
BAJO LA COBERTURA DE DIOS
(Hechos 16:31; Filipenses 4:19; 1 Juan 5:15)
En la Sagrada Escritura existen una gran cantidad de citas bíblicas que nos hablan de la protección de Dios, de su cobertura. En esta oportunidad quisiera compartir tres textos bíblicos, que sintetizan lo que estamos mencionando. En realidad, son tres promesas, que las considero muy importantes para nuestra vida cristiana. Una es, acerca de la salvación; la segunda, sobre la provisión para nuestras necesidades; y la tercera, Dios escucha nuestras oraciones. Estas tres promesas son esenciales en nuestra vida de fe. De esta manera, entendemos que la protección de Dios se da en estos tres aspectos: salvación personal y familiar, provisión para nuestras necesidades, y Dios oye nuestro clamor en todo momento. En mi experiencia personal, puedo decir que en estas tres promesas he visto la cobertura de Dios. Sin duda que hay muchos otros textos sobre este asunto, pero siento que estos textos en referencia, son los más importantes para nuestra vida de fe. Reflexionaremos acerca de estas tres promesas de Dios.
Acerca de la salvación (Hechos 16:31).- Este texto bíblico nos hace referencia de un encuentro del apóstol Pablo y de Silas, con un carcelero. El carcelero se quiere suicidar porque cree que los presos han huido de la cárcel, al producirse un fuerte terremoto. Es de conocimiento, que, si a un carcelero se le escapaba un prisionero, pagaba con su vida la huida del preso. Sin duda, que el carcelero está desesperado y no tiene otra alternativa que quitarse la vida con su espada. En esa situación interviene el apóstol Pablo para gritarle que no se haga ningún mal, ya que nadie ha escapado de la cárcel. Al comprobar el carcelero lo que el apóstol Pablo le había dicho, se quedó admirado de ese hecho, y temblando se postró a los pies de Pablo y de Silas. Ante esta situación sorprendente, el carcelero los saca del calabozo y les pregunta: ¿Qué debe hacer para ser salvo? Aquí empieza la nueva historia del carcelero. Considera que es un milagro de Dios lo acontecido. Él había escuchado a Pablo y Silas hablar de Dios, los había oído cantar himnos a Dios. Este varón estaba convencido que era la intervención de Dios que había producido el gran milagro de que los presos no huyeran de la cárcel. Ahora su vida estaba a salvo, pero sentía en lo profundo de su ser que algo más le faltaba para ser feliz. Ante la pregunta del carcelero, Pablo y Silas le responden con una promesa, que, si cree en el Señor Jesucristo, será salvo, y no solo él, sino su familia también. Los versículos 32 y 33 nos informan que Pablo y Silas le predicaron la palabra del Señor a él, a su familia, y a los que estaban en su casa. Luego, todos fueron bautizados, sintiendo regocijo por haber creído en Dios. La salvación había llegado a toda la casa. Es una salvación comunitaria y personal.
Esta experiencia de salvación nos confirma la promesa de Dios, de que, si creemos en el Señor Jesucristo, y le aceptamos como nuestro Señor y Salvador, seremos salvos, no solamente nosotros, sino nuestra familia y los que viven en nuestra casa, también. Ahora en adelante, viviremos bajo su protección, su cobertura. Ya no viviremos a la aventura, a la deriva, ahora nuestra vida tiene un propósito. La alegría de la salvación es una realidad, es una promesa cumplida de parte de Dios. No hay nada más que hacer para vivir una vida en plenitud. Solo la salvación puede darnos esa alegría de ser salvos y vivir bajo la cobertura de Dios. Por eso, solo por la fe el justo vivirá (Romanos 1:16b; Habacuc 2:4). El carcelero creyó en el poder de Dios, aceptó a Jesús como su Señor y Salvador, y se salvó con toda su casa. Quedó bajo la cobertura de Dios.
