
LA TRAICIÓN DE JUDAS
(Lucas 22:1-6)
La traición de Judas Icariote, es uno de los hechos más vergonzosos en el seno de los discípulos de Jesús. Él fue uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Según los Evangelios canónicos, Judas fue el traidor que vendió a Jesús a los soldados romanos por 30 piezas de plata. Judas besó a Jesús para identificarlo ante los guardias que lo estaban buscando. Por esta razón, su nombre y la expresión «beso de Judas» se relacionan con la traición. Es bueno ver algunos antecedentes sobre su persona, para comprender el por qué traicionó a Jesús, su Maestro. Judas Iscariote, nació en Kerioth, Judea, él era el único de los apóstoles que no había nacido en Galilea. Como hijo de Simón fue uno de los primeros en unirse a Jesús. Era el más instruido de los discípulos, condición que le llevó a ser el tesorero de los apóstoles, designado para cuidar del dinero del grupo. Se especula, que el nombre o apellido Iscariote, probablemente proviene de la palabra latina "sicarius" que significa asesino. Lo que indica que era parte del grupo judío más radical, los sicarios, donde algunos de ellos eran terroristas.
Es bueno, tener en cuenta que, al comienzo del ministerio de Jesús, él es presentado como el Mesías de Israel. Esta posición daba lugar a un gobierno y poder político. Como tal, los discípulos consideraban que, en el gobierno del Mesías, ocuparían algún cargo importante. Tal vez, esas eran sus expectativas personales. Pero, cuando Jesús les anuncia que el Hijo del Hombre debía padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Pedro al escuchar estas palabras, le tomó aparte y comenzó a reconvenirle, ante los demás discípulos. Los discípulos ante esta situación, no entendían nada. (Marcos 8:31-32; 9:30-32). Es muy probable que los once discípulos, comprendieran que el precio del discipulado era el martirio. Pero, para Judas, esto no estaba en sus planes. Él quería asumir un cargo político en el reino del Mesías.
Desde ya, Judas empezó a preparar un plan para poder tener poder. No estaba de acuerdo con lo que Jesús les había dicho. Él no estaba dispuesto a sacrificarse, ni ponerse al servicio de los demás. Su ambición, como sicario que era, era tener poder y dinero suficiente para satisfacer sus intereses personales. Según el evangelio de Juan, Judas que era el tesorero, se apropiaba del oro destinado a los pobres (Juan 12:6). Es así como empieza a planificar la traición a Jesús, con la ayuda de Satanás. Recordemos que Satanás al no poder hacer caer en tentación a Jesús, se apartó de él por un tiempo (Lucas 4:13). Cerca a la fiesta de la pascua, Satanás entró en Judas Iscariote para traicionar a Jesús y entregarlo a los principales sacerdotes a cambio de dinero, treinta monedas de plata (Lucas 22:3-6; Juan 13:27a). Es evidente la ambición de Judas. Al no tener posibilidades de asumir algún puesto de importancia en el reinado del Mesías, prefirió traicionar a Jesús y servir a los que tenían el poder político y religioso, que servir al Mesías. En el Salmo 41:9, ya se avizoraba esta situación. Jesús lo resalta (Juan 13:18). Además, Pedro confirma lo que estaba escrito en la Escritura acerca de Judas y su final (Hechos 1:16-18).
Esta puede ser la razón, del por qué Judas traicionó a Jesús. Jesús ya sabía quién era Judas y lo que iba a realizar contra su persona, cuando le dijo que hiciera lo que tenía que hacer (Juan 13:27b). Los otros discípulos, compañeros de misión, no tenían ni idea de que Judas Iscariote guardaba pensamientos traicioneros. Cuando Jesús le dijo a Judas que hiciera lo que tenía que hacer (Juan 13:27b). Incluso, cuando Judas salió, pensaron había sido enviado a comprar más alimentos o a que le diera algo a los pobres (Juan 13:28-30). El cumplimiento de la profecía y su ambición, dieron lugar a su traición. Tres años había estado Judas con Jesús; al traicionar a Jesús con un beso, demostró su descarada hipocresía (Lucas 22:47-48). No le bastó arrepentirse y devolver el dinero a los principales sacerdotes y a los ancianos (Mateo 27:3), el remordimiento de su traición lo llevó a suicidarse, en vez de pedir perdón.
Esta historia de la traición de Judas, nos debe enseñar que Jesús cuando llamó a sus discípulos, los llamó para servir y dar su vida por la misión, y no buscar algún provecho personal. No debe haber privilegios, ni ambición de poder, ni querer obtener dinero de manera ilícita, para satisfacer nuestras necesidades humanas. Debemos cuidarnos de las asechanzas de Satanás, quien está al acecho como león rugiente para devorarnos o hacernos caer en tentación (1 Pedro 5:8). Al comienzo, la apariencia de Judas, engañó a sus compañeros. De esto debemos cuidarnos, hay muchos que aparentan ser amigables, buscan un favor de parte nuestra, pero, son traidores. Cuando el Señor nos llama al discipulado, nos llama para servirle, y no para servirnos. Es dar nuestra vida por la causa del evangelio. Los once discípulos, comprendieron el propósito de Jesús, y del costo que implicaba seguirle. Aceptaron el servicio como tarea en el cumplimiento de la misión. Ellos fueron martirizados hasta la muerte, y en el caso de Juan, él fue desterrado a la isla de Patmos, hasta su muerte. Pero, Judas, optó por la ambición, el robo, la traición. Lamentablemente, se ahorcó, acosado por su conciencia y el remordimiento de haber traicionado al Mesías, a Jesucristo, al Rey de reyes, al Salvador. Perdió la gran oportunidad de ser un apóstol y siervo del Señor, y quedar registrado en la historia de la Iglesia, como un gran personaje en la Misión.
Que el Señor nos cuide de caer en tentación, no dar lugar a Satanás, que nos provea su protección en el cumplimiento de la Misión. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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