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    PASANDO POR LA PRUEBA DE FUEGO

 

(Daniel 3)

 

Quien no ha leído esta historia de los tres varones que fueron echados al fuego, por orden del rey Nabucodonosor, por no postrarse a adorar la estatua de oro. A partir de esta historia, quisiera hacer una reflexión acerca de la experiencia de pasar por la prueba de fuego. El relato bíblico empieza señalando que el rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro que medía 60 codos (27 mts.) de altura por 6 codos (2.70 mts.) de ancho. Era una gran estatua de oro, muy valiosa. El rey ordenó que todo funcionario administrativo que estaba bajo su autoridad viniera para la dedicación de dicha estatua. El pregonero anunciaba a todo el pueblo que, al oír la señal de los instrumentos musicales, todos deberían postrarse y adorar la estatua, con la advertencia de que quien no lo hiciera, inmediatamente sería echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Entre los funcionarios se encontraban tres varones judíos: Sadrac, Mesac y Abed-nego, quienes estaban a cargo de los negocios de la provincia de Babilonia. El relato bíblico, nos da cuenta que todos se postraron y adoraron la estatua de oro, excepto los tres varones judíos. Esto sirvió para que algunos varones caldeos los acusaran ante el rey Nabucodonosor, que no le han obedecido, no adoran a los dioses, ni adoran la estatua de oro que había levantado. En verdad, hay que tener mucha valentía para desafiar una orden del rey, sabiendo las consecuencias que conlleva no acatarla. Esta actitud de los tres varones nos debe servir de ejemplo, ante tanto abuso de autoridad.      

 

Sin duda, que esta actitud de rebeldía por parte de los tres varones judíos, llenó de ira y de enojo al rey, ordenando que sean traídos ante su presencia. Ante ellos, el rey les preguntó si era verdad que no honran a su dios, ni adoran la estatua de oro que había levantado. Él les da una nueva oportunidad para que lo hagan, indicándoles de que, si no lo hicieran, de inmediato serían echados en medio de horno de fuego ardiendo. Más aún, los desafía preguntándoles que dios será el que los libre de sus manos. Estos tres varones judíos, sin temor alguno le responden al rey de que nos es necesario responder a su pregunta, ya que el Dios a quien sirven puede librarlos del horno de fuego ardiendo y de su mano. Así que, eso no es algo que les preocupa. Si no fuera así, de todas maneras, no servirán a los dioses, ni tampoco adorarán la estatua levantada. La fe de estos tres varones, en el Dios verdadero, quedaba de manifiesto ante el rey todopoderoso. ¡Cuánto tenemos que aprender de la fe de estos jóvenes, hoy en día!  

 

Esta rebeldía no podía quedar impune. El rey Nabucodonosor al oír las palabras y constatar la valentía de estos tres varones, se volvió a llenar de ira y su aspecto cambió en forma repentina. Ordenó que el horno sea calentado siete veces más de lo acostumbrado. Los jóvenes judíos fueron llevados atados de sus manos al horno de fuego ardiendo. Al momento de ser echados al horno, que estaba muy caliente, el fuego mató a los que habían llevado a estos jóvenes al horno. Ya en el fondo del horno de fuego ardiendo, el rey Nabucodonosor se espantó, levantándose apresuradamente para preguntar a sus servidores por qué hay cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño. Ellos respondieron que así se había hecho. Pero, el rey replicó, diciendo que había un cuarto varón semejante a un ángel. Ante ese hecho milagroso de Dios, el rey se acercó al horno lo más que pudo y les dijo a los jóvenes que salieran de ahí y vengan hacia él. Enseguida los rodearon todas las personas importantes del gobierno, y se quedaron sorprendidos al ver que el fuego no les había hecho ningún daño. No se les había quemado la piel ni el pelo, ¡y ni siquiera su ropa olía a quemado! Frente a este milagro del Dios Todopoderoso, el rey exclamó: "Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió a su ángel para salvarlos. Tanto confían ellos en su Dios, que no quisieron obedecer mis órdenes. ¡Estaban dispuestos a morir, antes que adorar a otro dios!" De inmediato decretó que todo aquel que blasfemara contra el Dios de los tres jóvenes, será descuartizado, y su casa sea convertida en un muladar. Afirmó el rey que no hay otro dios que pueda hacer lo que el Dios de estos jóvenes ha hecho. Al término de este relato se nos dice que el rey les dio a los tres jóvenes puestos aún más importantes en la provincia de Babilonia. La fidelidad y obediencia a Dios siempre trae consigo bendición.

 

Esta experiencia de pasar por la prueba de fuego, nos debe llevar a reflexionar, hoy en día, qué significa pasar por una prueba parecida. Todos los días pasamos por pruebas muy duras y hasta peligrosas. Cuando esto sucede, comúnmente solemos decir, en forma figurada, que estamos pasando por una prueba de fuego. Sin duda, que, en ningún momento, esta prueba de fuego no es similar a la que pasaron los tres jóvenes de la historia. Hay momentos en que nos toca afrontar situaciones que tienen que ver con acatar o no, una orden que va en contra de nuestros principios; realizar actos que dañan nuestra moral; adorar dioses falsos en contra del Dios verdadero. Fácilmente, mucha gente sede a estas cosas a cambio de un beneficio personal. Se postran ante autoridades corruptas y dioses falsos. Pueden conseguir muchas cosas, pero en el interior de su ser saben que no son felices y viven esclavos de sus malas decisiones por mucho tiempo. Pocos son los que resisten la tentación de postrarse ante autoridades corruptas y dioses falsos. Cuando lo hacen, les toca pasar por una prueba de fuego. Muchas veces son obligados a obedecer, a postrarse ante autoridades corruptas y dioses falsos, con la amenaza de que si no lo hacen perderán la vida, la familia, las posesiones, etc. Esto se puede apreciar en muchas partes del mundo, a nivel ético, social, económico, político, y religioso. Muchas personas, comunidades sociales y religiosas son arrasadas por resistir a doblegarse. Pero, gracias a Dios, así como estos jóvenes del relato bíblico, muchos están dispuestos a dar testimonio de su fe en un Dios Todopoderoso, no importando el sacrificio que conlleva ser fiel al Señor. Confían que Dios vendrá en su pronto auxilio, que ángeles vendrán a rescatarlos de todo peligro. Pasar por una prueba de fuego, es poner a prueba nuestra fe y lealtad a nuestro Dios. Al final, si resistimos, Dios enviará sus bendiciones. Por último, en los evangelios, encontramos el ejemplo de Judas, que no resistió la tentación de los poderosos, de traicionar a Jesús, su Señor, a cambio de unas monedas. lamentablemente, su final fue trágico. 

 

En estos tiempos, no estamos libres de pasar situaciones que pongan a prueba nuestra fe y lealtad en Dios. Cuando experimentemos pasar por la prueba de fuego, tomemos el ejemplo de estos jóvenes y pidamos al Señor su pronto auxilio. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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