Sobre la provisión para nuestras necesidades (Filipenses 4:19).- El apóstol Pablo en su carta a los filipenses da a conocer que Dios provee lo necesario para nuestras necesidades. Da cuenta que él ha sabido soportar situaciones de escasez y de abundancia. Está preparado para pasar cualquier circunstancia, ya que todo lo puede en Cristo que lo fortalece. Pablo da un testimonio de cómo Dios suple las necesidades. Esta es otra promesa de Dios, que él suplirá todo lo que nos falte, gracias a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. No hay mejor testimonio que el del apóstol Pablo. Bien sabemos todas las penurias que sufrió a lo largo de su ministerio de predicar la palabra de Dios. En cada circunstancia, sea de escasez o abundancia, Dios siempre estuvo con él. Es decir, bajo su protección, su cobertura. Pablo está agradecido a Dios y a la comunidad de los filipenses por suplir sus necesidades.
Esta promesa de Dios es vital para nuestra sobrevivencia. Muchas veces pasamos momentos diferentes en nuestro diario vivir. Hay momentos en que pasamos una etapa de prosperidad, de abundancia; sentimos la dicha de tener los recursos necesarios para vivir una vida de prosperidad. En esa situación debemos ser agradecidos a Dios que nos permite ese tiempo de prosperidad. Sentimos la protección de Dios, su cobertura. Sin embargo, debemos tomar nota del ejemplo de los filipenses, que estuvieron solícitos a las necesidades de Pablo. Sin duda que era una comunidad de fe bendecida por el Señor y ellos compartían lo que Dios les proveía. De la misma manera, nosotros también debemos ser agradecidos con Dios por sus riquezas y compartir con los que padecen necesidades.
Pero también, debemos tener en cuenta que hay momentos de necesidad, de escasez, que no se tiene los recursos necesarios para sobrevivir. En esta situación, debemos tener en cuenta la experiencia de Pablo, que ha sabido tener escasez y ha sabido soportarla. Ha sabido vivir humildemente, ha pasado hambre; pero que en todas las circunstancias adversas ha estado preparado para sobrellevarlas, confiando en Dios, quien suplirá todo lo que le falte. No es fácil pasar necesidad o escasez, pero en todo ello, debemos tener fe en que Dios ha de suplir todo lo necesario, debido a que estamos bajo su protección, su cobertura. Esta es una promesa de Dos que siempre se cumple, a pesar de las circunstancias de pobreza, escasez o necesidad. Dios nunca nos abandona, así lo confirma el rey David, cuando dice que hubiera desmayado, si no creyera que verá la bondad de Dios en la tierra de los vivientes (Salmo 27:13); además, dice que él fue joven y ha envejecido, y no ha visto justo desamparado, ni que su descendencia mendigue pan (Salmo 37:25). De ahí que podemos afirmar que el creyente está y vive bajo la cobertura de Dios, siempre.
Dios escucha nuestras oraciones (1 Juan 5:15).- Esta tercera promesa de Dios es una garantía de que el Señor nos escucha, oye nuestras oraciones, nuestras plegarias. No es ajeno a nuestras necesidades. Él es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (Salmo 46:1). Jesús dijo a sus discípulos que pidan y se les dará; que busquen y encontrarán; que llamen y se les abrirá (Mateo 7:7). También dijo que cuando vayamos a orar, entremos a nuestro aposento y con la puerta cerrada, oremos al Padre que está en secreto, y que Él nos recompensará en público (Mateo 6:6). Estas son unas cuantas afirmaciones de que Dios siempre nos oye, y que atiende cualquier cosa que le pidamos. Además, lo que hemos pedido, Dios ya lo tiene preparado en sus manos. Solo queda esperar su respuesta. Esta es una gran promesa de Dios, que nos alienta a seguir confiando en Él y no dudar. Una vez más, decimos que todo eso es posible, porque estamos bajo su protección, bajo su cobertura.
Es bueno tener en cuenta el testimonio del rey David, cuando dice que pacientemente esperó a Dios y Él se inclinó hacia él, oyó su clamor, lo sacó del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso sus pies sobre peña y enderezó sus pasos (Salmo 40:1-2). David quedó bajo la cobertura de Dios y quedó protegido de todos sus enemigos. De la misma manera, debemos tener la misma actitud de David, saber esperar pacientemente la respuesta del Señor, que vendrá en cualquier instante. Si tenemos la protección de Dios, estamos bajo su cobertura, nada ni nadie nos podrá hacer daño. Somos más que vencedores en Cristo Jesús (Romanos 8:37).
Gracias Señor por tus promesas, que son verdaderas y eternas, que nos permiten vivir nuestra vida de fe, cualesquiera sean las circunstancias, bajo tu protección, tu cobertura. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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