
BENEFICIARIOS DEL PODER DE DIOS
(Marcos 7:31-37)
Al leer este relato de los milagros de Jesús, que no describe el evangelista Marcos, lo primero que uno hace es admirar el gran poder de Dios en favor de alguien que lo necesita en ese momento, es decir, no es una situación imaginaria ni tampoco es un sujeto abstracto. Es un hecho real y un sujeto objeto del amor de Dios. Hoy en día uno se pregunta ¿por qué no sigue sucediendo lo mismo? ¿por qué el poder de Dios no es tan manifiesto como aquellos tiempos?. Hay mucha gente que espera algo espectacular, como de película. Esperan ver a un Dios súper poderoso, un Superman o cualquier otro héroe de fantasía. Lamentablemente lo espectacular predomina sobre el hecho real.
La importancia de este relato milagroso para nuestros días es sin duda comprobar el poder de Dios, pero más lo será en la medida que podamos comprobar que ese poder de Dios está en función a la compasión y misericordia para con su Creación. Vemos como a Jesús le traen un hombre que tenía una necesidad real: ser sano; con un problema especial: sordomudo y tartamudo; ante esa situación concreta, Jesús lo sana de sus dolencias, sin exigir nada a cambio. Devolvió la alegría de ser sano a ese hombre que estaba marginado y abandonado por su comunidad. Hoy también hay muchos que necesitan ser sanados, redimidos, restaurados, tanto físicamente como espiritualmente. Sin embargo, están abandonados a su suerte, clamando al cielo por misericordia, y nadie tiene compasión por ellos. En honor a la verdad, ellos no deberían estar en esas condiciones adversas. El Señor nos ha llamado a compartir con ellos, los dones y talentos que nos ha dado. Actualmente el Espíritu Santo está derramando abundantes dones a la Iglesia, entre ellos el don de la sanidad. De ahí que todos, sin excepción alguna, somos beneficiarios del poder de Dios.
¿Cuántos hemos sido beneficiarios de este poder de Dios en nuestras vidas? ¿Cuántos hemos recibido el don de la sanidad? ¿A cuántos hemos compartido este poder de Dios para redimir y restaurar? Sin duda que el Señor nos ha dado la oportunidad de obtener este poder sanador en Su nombre y lo hace sólo por su infinita misericordia que tiene por su Creación. Actualmente el Señor sigue dando estos dones de sanidad para restaurar cuerpos sufrientes con heridas profundas, y no sólo sanidad física, sino sanidad espiritual para que puedan ser salvos. De alguna manera podemos decir que Dios sigue redimiendo la obra de su Creación. Recordemos que en un principio todo fue creado bueno, el pecado lo echó a perder todo, pero ahora en Cristo se está restaurando la hermosura de la Creación y experimentando el poder y el amor de Dios. Ahora más que nunca debemos confiar en Él y en su divino poder. Nuestra actitud debe ser la de estar en oración, clamando al Señor de la Vida que nos permita ser beneficiarios de Su poder en nuestras vidas para luego compartirlo con aquellos que necesitan experimentar el amor de Dios y su poder. Bien sabemos que Él escuchará nuestras oraciones y nos dará la vida plena, dándonos sanidad para nuestros cuerpos adoloridos; de esa manera experimentaremos la alegría de vivir de nuevo, es decir, una vida en plenitud. Muchos necesitan conocer de este Dios real y misericordioso. Su Iglesia debe estar llena de poder y estar atenta a las diversas necesidades de las personas que claman por sanidad, compasión, misericordia, justicia y perdón.
Que el Señor siga derramando Su poder en nuestras vidas y en la Iglesia, para que muchos que aún no creen Él puedan ser beneficiarios de Su gracia y de Su amor. Que cuando el Señor Jesucristo venga nos encuentre llenos de fe, de poder y compartiendo con aquellos marginados y sufrientes de nuestra sociedad. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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