aplicar las enseñanzas bíblicas a nuestra vida contemporánea. Nos llama a ser compasivos, inclusivos y a reconocer la dignidad humana en todos. No obstante, esta flexibilidad puede a veces llevar a una peligrosa dilución de las enseñanzas esenciales y a una fe que pierde su poder transformador. Es decir, llegar a un mero activismo social, a una preocupación de lo que acontece en el mundo, sin la participación activa de Dios a través del Espíritu Santo.

A esta altura de la reflexión, es vital recordar que nuestra fe no se centra en una lista de doctrinas o interpretaciones, sino en la persona de Jesucristo. Él mismo nos mostró un camino de amor, misericordia y verdad. Jesús criticó tanto el legalismo de los fariseos como la falta de fe de aquellos que buscaban solo señales y milagros sin un verdadero cambio de corazón. Él se dedicó a enseñar las verdades bíblicas y a ponerlas en práctica. Supo conciliar toda la enseñanza de las Escrituras: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Mateo 22:37-40). De ahí que, Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Ahora bien, como comunidad de creyentes, estamos llamados a vivir en unidad, incluso en medio de nuestras diferencias. El apóstol Pablo nos exhorta en Efesios 4:3 a "esforzarnos por mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz". Esto significa escuchar, respetar y aprender unos de otros, permitiendo que nuestras diferencias nos fortalezcan en lugar de dividirnos. Por tal motivo, debemos buscar la guía del Espíritu Santo en todo momento. A través de la oración y el estudio de la Palabra, Dios nos dará el discernimiento necesario y nos revelará Su verdad, mostrando cómo vivirla de manera auténtica. Finalmente, no se trata de elegir entre el fundamentalismo o el liberalismo, sino de buscar a Dios con un corazón sincero y humilde, dispuesto a ser transformado por Su amor y Su verdad.

Oremos para buscar siempre la verdad en Cristo, permitiendo que Su amor nos guíe y nos una. Que podamos discernir con sabiduría y gracia, sabiendo que somos todos parte del cuerpo de Cristo, llamado a reflejar Su luz en el mundo. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


Copyright © 2024 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.