Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

   

   

    EL PROCESO DE LA SALVACIÓN

 

(Mateo 7:13-14.21)

 

Muchas veces se ha escuchado que Dios tiene un plan de salvación para cada uno de nosotros. Y en ese sentido, muchos predicadores predican la Palabra manifestando que Dios tiene un plan de salvación, y que, para obtenerla, basta con aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador. Hasta aquí, está bien este primer paso para el proceso de la salvación. Muchos dan este primer paso y ya se consideran salvos, debido a que todos sus pecados han sido perdonados por el Señor. Lamentablemente, ignoran que la salvación es un proceso para alcanzarla plenamente. Piensan que ya no hay nada más que hacer, ya que ahora son salvos. Pero bien sabemos, que no basta aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, hay que iniciar un proceso para vivir la salvación plena. En muchos de los casos, esto es ignorado, y no están advertidos que hay que continuar con el proceso de la salvación. De ahí que podemos ver cómo muchas personas dan este primer paso y luego siguen viviendo en pecado. Este asunto es un grave error que se comete en la mayoría de los nuevos creyentes. Hay que tener en cuenta las palabras de Jesús: "Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran. No todos los que me dicen: 'Señor, Señor', entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial" (Mateo 7:13-14.21). 

 

Dada la situación y con el ánimo de ayudar a los nuevos creyentes, quisiera compartir el camino a seguir en el proceso de la salvación. Si uno tiene en cuenta el Plan de Salvación de Dios, se podrá ver que hay un proceso bien definido para vivir plenamente la salvación. Veamos brevemente dicho Plan. En primer lugar, las Escrituras nos dicen que Dios ha amado al mundo, y que envió a su Hijo para que todo que en él crea no se pierda, sino tenga vida eterna (Juan 3:16). Jesús reafirma esta voluntad de Dios al decir que él ha venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:10b). A partir de ahí, se pide a la persona que escucha esta voluntad de Dios, que pida perdón al Señor por sus pecados y que sea salvo. Luego del arrepentimiento, se le invita a la persona a aceptar a Jesús como su Señor y Salvador. Luego se le dice que debe crecer en la fe y ser discípulo del Señor. Para ello es necesario congregar en una iglesia. Finalmente, se le dice que ahora es una nueva persona y que debe permanecer fiel al Señor y hacer su voluntad, resistiendo toda tentación del diablo. También se le dice, que para poder resistir toda prueba o tentación debe tener en cuenta que todo el que ha nacido de Dios vence al mundo, por medio de la fe (1 Juan 5:4).     

 

Ahora bien, el nuevo creyente debe iniciar el proceso de la salvación. Pero resulta, que hay situaciones a su alrededor que no han cambiado, los problemas sociales generan angustia y desesperación, la maldad está por todas partes, la violencia familiar va en crecimiento, la falta de empleo es cada vez más crítico, la corrupción está en todas partes, la inestabilidad política cada vez más se acrecienta, la prostitución sigue su curso, la explotación de niños y mujeres es una triste realidad, hay situaciones de discriminación social, etc., etc. Ante esta problemática social, el nuevo creyente debe afrontar todas las adversidades para poder vivir en plenitud su salvación. Si las condiciones sociales no cambian, el reto de vivir una vida en plenitud, generada por la salvación, será una tarea titánica a realizar. Entonces, nuestra reflexión, advierte que no basta aceptar al Señor para un cambio de vida, si las condiciones sociales no cambian también. Éstas deben cambiar radicalmente para permitir la vivencia de una vida en plenitud a partir del Evangelio. De lo contrario, la salvación es incompleta. Y aquí está el gran problema del proceso de la salvación.  

