
DESEANDO ESCAPAR DE LOS PROBLEMAS
(Salmo 55:6-8)
Quiero reflexionar sobre un pasaje poderoso del Salmo 55, versículos 6 al 8, que dice: "Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad." En estos versículos, el salmista David expresa un profundo deseo de escapar de sus problemas y encontrar descanso. Al igual que David, todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hemos compartido este mismo anhelo. Cuando enfrentamos desafíos abrumadores, conflictos internos o adversidades externas, es natural desear un refugio, un lugar donde podamos encontrar paz y alivio.
David dice: "¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría." Aquí vemos la imagen de una paloma, que es un símbolo de paz y libertad. David anhela escapar de sus problemas y encontrar un lugar tranquilo. Esta es una respuesta humana comprensible al dolor y la aflicción. Sin embargo, en nuestra búsqueda de escape, debemos recordar que nuestro verdadero refugio no se encuentra en la distancia física, sino en la presencia de Dios. Él es nuestro refugio, si habitamos al abrigo del Altísimo, moraremos bajo la sombra del Omnipotente (Salmo 91:1).
David continúa: "Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad." Él está en medio de una tormenta emocional y espiritual. Las tempestades de la vida pueden tomar muchas formas: problemas familiares, enfermedades, dificultades financieras, conflictos en el trabajo. Estas tempestades nos golpean y nos hacen sentir vulnerables y desamparados. Pero en medio de estas pruebas, debemos recordar que Dios es nuestro refugio y fortaleza, un auxilio siempre presente en la tribulación (Salmo 46:1).
Si bien es cierto que David en estos versículos expresa su deseo de escapar, en otros salmos nos recuerda que nuestra verdadera seguridad está en Dios. Por ejemplo, en el Salmo 91:1-2, nos dice: "El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré." Cuando enfrentamos tempestades, debemos dirigir nuestros corazones hacia Dios, buscando su protección y consuelo.
Una pregunta que surge: ¿Cómo podemos aplicar estos principios a nuestras vidas hoy? En primer lugar, busquemos a Dios en oración: Cuando enfrentamos dificultades, debemos acudir a Dios en oración. Él nos escucha y nos ofrece su paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:6-7); En segundo lugar, debemos tener confianza en la provisión de Dios: Confiemos en que Dios tiene un plan para nuestras vidas, incluso en medio de las pruebas. Él puede usar nuestras dificultades para fortalecernos y acercarnos más a Él. Y, por último, procuremos tener un apoyo comunitario: Busquemos el apoyo de nuestra comunidad de fe. Compartir nuestras cargas con otros creyentes puede proporcionarnos aliento y fortaleza. Ahora bien, si no es posible tener las alas necesarias para huir de las dificultades, de la tempestad, entonces usemos nuestra imaginación para volar hacia un nuevo horizonte, donde el cielo se junta con el mar, no necesitamos ningún equipaje ni nadie podrá impedirnos que viajemos a un mundo nuevo. Hacerlo no es imposible, es cuestión de despertar nuestra mente.
Para terminar, aunque el deseo de escapar de nuestras tempestades es comprensible, recordemos que nuestro verdadero refugio y descanso se encuentran en Dios. Como dijo David en el Salmo 62:7-8, "En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio."
Que el Señor nos bendiga y nos guarde, y que siempre busquemos su presencia en tiempos de angustia. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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