
DIOS TARDA, PERO NUNCA OLVIDA
(Números 27:12-14; Mateo 17:1-3)
Cuántas veces hemos orado, suplicado, clamado, al Señor por un milagro o un favor, sin embargo, la respuesta no ha sido inmediata. Hay muchas personas que no quieren creer en Dios, porque no respondió a sus oraciones. No quieren ilusionarse en pedir a Dios por un milagro o favor, porque creen que Dios no les responderá en su momento. Muchos viven con esta frustración en el interior de su ser, no creen que Dios puede tardar, pero que nunca se olvida de las oraciones hechas. Lo que podemos decirles a estas personas, es que Dios si escucha las oraciones, pero, según su voluntad, las tiene en compás de espera, porque está preparando algo mejor. Dios no siempre actúa de inmediato, su respuesta puede tardar un tiempo. En las Sagradas Escrituras hay casos en que Dios no siempre ha respondido en forma oportuna, sino, cuándo Él lo ha considerado oportuno. Por ejemplo, a Abraham Dios le prometió tener un hijo, sin embargo, la promesa no se cumplió de inmediato, sino, después. José era un siervo fiel de Dios, pero fue llevado esclavo a Egipto por sus hermanos. Pasado un buen tiempo, Dios no se olvidó de José ni de sus oraciones en la cárcel. Dios escuchó a José y después de un buen tiempo, lo puso como administrador de Egipto y auxilio para su familia. El pueblo de Israel pasó en cautiverio por cuatrocientos años en Egipto, sin embargo, Dios no había olvidado las oraciones y súplicas de su pueblo, llegado el momento, llamó a Moisés para liberar a su pueblo de la esclavitud. Hay muchos otros ejemplos en las Sagradas Escrituras.
A muchos nos cuesta aceptar la voluntad de Dios, más aún, si ésta tarda en realizarse. Queremos recibir bendición de Dios, sin poner nada de nuestra parte. Esperamos sentados que Dios responda a nuestras oraciones. No hacemos nada para conseguir lo que estamos necesitando. En muchos casos, Dios quiere que pongamos de nuestra parte, que nos esforcemos por trabajar para lograr lo deseado. Lamentablemente, hay muchas personas que tienen esta actitud frente a Dios. Cuando Naamán estaba enfermo de lepra, y quería que Eliseo lo sanara, le fue solicitado que se lavara los pies siete veces en el río Jordán, después de cumplir con lo solicitado Naamán fue restaurado, sanado de su lepra. Él tuvo que poner de su parte para recibir el favor de Dios (2 Reyes 5:1-14). Cuando los leprosos le pidieron a Jesús que los sanará de la lepra, Jesús les pidió que primero vayan a los sacerdotes, mientras cumplían lo pedido por Jesús, fueron sanados. Ellos pusieron de su parte, obedecieron al Señor. De esa misma manera, Dios quiere que pongamos de nuestra parte, que nos esforcemos por cumplir su voluntad, que le obedezcamos, que tengamos la actitud de saber esperar Su tiempo. Dios tarda, pero nunca olvida.
Un hecho que debe llamarnos la atención es el caso de Moisés. A él, Dios le había dicho que llegaría a la Tierra Prometida. El deseo de Moisés era lograr posesionarse en el Canaán, pero resulta que Dios le dice que no entrará en ella. Solo se le permitía mirarla de lejos (Números 27:12-14). ¡Que frustración para Moisés! Tanto esfuerzo, tiempo y luchas en el desierto, para no lograr entrar a la Tierra Prometida. Dios tenía un propósito para con él. Resulta que cuando Jesús se transfiguró delante de Pedro, Jacobo y Juan en el monte, aparecieron en ese lugar Moisés y Elías (Mateo 17:1-3). Ahí está Moisés en la Tierra Prometida, después de miles de años. Dios no se olvidó del deseo de Moisés. Ahora está con el Mesías prometido y con Elías. De ahí que, muchas veces no entendemos los propósitos de Dios para nuestras vidas y nos desesperamos al no tener respuestas inmediatas de parte de Él. Dios tarda, pero nunca olvida.
Hay un refrán popular que dice: "El que espera desespera" A mucha gente le pasa lo mismo, inclusive a nosotros mismos. No sabemos esperar la voluntad de Dios. Queremos que las cosas se den en el momento. Nos desesperamos si la respuesta de Dios tarda. Pensamos que Dios debe responder al instante nuestra oración. No consideramos que Dios tiene su tiempo y que todo está bajo su control, aún nuestras necesidades. Al entrar en desesperación comenzamos a caer en la tentación de dudar sobre su existencia, de su poder y de su soberanía en nuestras vidas. No hay la capacidad de resistir la situación o prueba que estamos pasando, hasta que el Señor se manifieste y responda. En otros casos, se prefiere alejarse de su presencia y comenzar a hacer lo que queremos, sin la ayuda de Él.
En la experiencia de la vida cristiana, podemos notar que, en un momento, Dios actúa de inmediato, su repuesta es oportuna. En otros casos, la acción y respuesta de Dios puede tardar, horas, días, meses, años, o siglos. En cada situación, lo cierto es que Dios responde a nuestras oraciones, tarde o temprano. No siempre entendemos la voluntad de Dios. Quisiera compartir un testimonio de una hermana en la fe. Ella había puesto en venta su casa, debido a que necesitaba el dinero urgentemente. Nadie estuvo interesado por la casa. Ella oraba todos los días al Señor para que la casa fuera vendida. Al cabo de cinco años, la municipalidad donde vivía, decidió ensanchar la avenida donde ella vivía. Había que expropiar para poder ampliar la avenida. Resulta que la propuesta para expropiar su vivienda era cinco veces más del valor de venta. Ella ante esa propuesta, dio gracias a Dios porque ahora podía tener el dinero y con un valor mayor. Comprendió que Dios puede tardar, pero nunca olvida.
Que podamos tener la actitud de esperar la respuesta de Dios, que tengamos la paciencia para aceptar la voluntad de Dios. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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