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    NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA 3

 

(Génesis 50:20-21; Salmo 118:22)

 

Este refrán, tal vez, lo hemos escuchado muchas veces en boca de nuestros padres o abuelos. En verdad, es un refrán popular y antiguo que transmite una visión optimista de lo que es la realidad, ya que indica que, de una contrariedad o una mala pasada de la vida, se puede extraer algo bueno, que puede tener resultados favorables. Hoy en día, seguramente, nos ha tocado vivenciar este refrán en nuestra vida cotidiana. Hay situaciones que se dieron en contra de nosotros, para hacernos daño; sin embargo, con el tiempo, eso que era contra nosotros se convirtió en algo para bien. En las Escrituras encontramos varios ejemplos. Tomaré solo dos. Uno es el caso de José en Egipto y el otro es el sacrificio de Jesús en la cruz. Veremos cada uno de ellos.

 

La Escritura, en el libro de Génesis, nos relata la vida de José (Génesis 37.39-50). Uno de los momentos más difíciles de José, hijo de Jacob, fue cuando sus hermanos lo vendieron como esclavo a una caravana de mercaderes madianitas y éstos lo vendieron a un funcionario egipcio (Génesis 37:27-28.36). Los hermanos de José pensaron que con ese acto se librarían de José y de las consecuencias de sus sueños. En verdad, fue un gran daño que hicieron contra José. Pero Dios estaba con José y lo acompañaba en todo momento de su estadía en Egipto. Pasó momentos muy difíciles, de tentaciones, de pruebas y de aflicción. Fue a parar a la cárcel. Sin embargo, Dios tenía un plan para José. Faraón al ver que José tenía el espíritu de Dios, lo puso como gobernador de todo Egipto, siendo ya de treinta años. Cuando se produjo los siete años de hambruna, vinieron los hermanos de José a comprar alimentos, debido a la gran hambruna que había en toda la tierra. En esa circunstancia José los reconoce y no les dice nada. José los pone a prueba hasta que se da a conocer a sus hermanos. Luego les pidió que trajeran a su padre y a su familia a Egipto. Antes de morir, José les dijo a sus hermanos que lo que ellos pensaron mal contra él y hacerle daño, Dios lo encaminó para bien, haciendo que mucha gente se mantenga en vida, inclusive a ellos mismos y a sus hijos. En este caso, en la persona de José, el refrán se hizo realidad: "No hay mal que por bien no venga"

 

El otro ejemplo es lo que está escrito en el Salmo 118:22: "La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo" (RV1960); "La piedra que rechazaron los constructores del templo es ahora la piedra principal" (TLA). Jesús repite estas mismas palabras ante los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mateo 21:42a). Sobre este tema es bueno tener en cuenta lo que afirma Wlliam Barclay, en su Comentario al Nuevo testamento, Volumen 2, Mateo II: "En un principio el salmista se refería en esta figura a la nación de Israel; que era la nación despreciada y rechazada. A los judíos los odiaba todo el mundo. Habían sido siervos y esclavos de muchas naciones; pero, a pasar de todo, la nación que despreciaba todo el mundo era el pueblo escogido de Dios. Ahora, puede ser que los hombres rechazaran a Cristo, y le negaran, y trataran de eliminarle; pero llegará el día cuando descubran que el Cristo que rechazaron es la Persona más importante del mundo y de la Historia. El emperador romano Juliano el Apóstata trató de retrasar el reloj, de desterrar el Cristianismo y reinstaurar los viejos dioses paganos. Falló en toda la línea; y al final, un autor dramático le hace decir: «El desplazar a Cristo del pináculo más alto de la Historia no estaba a mi alcance.» El Hombre en la Cruz, ha llegado a ser el Juez y el Rey de todo el mundo. Ahora bien, la idea detrás de esto es que todas las figuras del Antiguo Testamento acerca de una piedra se resumen en Jesucristo. Jesús es la piedra fundamental sobre la que se construye todo, y la piedra angular que mantiene unido todo el edificio. Que el rechazar Su camino es golpear la cabeza contra los muros de la Ley de Dios. El desafiarle es a fin de cuentas quedar desintegrado" El refrán en cuestión muy bien se aplica a la persona de Jesucristo. Los enemigos de Jesús pensaron librarse de él, llevándolo a la cruz, pero bien sabemos que es la sangre de Cristo, derramada en la cruz, la que nos libera, tenemos redención, y el perdón de pecados, según la riqueza de su gracia (Efesios 1:7).

 

Hoy por hoy, cuántas veces nos ha tocado vivir situaciones injustas, de dolor, de sufrimiento, de infamia, por parte de personas que han querido hacernos daño, injustamente, lo que nos ocasiona tristeza y dolor. En esas circunstancias, viene alguien y nos dice este refrán, sentimos en ese momento consuelo para seguir preparándonos y seguir trabajando por alcanzar el objetivo que se quiere alcanzar y sin perder el optimismo. En otras palabras, lo mejor está por venir. De ahí que algunas desdichas se pueden convertir en buenas noticias o grandes logros que no nos habíamos imaginado. De pronto, aparece una mejor oportunidad o se toman en cuenta circunstancias que antes no se habían considerado y que a futuro podían generar dificultades. Un ejemplo muy común hoy en día es cuando tenemos una entrevista de trabajo, asistimos a ella con mucho optimismo, lamentablemente no logramos tener el puesto de trabajo. Ante ello, sentimos una gran frustración. Pero, por la tarde recibimos una llamada de otra oferta de trabajo, vamos a la entrevista, y tenemos un mejor resultado. Obtenemos el puesto de trabajo y con mejores beneficios laborales. En ese momento podemos decir: “Cuando una puerta se cierra, otra se abre”; “Por uno que se pierde, diez aparecen”.

 

Por último, debemos aclarar que este refrán no nos está diciendo que todo mal produce un bien, por el contrario, lo que quiere expresar es que de lo malo pueden surgir cosas mejores. Como vimos en el caso de José, lo que, en un principio, lo que le hicieron sus hermanos, se consideró como algo dañino contra su persona, al final se convirtió en una bendición para ellos y para toda la humanidad. Lo mismo, podemos decir en la persona de Jesús. Lo que sus enemigos, sacerdotes, escribas y fariseos, hicieron en contra de Jesús, llevándolo a la cruz, al final, su muerte se convirtió en salvación para toda la humanidad. Estos ejemplos nos deben llevar a reflexionar, que no siempre lo malo es eterno. Si tenemos fe en Dios y clamamos a él, aquello malo se puede convertir en una gran bendición. Si algo no nos sale bien al principio no debemos sentirnos derrotados, ni echarle la culpa a Dios por lo que nos está pasando. Debemos poner en las manos del Señor dicha dificultad para que la transforme en bendición. Muchas veces las dificultades, las pruebas, tienen un propósito que solo Dios lo sabe. Al pasar por esas pruebas, debemos estar firmes para resistirlas; porque cuando la hayamos resistido recibiremos la corona de vida, que Dios nos ha prometido. No le echemos la culpa a Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie (Santiago 1:12-13).

 

Qué el Señor nos anime a resistir toda tentación o prueba; que podamos tener la esperanza de que, con la ayuda de Dios, todo aquello se revertirá para bien. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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