 

Daremos algunos ejemplos al respecto, sabiendo que existen otros más. Una mujer prostituta, se convierte y hace su decisión de aceptar a Jesús como su Señor y Salvador. Al volver a casa, le esperan sus hijos, que aún no han comido, no cuenta con recursos, dependía de lo que ganaba en la prostitución. Ahora debe buscar una fuente de ingreso distinta, buscar un trabajo. Lamentablemente, no tiene un currículo para conseguir un empleo. La gente del barrio la mira con indiferencia, no son capaces de darle una mano, para resolver el problema del hogar. La iglesia a donde ha sido invitada a asistir no tiene espacios para que ella se desenvuelva transitoriamente, hasta conseguir un trabajo. Ella ha cambiado, pero las estructuras sociales no. Entonces, se produce una crisis en el proceso de la salvación. ¿Qué hacer ahora? Otro ejemplo, un ladrón se ha convertido al Señor y ha dejado de robar para vivir plenamente su salvación. Ahora, busca un empleo para reiniciar su vida. Por desgracia, por sus antecedentes policiales, ningún empleador quiere darle un puesto. Él tiene una familia que mantener. Las condiciones sociales no han cambiado, siguen igual hasta antes de su conversión. Nadie quiere ayudarle. La gente lo discrimina. La iglesia a la cual ahora congrega, no puede ayudarle a conseguir un empleo. Hay una crisis en el proceso de salvación. ¿Qué hacer? Por último, un homosexual escuchó la palabra de Dios y decidió arrepentirse y entregar su vida al Señor. Dio este paso de fe. Dejó de practicar la homosexualidad. Espera reintegrarse a la sociedad, vivir plenamente, vivir de su profesión. Sin embargo, la sociedad no acepta su nueva condición de vida, le saca en cara su anterior condición, no le perdona nada. Por donde va, se enfrenta a la burla y al desprecio. No hay lugar para él en la sociedad. La iglesia donde asiste, no acepta plenamente su participación como miembro de la misma. Sus modales amanerados, sus gestos y forma de hablar, no le ayudan para ser aceptado plenamente como parte de la iglesia. ¿Qué hacer ahora?

 

Estos tres ejemplos, son de la vida cotidiana, tal vez los más críticos. Existen otros casos más. Lamentablemente, en este espacio, es imposible detallar otros ejemplos. Como se verá, las personas que están viviendo en pecado, al escuchar la palabra de Dios, que señala que Dios puede perdonar sus pecados, dan un paso decisivo de arrepentimiento y aceptan a Jesús como su Señor y Salvador. A partir de esa decisión, son considerados como nuevas criaturas y discípulos del Señor. En verdad, esas personas han cambiado sus vidas y esperan vivir su salvación en forma plena. Confían en que el Señor los acompañará en el proceso de la salvación. Sin embargo, el entorno en que viven no ha cambiado y no permite la inclusión de ellos en su nueva faceta de vida. Más aún, la iglesia donde congregan no tiene las condiciones para brindarles un espacio para que desarrollen su nueva vida espiritual. Entonces, la decisión de cambiar sus vidas dejando todo aquello que representó pecado, se ve en peligro al no encontrar las condiciones favorables para vivir la salvación en plenitud. Las dificultades, las necesidades, las tentaciones, la falta de acompañamiento y ayuda en el proceso, las adversidades que tiene que afrontar, la incomprensión de su entorno familiar y eclesial, debilitan la fe del nuevo creyente. Algunos, resisten y pelean la buena batalla por fe, esperando el pronto auxilio del Señor; pero otros no, sucumben ante las adversidades y falta de oportunidades, volviendo a su mundo anterior. De ahí que, no basta aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador para vivir plenamente la salvación, vivir en santidad, es necesario que también las condiciones sociales de pecado, de corrupción y de muerte, cambien. De ahí que, la Iglesia debe levantar su voz profética para que esta realidad social sea transformada por el poder del Evangelio y permitir vivir una vida en santidad para todos.                                 

 

Que el Señor nos ayude a apoyar y acompañar a los nuevos creyentes en el Señor, para. que puedan vivir plenamente la salvación. Que nuestra voz profética contra toda situación de pecado, corrupción y de muerte sea desterrada por el poder y la acción del Espíritu Santo. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


Copyright © 2023 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.