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    LOS DOS TIPOS DE VIDA EN EL SER HUMANO

 

(Juan 3:6)

 

El capítulo 3 del evangelio de Juan, relata el encuentro de Nicodemo con Jesús. Este encuentro se produjo de noche, es decir a oscuras, las sombras de la noche no permitían ver con claridad y distinguir quién caminaba por la calle. Parece que Nicodemo, quien era un principal del Sanedrín y maestro de Israel, prefirió ver a Jesús de noche, para que nadie lo viera. Sin duda que Nicodemo había escuchado sobre las señales milagrosas de Jesús, y ahora quería, en persona, tener una conversación con él. De hecho, que este encuentro no se hizo en plena luz del día, ya que era peligroso, y podía traer consecuencias funestas para Nicodemo. En la conversación, lo primero que Nicodemo reconoce, es que Jesús es un Maestro, y que para hacer las señales que está haciendo, es necesario que Dios esté con él. Jesús, ante esta inquietud de Nicodemo, le hace saber que para entender estas cosas y entrar en el reino de Dios, debe nacer de nuevo. Nicodemo, ante ese requisito, exclama que eso es imposible, ya que un hombre mayor no puede volver al vientre de su madre y nacer de nuevo. Nicodemo, racionalmente, no entiende que Jesús, le está planteando un nuevo nacimiento en la dimensión espiritual y no de un nacimiento carnal.  

 

De ahí que, Jesús, le explica que el ser humano solo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu. Es decir, hay dos tipos de vida en el ser humano: la vida humana y la vida espiritual. Entonces, Nicodemo, tendría que tener este nuevo nacimiento, de orden espiritual, para entender lo que Jesús está haciendo, y entrar al reino de Dios. Finalmente, Nicodemo le pregunta a Jesús: ¿Cómo es posible todo esto? Esta pregunta, hoy en día, está vigente en muchas personas de nuestro siglo. Un grupo menor, vive una vida llena de comodidades, están rodeados de alta tecnología, tienen un trabajo estable, gozan y disfrutan de tiempos libres, tienen acceso a las diversas disciplinas del conocimiento, y dentro de poco, podrán viajar al espacio exterior. Sin embargo, un grupo mayor, carecen de los recursos vitales para sobrevivir, no tienen acceso a la tecnología, no tienen un trabajo estable, no hay tiempos libres para ellos, la educación no está a su alcance, y es imposible un viaje al espacio exterior. Sin embargo, ambos grupos, viven una vida humana, de acuerdo a sus realidades. Ellos, en su mayoría, desconocen la otra dimensión de la vida, que es la espiritual.  

 

Vivir la vida humana, implica participar, y disfrutar, de todo lo que ella provee: existencia, salud, recursos económicos, sabiduría y conocimiento, emociones, placeres, conquista del universo; pero, también implica, padecer situaciones adversas: enfermedades, sufrimientos, pobreza, calamidades, desgracias, muerte, soledad, violencia, guerras, epidemias, etc. Ante esas circunstancias, el ser humano, toma dos actitudes. Cuando todo va bien y está dentro sus cálculos, existe la arrogancia de que todo es posible, gracias a su capacidad y sabiduría. El ser humano se considera el centro del universo y que todo sucede de acuerdo a la casualidad de la vida y del destino. No hay nadie que pueda competir con él, es el todopoderoso del universo, y todo está bajo su dominio. No hay nadie, ni nada, que pueda impedir su progreso. La otra actitud, es encontrar una explicación de todo lo que sucede, hay un sentimiento de impotencia ante las adversidades, la ciencia y el conocimiento no suelen dar explicaciones claras, se recurre a chamanes, adivinos, y astrólogos para encontrar una respuesta. Nadie puede explicar las causas de las cosas que ocurren en la vida cotidiana, sean favorables o desfavorables, para la existencia humana. Existen muchas teorías y presupuestos, pero ninguno de ellos acierta con la verdadera respuesta. El ser humano, se mueve en esa realidad. La vida humana tiene sus propios principios de causa y efecto. La existencia es transitoria, finita y limitada. La vida humana es pecaminosa de por sí. Las consecuencias de ese tipo de vida, solo conducen a la muerte real y existencial. La manifestación de este tipo de vida es: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y otras cosas más. Nadie, humanamente, puede salvarlos (Gálatas 5:19-21).   

 

Ante esa realidad, de pronto, Dios interviene, para dar a conocer que Él es el creador del universo, y que todo está bajo su soberanía. La vida, el alma, la sabiduría, la salud, la alegría, el gozo, la tristeza, el sufrimiento, la tierra, el sol, la luna, los planetas, la galaxia, y el infinito, todo es creación de Él. Para poder tener acceso a la clave del entendimiento divino, es necesario tener fe y dejar que el Espíritu engendre en las personas la vida espiritual. De ahí, la exigencia de Jesús a Nicodemo y a nosotros, que, si no dejamos que el Espíritu engendre una vida espiritual, no podremos entender nada de las cosas divinas, ni poder entrar al reino de Dios. En esta nueva dimensión de la vida, se podrá entender y comprender muchas cosas que el ser humano no puede, ni tiene capacidad para explicarlas. En la vida espiritual, por fe en Dios, podemos tener una relación con Él, podremos escuchar su voz, saber su voluntad, descubrir muchos misterios, resolver los problemas que nos afligen, sanar de nuestras enfermedades, vencer las dificultades y tentaciones que Satanás suele ponernos en el camino. Vivir confiados bajo la cobertura de Dios, Todopoderoso. Las Escrituras, desde hace mucho tiempo, nos exhorta a ser perfectos delante de Dios (Deuteronomio 18:13). Y es Jesús quien nos recuerda esta exhortación: ser perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5:48). La vida espiritual es una vida en santidad. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual no nadie verá al Señor (Hebreos 12:14). De ahí que, los resultados de una vida espiritual, en santidad, es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza (Gálatas 5:22-23). 

 

Permitamos que el Espíritu de Dios engendre en nosotros la vida espiritual, para vivir en santidad, y poder tener acceso al reino de Dios, y a todos sus misterios. Que podamos anunciar esta buena noticia a aquellos que viven una vida alejada de Dios, para que puedan conocerle, aceptarle, y vivir una vida en plenitud. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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