
¿POR QUÉ NO HACEMOS LA VOLUNTAD DE DIOS?
(Jonás 1)
La historia de Jonás muchas veces coincide con la nuestra, en relación al cumplimiento de la voluntad de Dios. El relato nos da cuenta que Dios comisiona al profeta Jonás para proclamar juicio contra Nínive, pero, en lugar de cumplir con el mandato de predicar a los nívitas, decide huir lejos de ella y de la presencia de Dios. En el puerto de Jope consiguió un pasaje en una nave que se dirigía a Tarsis, a más de 3,500 km al oeste de Nínive. Jonás estaba seguro que ahora estaba lejos de la presencia de Dios. Pensó, que ya no tendría ninguna obligación de obedecer la voluntad de Dios. Esta actitud de Jonás, es muy probable que también a nosotros nos suele pasar. Creemos que podemos obviar fácilmente la voluntad de Dios para con nuestra vida. Entonces, hacemos nuestra voluntad, creyendo que esa es la mejor. De alguna manera, no nos damos cuenta que estamos huyendo de su presencia. No medimos las consecuencias de dicha desobediencia.
No todo queda ahí. Ya en la nave, Jonás se queda dormido profundamente, en la parte más recóndita de la misma. Pero, esa tranquilidad, no va a durar mucho tiempo. De pronto, los marineros se enfrentan a un viento tempestuoso enviado por Dios que amenaza con destrozar la nave. Ante ese peligro, la tripulación tuvo miedo y clamaron a sus dioses por ayuda y arrojaron los enseres que había en la nave, para aligerarla. Mientras tanto, Jonás seguía durmiendo, y el capitán se le acercó para despertarlo y pedirle que también invocase a su Dios. Luego, los marineros echaron suertes para determinar por culpa de quién se había originado la tormenta. La suerte cayó sobre Jonás. Tal vez fue la voluntad de Dios. Luego de varias preguntas, Jonás confesó que había sido infiel a la voluntad de Dios, huyendo de su presencia. Ante eso, Jonás pidió que lo echaran al mar para que la tripulación no pereciera por su culpa. Al fracasar todos los esfuerzos por volver a tierra, los marineros le hicieron caso a Jonás y lo echaron al mar. En ese instante el mar detuvo su furia. Entonces, Dios dispuso que un gran pez se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su interior. Jonás oró a Dios glorificándole como salvador y prometiéndole cumplir con lo que había prometido anteriormente. Entonces, Dios ordenó al pez que vomitara al profeta en tierra firme. Este relato, nos enseña que no es fácil huir de la presencia de Dios y el no cumplir su voluntad. Él, de alguna manera nos hará reflexionar y volver por sus caminos y cumplir su voluntad. A pesar de nuestra desobediencia, Dios está a nuestro lado cuidando que nada malo nos pueda suceder. ¡Grande es su misericordia!
Ahora bien, es bueno preguntarnos: ¿Qué es lo que hace que no cumplamos la voluntad de Dios? Sin duda, que existen muchos obstáculos que nos impiden vivir de acuerdo al plan de Dios. Señalaremos algunos de ellos. Nuestro orgullo, que es el obstáculo más grande que nos aparta del camino del Señor. No nos permite preguntarle a Dios qué desea que hagamos. Tomamos nuestra propia decisión y pensamos que esa es la voluntad de Dios. Hacer caso a otras personas, seguir los consejos de otros, hacen que desvíen nuestro caminar con el Señor. Creemos que lo que nos dicen es lo mejor, sin considerar que muchas veces esas opiniones no concuerdan con el plan de Dios. El estar ocupados, no tener tiempo, no estar dispuestos a escuchar la voz de Dios y obedecer su voluntad, no nos permite vivir de acuerdo a la palabra de Dios. Caminamos sin rumbo, tropezamos y caemos en el camino; hacemos nuestra propia voluntad, y no la de Dios. No tener confianza en Dios, esta actitud nos genera dudas sobre el plan de Dios para nuestra vida, pensamos que somos indignos ante Dios para escuchar su voz o hacer su voluntad. Creemos que no estamos preparados para asumir algún encargo de parte de Dios. Por último, tenemos temor, de fracasar y de ser criticados por los demás. Esta situación no nos permite a aventurarnos a realizar lo que Dios no encarga. Nos inhibe, nos frustra, nos frena, en el cumplimiento de la tarea.
Estos obstáculos, que se nos presentan en el camino, deben ser superados, poniendo nuestra confianza en el Señor, sabiendo que él hará todo a su tiempo, que todo está en sus manos, que, a pesar de las dificultades, él está a nuestro lado para vencerlas. No debemos olvidar, que Dios suplirá todas nuestras necesidades en todo tiempo y lugar. Si superamos todos estos obstáculos, estaremos preparados para hacer la voluntad de Dios. Para ello debemos dar tiempo a Dios para escuchar su voz y saber cuál es su voluntad. Es necesario leer y escudriñar la palabra de Dios, tener un tiempo de oración, dejar que el Espíritu Santo obre en nuestras vidas, para poder cumplir con la voluntad del Señor.
Que el Señor nos ayude a obedecer su santa voluntad y pedir en oración su constante compañía, en el cumplimiento de la misma. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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