
EL ARREPENTIMIENTO DE JUDAS
(Mateo 27:3-5)
Judas Iscariote fue uno de los discípulos de Jesucristo. Sus padres fueron Simón Iscariote (Juan 6:71) y Ciborea Iscariote, natural de Judea. Los evangelios no dan información sobre su llamado por Jesús, ni cuando se unió a los apóstoles. Solo el Evangelio de Juan menciona que Judas era el tesorero del grupo, era ladrón y se apropiaba de lo que se echaba en la bolsa (Juan 12:6). Como se podrá apreciar Judas no tenía una buena fama dentro del grupo de discípulos. Él estaba dispuesto hacer cualquier cosa, con tal de ganar más dinero. El Evangelio de Lucas señala que Satanás entró en Judas para tentarlo e ir donde los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia para entregar a Jesús (Lucas 22:6). Aquí empezó la desgracia de Judas. Satanás siempre está al acecho, aprovechando cualquier debilidad para tentarnos y hacernos pecar contra Dios. Jesús mismo fue tentado por Satanás, en su momento de prueba en el desierto, pero fue derrotado (Lucas 4:1-13). Satanás nunca cesa de acosarnos. Si bien es cierto que se apartó de Jesús por un tiempo, sin embargo, volvió al ataque, utilizando a Judas para hacerlo caer. Así actúa Satanás.
Según los cuatro evangelios, Judas guió a los guardias para arrestar a Jesús. Los llevó al Monte de los Olivos, lugar donde Jesús estaba, y les dio como señal, el dar un beso en la cara a Jesús (Lucas 22:39-47). La traición de Judas tuvo un precio, fue recompensado por treinta monedas de plata (Mateo 26:15). Como resultado de la traición, Jesús fue arrestado y llevado al Sumo sacerdote Caifás, con él estaban los reunidos los escribas y los ancianos (Mateo 26:57). Luego va a suceder un hecho muy importante en la vida de Judas, que los Evangelios de Marcos, Lucas y Juan, no le dan importancia y no lo mencionan; es el arrepentimiento de Judas. Solo el Evangelio de Mateo lo da a conocer. Él al ver que Jesús, su Maestro, era condenado, se arrepintió y decidió devolver las monedas entregadas, a los principales sacerdotes y a los ancianos. Pero, ellos no quisieron recibir dichas monedas, y Judas las tuvo que tirar al suelo del templo. Judas reconoció que había pecado al entregar a un hombre inocente, y se los hizo saber a ellos, pero ellos se burlaron de él, diciendo que no les importaba lo que había hecho y que ese era su problema (Mateo 27:3-4). Judas no pudo resistir a la voz de su conciencia, estaba solo, se habían burlado de él, lo habían utilizado para apresar a Jesús y luego matarlo. Ante esta situación, decidió suicidarse, ahorcándose (Mateo 27:5).
Ahora bien, es bueno detenerse un momento, para reflexionar acerca de la persona de Judas. Hay preguntas que surgen en torno a su condición de discípulo de Jesús, sobre la decisión de entregar a Jesús, y también sobre su actitud de arrepentimiento. Llama la atención que los evangelios no den información sobre su llamado hecho por Jesús, ni cuando se unió a los apóstoles. Pareciera que era un personaje de no muy alta estima. Tenía una mala costumbre de apoderarse del dinero que se recolectaba, en su condición de tesorero del grupo de discípulos. Solo el Evangelio de Juan da a conocer esta situación. Si Judas era un discípulo de Jesús, por qué entonces no tenía una conducta de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. Y tal vez, la pregunta más resaltante es acerca del arrepentimiento de Judas. ¿Por qué no se da importancia a esta actitud de Judas? A Judas se le conoce más como el que traicionó a su Maestro a cambio de unas monedas, y no, de su arrepentimiento del pecado cometido. Tampoco se destaca la influencia, la tentación, de Satanás sobre él.
Quisiera detenerme sobre tres situaciones que muy poco se reflexiona en torno a la persona de Judas. No se trata de realzar la persona de Judas, sino ver en él a un discípulo que cayó en desgracia, que se arrepintió, que a nadie le importó este hecho, y al encontrarse solo y burlado, tomó la decisión de suicidarse. Una primera situación, es el hecho de que Judas había sido llamado por Jesús para ser parte del grupo de discípulos, pero que él no había tomado en serio este llamado, por lo tanto, daba rienda suelta a su codicia de robar el dinero recolectado. ¿Lo sabía Jesús? Claro que sí. Tal vez esperaba que Judas cambiaría con el tiempo, como lo hicieron los otros discípulos. La segunda situación, es el hecho de la presencia de Satanás en la vida de Judas. Satanás había sido vencido por Jesús en el desierto, no contento con ello, decidió tentar a uno de los discípulos más débiles, Judas. Satanás sabia de la debilidad de Judas, de su codicia por el dinero. De ahí que, tienta a Judas para entregar a Jesús en manos de los principales líderes religiosos. Satanás no dudó en hacer caer a Judas. Aquí, Satanás pasa desapercibido. La tercera situación, es el arrepentimiento de Judas y la no atención pastoral de los líderes religiosos. Judas sintió en lo profundo de su ser que había pecado, que había traicionado a su Maestro, que había dado lugar a su codicia. Es bueno anotar que él no quería quedarse con el dinero recibido. Tal vez, sintió un profundo dolor en su corazón sobre la traición. Decide devolver ese dinero mal obtenido, a los sacerdotes, pero éstos no lo quieren recibir y se burlan de su arrepentimiento. No les interesa la situación de Judas, indicándole que ese asunto era su problema y no el de ellos. Se quedó solo, traicionado y burlado. Ellos no tuvieron compasión, ni piedad, por su arrepentimiento. Eran líderes religiosos que estaban al frente de una alma perdida y arrepentida. No hubo en ellos, ninguna actitud y acción pastoral para con él. Finalmente, al no tener a nadie que lo consuele y lo perdone, decidió suicidarse. Partió a la presencia de Dios en actitud de arrepentimiento. En los brazos del Señor debe haber encontrado consuelo y paz para su alma atormentada. Lamentablemente, esta actitud de Judas, no es considerada en la mayoría de las reflexiones sobre su vida.
Que el Señor nos ayude a reflexionar sobre la vida de este discípulo de Jesús. Que nos libre de toda tentación, que Satanás no tenga lugar en nuestras vidas, y que podamos ayudar a quien está pasando por momentos difíciles o de pecado. Que seamos instrumentos de salvación en todo tiempo y lugar. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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