
LO QUE DIOS DEMANDA Y PROMETE EN TIEMPO DE CRISIS
(2 Crónicas 7:14)
En este versículo bíblico encontramos una poderosa declaración de Dios dirigida al rey Salomón después de la dedicación del Templo. En este contexto, Dios está ofreciendo una promesa y un llamado a su pueblo para que vuelvan a Él en tiempos de dificultad y desobediencia. Aquí la cita bíblica: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." (2 Crónicas 7:14). Veamos lo que Dios demanda y promete en tiempos de crisis.
La primera condición que Dios establece es que Su pueblo debe humillarse. La humillación implica reconocer nuestra dependencia de Dios y nuestra propia insuficiencia. En una cultura que valora la autosuficiencia, es crucial recordar que necesitamos a Dios en todas las áreas de nuestra vida. Lamentablemente mucha gente se cree autosuficiente para realizar sus proyectos de vida, que no dependen de nadie para lograrlos. Desestiman la ayuda de Dios.
En segundo lugar, Dios llama a Su pueblo a orar. La oración es una comunicación directa con Dios, una oportunidad para confesar nuestros pecados, pedir guía, y buscar Su voluntad. La oración debe ser ferviente y sincera, no solo una rutina vacía. En toda la Biblia encontramos cómo la oración siempre ha sido eficaz. El mismo Jesús diariamente oraba a Su padre para poder realizar la misión que le había sido encomendad. Jesús le dijo a sus discípulos que todo lo que pidieran al Padre en su nombré, lo haría ((Juan 14:13). La oración debe ser nuestra disciplina diaria.
Luego, nos demanda buscar Su rostro. Esto va más allá de la oración; es un llamado a una relación íntima y personal con Dios. Buscar Su rostro significa anhelar Su presencia y desear conocer Su carácter y voluntad. Esto implica destinar un tiempo a solas para poder sentir la presencia de Dios y escuchar su voz. En un mundo apresurado, Pocas veces dedicamos tiempo para estar ante la presencia de Dios. Busquemos su presencia y dialoguemos con Él para conocer Su voluntad.
Y, por último, nos llama a la conversión de los malos caminos. El verdadero arrepentimiento implica un cambio de dirección. No basta con reconocer nuestros pecados; debemos alejarnos de ellos y caminar en la dirección que Dios ha señalado. Este es un asunto, que muchas veces lo dejamos pasar por alto o no le damos la importancia debida. Pensamos que Dios es tan bueno, que pasa por alto nuestros pecados. Esto no es así. Debemos experimentar un verdadero y sincero arrepentimiento, dejando atrás, de una vez por todas, todo aquello que nos aleja de Dios. Si no hay un verdadero arrepentimiento, no habrá bendición para nuestras vidas.
Ahora bien, estas son las demandas que Dios pide a Salomón y a nosotros hoy, para que la oración sea escuchada y atendida.
Si eso se da, Dios promete tres cosas:
Oír desde los cielos: Dios asegura que nuestras oraciones no serán ignoradas. Él no es como los hombres para mentir (Números 23:19). Esa es nuestra confianza y esperanza.
Perdonar nuestros pecados: El perdón es la restauración de nuestra relación con Dios. El apóstol Juan nos dice: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros." (1 Juan 1:8-10).
Sanar nuestra tierra: Esta promesa incluye la restauración y bendición tanto espiritual como material. Puede ser una referencia a la sanidad de la tierra física, pero también a la sanidad de nuestras comunidades y naciones. Esta es la mejor bendición que podamos recibir de parte de Dios: la restauración plena de nuestras vidas y de nuestras tierras.
Finalmente, bien podríamos resumir que la cita bíblica de 2 Crónicas 7:14 nos llama a una vida de humildad, oración, búsqueda de Dios y arrepentimiento genuino. Es un recordatorio de que Dios está dispuesto a perdonar y restaurar a aquellos que se vuelven a Él con todo su corazón. En tiempos de crisis, esta es una guía para experimentar el poder y la misericordia de Dios en nuestras vidas y comunidades.
Lamentablemente Salomón no acató estas demandas de Dios, hizo caso omiso a estas demandas, hizo todo lo contrario, no logrando obtener las bendiciones que Dios le había prometido. El pecado lo llevó a su condenación, a la división y caída de su imperio, por ende, la caída de Israel. Eso mismo, pasa con los que no atienden a las demandas de Dios para recibir sus bendiciones.
Oremos al Señor para aceptar sus demandas y recibir sus promesas, en tiempo de crisis. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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