
DIOS NOS HA DADO ALGO MUY VALIOSO
(2 Timoteo 1:7)
En esta oportunidad meditaremos en una poderosa verdad que encontramos en 2 Timoteo 1:7. El apóstol Pablo escribe a su joven discípulo Timoteo, recordándole la fuente de su fuerza y valentía. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" Al respecto podemos decir que muchas veces la cobardía nos paraliza, nos llena de miedo y nos impide cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas. En tiempos de desafíos y pruebas, es fácil sucumbir al temor. Pero Pablo nos recuerda que este no es el espíritu que Dios nos ha dado. Sin embargo, el miedo a menudo proviene de nuestra propia inseguridad, de nuestras experiencias pasadas y de la influencia negativa del enemigo. Pero como hijos de Dios, estamos llamados a vivir en libertad, no en esclavitud al temor.
Hay que tener en cuenta que el espíritu de poder viene del Espíritu Santo que habita en nosotros. Nos da la fortaleza para superar las dificultades, para predicar el evangelio y para vivir una vida que glorifique a Dios. No es nuestra fuerza, sino la de Dios en nosotros. No estamos solos en la lucha contra las adversidades. Recordemos a David enfrentando a Goliat, a Moisés conduciendo al pueblo de Israel a través del Mar Rojo y a los apóstoles predicando con valentía a pesar de la persecución. Todos ellos operaban en el poder de Dios. Hoy en día, también tenemos muchos ejemplos de personas creyentes que operan con el poder Dios.
El amor de Dios es la base de nuestra fe y nuestra motivación para actuar. Nos capacita para amar a nuestros enemigos, servir a los necesitados y vivir en unidad como cuerpo de Cristo. Jesús demostró el amor perfecto al sacrificarse en la cruz por nuestros pecados. Nos llama a seguir su ejemplo, amando a otros como Él nos amó. Ese es nuestro desafío a cumplir.
Bien podríamos preguntarnos: ¿Qué es el dominio propio? El dominio propio es la capacidad de controlarnos a nosotros mismos, controlar nuestras emociones y acciones, bajo la guía del Espíritu Santo. El dominio propio nos ayuda a vivir de manera justa y a resistir las tentaciones. Es tener el control personal de nuestras vidas. En nuestras vidas diarias, el dominio propio se manifiesta en nuestras decisiones, en nuestra forma de hablar y en cómo tratamos a los demás. Es un testimonio de la obra de Dios en nosotros.
Por último, recordemos que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía. En su lugar, nos ha llenado con su poder, su amor y el dominio propio. Pidamos al Señor que podamos vivir con valentía, amando a Dios y a nuestro prójimo, y ejerciendo control sobre nuestras vidas para su gloria.
Que el Señor nos fortalezca y nos guíe siempre, recordándonos que con Él, no hay razón para temer. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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