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¿ES POSIBLE MANTENERSE SIEMPRE JOVEN Y SER PRODUCTIVO?

 

(Salmo 92:12-15; Isaías 40:31)

 

Durante mucho tiempo, especialmente en mi tiempo de juventud, estas porciones del Salmo 92 y de Isaías 40, las había tomado muy a la ligera. No les había dado la importancia a sus contenidos. Tal vez, era muy joven para pensar en la vejez. Esto suele suceder con muchos jóvenes. El tiempo de la vejez está muy lejano de sus vidas. Se vive la vida lo más apresurada que sea posible. Se espera alcanzar los sueños y disfrutar de todo lo conseguido. En el tiempo de juventud, la persona se considera útil y no piensa dejar de trabajar o dejar lo que está haciendo. Pero, la vida nos enseña que todo tiene su tiempo. Hay un momento, en que el tiempo de la vejez nos alcanza, entonces nos preguntamos: ¿Es posible mantenerse siempre joven y ser productivo a la vez? Para muchas personas, el tiempo de la vejez es el tiempo de dejar de trabajar, o dejar lo que se está haciendo. Ya las fuerzas y las energías disminuyen, los sueños de un futuro mejor son escasos, la alegría de seguir soñando, casi es imposible. Para muchos, el tiempo de la jubilación, es el tiempo de descanso, es el momento de hacer una pausa, no es bueno arriesgar, porque ya no hay esperanza de seguir viviendo mucho más tiempo. Con esta actitud, nuestra mente, nuestro cerebro, nuestro ser, nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra alegría, nuestra esperanza, se deterioran, y nos destruyen física y existencialmente. Esto es muy común observar en muchas personas que llegan a la vejez.        

 

Ahora bien, en las Sagradas Escrituras encontramos que esta actitud no es correcta. El Salmo 92:12-15 es una hermosa metáfora que nos dice que "el justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia" Todos los que somos fieles al Señor seremos como la palmera que da hasta 100 frutos al año, posee fuertes raíces que llegan hasta 6 metros de profundidad. Creceremos como el cedro, que simboliza la fuerza, la grandeza espiritual, la dignidad y el coraje. Este material fue utilizado en el templo del rey Salomón, y en los palacios de David y Salomón. Si estamos plantados firmemente en el Señor, siempre seremos productivos, nunca dejaremos de dar frutos. Y en el tiempo de la vejez, cuando pensamos que vamos marchitándonos, que ya somos débiles, es cuando tenemos la opción de ser jóvenes de alma y espíritu, independientemente de nuestra edad cronológica. Es ahí, cuando el Señor nos dice que podemos ser productivos, ser vigorosos, útiles para seguir anunciando sus maravillas. Nunca dejaremos de dar fruto. Dios quiere que permanezcamos siempre fiel a Él y seguir haciendo el trabajo que nos ha encomendado (Juan 15:4). Así como la palmera y el cedro, seremos más fuertes en el Señor, a pesar de nuestra vejez. De ahí que, cada día, es la oportunidad de poner en práctica lo que el Señor nos está hablando a través de su Palabra. El profeta Isaías, nos anima a seguir esperando y confiar en el Señor, ya que de esa manera tendremos nuevas fuerzas; nos levantaremos como las águilas; correremos y no nos cansaremos; caminaremos y no nos fatigaremos. Dos ejemplos podemos tener en cuenta: uno, es Abraham, que, a los 75 años de edad, Dios lo llamó para una misión, y la cumplió (Génesis 12:1-4); el otro ejemplo, es Moisés, que, a los 80 años de edad, Dios lo llamó para liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, este encargo fue cumplido también (Éxodo 7:7).       

 

Entonces, a la pregunta: ¿Es posible mantenerse siempre joven y ser productivo?, sin duda que la respuesta es, un rotundo sí. ¿Qué es lo que debemos de hacer? En principio, es cuestión de cada uno de nosotros, tener una actitud positiva ante el tiempo de la vejez. No es cuestión de tomar una píldora, ingerir bebidas, hacer ejercicios rutinarios, o tomar dietas. Lo primero que tendríamos que hacer, es mantener el espíritu de juventud en nuestra mente, hasta que el Señor nos llame a su santa presencia. Es asunto de seguir los consejos que Dios nos da en Su palabra. Si nuestra mente se mantiene activa, explorando nuevos conocimientos, escudriñando la palabra de Dios, nuestro cerebro se rejuvenecerá. Una segunda actividad, es la de practicar el amor para con Dios y para con nuestro prójimo. El vivir sin practicar el amor, nos convierte en personas amargadas, resentidas, llenas de odio, rencorosas; y estas malas actitudes afectan nuestra salud emocional, mental y espiritual. Dios nos creó para amar, para ser instrumentos de Su amor. Esto nos mantendrá saludables. Otra actividad, es que, nunca dejemos de escuchar al Padre celestial o de aprender de su Palabra. Solo así, sabremos cuál es la voluntad del Señor, a pesar de nuestra edad. Seamos agradecidos en todo lo que el Señor nos da, ya que, de esa manera, nuestro espíritu se mantendrá contento cuando ayudamos a otras personas. Mantengamos una actitud positiva, ante los fracasos o dificultades de la vida. Mostremos nuestro espíritu de felicidad, de alegría, regocijémonos en el Señor. Si mantenemos una actitud de alegría, nuestro cuerpo será influenciado, incluyendo nuestro sistema nervioso. Una actitud muy importante, en este proceso, es la de comenzar a dejar atrás los problemas y dificultades del pasado. No tenemos por qué llevarlos a cuestas. Es un gran error arruinar el presente, recordando un pasado que ya no tiene futuro. No hacerlo, es poner en riesgo nuestro cuerpo, nuestra mente, y nuestro espíritu. Debemos de poner en las manos del Señor todo lo que nos preocupa, sabiendo que Él se preocupa por nosotros.

 

Si seguimos estos pasos, sin duda que, estamos ganando terreno a la frustración, a la desesperanza, a la ansiedad, a la preocupación por el futuro, a la indiferencia por nuestra edad avanzada. Mientras más envejecemos, más debemos seguir soñando con nuestro futuro, aunque nos tilden de locos. Debemos confiar que nuestro Señor nos dará la oportunidad y las fuerzas necesarias para realizar cualquier encargo que nos dé, así como lo hizo con Abraham, Moisés y muchos otros más. Es cuestión, de estar dispuestos a obedecerle. Pero, por encima de todo, seguir creyendo en Él, y amándole con todo el corazón. Tal vez, surja una inquietud de cuánto tiempo nos quede de vida, y si es bueno hacer planes para el futuro. Ante ello, no nos debe preocupar cuánto tiempo nos quede de vida, debemos seguir haciendo planes para el futuro, hasta cuando el Señor nos llame a su santa presencia. De esa manera, seguiremos siendo productivos y fructíferos para el Señor. Solo así, estaremos animados a continuar adelante, no importando la edad avanzada. Seguimos trabajando, tal vez, no como antes, pero seguimos activos. El hecho de que ya nos hemos jubilado, no significa que no podemos trabajar, o que se nos considere inútiles. En los planes de Dios no existe la jubilación. Todavía podemos dar frutos espirituales, seguir soñando, e impactar la vida de otras personas hasta el día en que partamos de este mundo.

 

Que el Señor nos permita trabajar para Su reino, a pesar de nuestra edad avanzada. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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