
LA FE DE LOS NIÑOS COMO DESAFÍO PARA UN MUNDO INCRÉDULO
(Mateo 19:13-15)
En las Sagradas Escrituras existen muchos ejemplos de la fe de los niños. En el Antiguo Testamento, los niños son un regalo y una bendición. Los padres tenían la obligación de su educación, incluyendo la fe en Dios. Jesús, acoge a los niños con amor; ve en ellos un modelo de humildad y abnegación espiritual. En ese contexto tenemos muchos ejemplos sobre la fe de los niños. Pero, hoy en día, también tenemos ejemplos de niños con una gran fe en Dios. Veremos algunos ejemplos en las Sagradas Escrituras y dos ejemplos en nuestro tiempo actual.
En el Antiguo Testamento, tenemos algunos ejemplos: Moisés siendo niño fue salvado de las aguas para un propósito que Dios tenía para él. Él fue educado en la fe por su madre. Con el tiempo, Dios lo llamó para liberar a su pueblo de la esclavitud. (Éxodo 2:1-10; 3:1-12). Samuel fue un niño que creció en un hogar donde fue educado en la fe en Dios. Dios envió a través de él un mensaje contundente al sumo sacerdote, Elí. La fe Samuel, la sensibilidad a la dirección de Dios y su disposición a obedecer fue ejemplar (1 Samuel 3). David desde niño era enseñado en las cosas de Dios, y cuando era joven Dios lo escogió para que lo sirva. Él era el menor de ocho hermanos. Por su edad no fue tomado en cuenta por su propio padre cuando Samuel vino a buscarlo. Dios lo había escogido para ser el próximo rey de Israel (1 Samuel 16:1-13). Josías fue un niño-rey que Dios lo utilizó para reformar el estado religioso y social de su país (2 Reyes 22). Él era de solo ocho años, cuando llegó a ser rey, siendo un gobernante correcto. Como adolescente y joven hizo grandes reformas (2 Crónicas 34). Ester, era una niña huérfana y en su adolescencia fue hecha reina, por la voluntad de Dios, para salvar a los judíos de una terrible destrucción (Ester 2). Jeremías fue santificado por Dios, desde el vientre de su madre, para ser profeta a las naciones. Y siendo niño, Dios lo consagró para la misión (Jeremías 1:5-10).
En el Nuevo Testamento, también encontramos algunos ejemplos: Juan, hijo de Elizabeth y Zacarías, fue consagrado desde su nacimiento, para anunciar a Jesús, como el Mesías. Desde niño fue educado en la fe (Lucas 1:5-17). El niño quien le ofreció a Jesús los panes y los pescados. Él creía que Jesús era el Mesías (Juan 6). El hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17). La hija de la mujer cananea (Mateo 15:22). Timoteo fue enseñado en la fe desde su niñez, a través de su abuela Loida y su madre Eunice, y ya mayor, fue instruido por Pablo para el cuidado pastoral (2 Timoteo 1:5; 2:2; 3:14-15). Estos son algunos ejemplos. Tal vez no sabemos los nombres de estos niños, pero su presencia en las Sagradas Escrituras confirma que fueron significativos para Jesús.
Como podemos apreciar, Dios confía verdades especiales a niños o los usa como sus especiales mensajeros o instrumentos. Por alguna razón Jesús dijo que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él (Mateo 10:15). Lamentablemente, hoy en día, los niños no son enseñados en la fe en Dios. Son muy pocos los niños que reciben una educación basada en valores cristianos. Como también son muy escasos los testimonios de niños sobre la fe en Dios. Doy gracias al Señor que en estos días me dio la oportunidad de comprobar la fe de dos niñas. El primero, se dio en la puerta de una tienda comercial. Yo estaba sentado a la entrada del centro comercial, esperando a mi esposa que salga de la tienda. De pronto, una pareja se acercó a mi lado y dejó a una niña a mi lado. Al rato, ella me preguntó cómo me llamaba, donde vivía y si tenía hijos. Le respondí a sus preguntas, y le pregunté cómo se llamaba, me dijo que se llamaba Adriana, que tenía nueve años y estaba en cuarto grado. De pronto, se levantó y me preguntó si conocía la palabra de Dios. Le dije que sí. Luego me dijo que iba a la Escuela Dominical de una iglesia y que ahí estudiaba acerca de Dios. Me llamó la atención que una niña de esa edad me preguntara si conocía la palabra de Dios. Estoy seguro que si mi respuesta fuera negativa, al momento me estaría predicando la Palabra, y obtener mi conversión. Me sorprendió la actitud de la niña de compartir su fe en Dios con otras personas.
El otro ejemplo, es el de mi sobrina que se llama Alba, ella tiene seis años. Cuando fui a ver a hermana menor, me contó lo que había sucedido en casa. Resulta que ella tiene un hamster y de pronto se quedó inmóvil, ya no respiraba, ni se movía. La mamá llevó al animalito a la veterinaria, donde le certificó que ya estaba muerto y que había que buscar un lugar para enterrarlo. La tristeza y el llanto de Alva no se hizo esperar. Camino a casa, le dijo a su mamá que Jesús había resucitado de la cruz y que él podría resucitar a su mascota. Le pidió a su mamá orar para que el Señor lo resucitara. La mamá y ella se pusieron a orar, con lágrimas en los ojos, y después de un rato, el animalito reaccionó y comenzó a saltar. Todos se quedaron admirados de la fe de esta niña.
Estos testimonios de estas dos niñas deben ser un desafío para un mundo incrédulo. Cuán importante es la enseñanza de la palabra de Dios a los niños, en la casa, en la Escuela Dominical, en el colegio. Muchas veces dejamos de lado a los niños y no les damos la oportunidad de compartir su fe en Dios. No olvidemos lo que Jesús dijo a sus apóstoles: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidan: porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 19:14).
Oremos para que muchos niños y niñas puedan ser enseñados en la palabra de Dios y puedan ser testimonios de la fe que tienen en Dios a un mundo incrédulo. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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