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    LA INCREDULIDAD ES UN OBSTÁCULO PARA LA FE

 

(Marcos 6:1-6)

 

La incredulidad es la resistencia a creer una cosa. Es falta de fe religiosa. En la Biblia se nos enseña que la incredulidad corrompe la mente y la conciencia, y al final, nos lleva a esfuerzos y caminos sin valor. La incredulidad es peligrosa, porque nos hace cínicos, fatalistas e incrédulos (Tito 1:15-16). Jesús, al empezar su ministerio se encontró que la incredulidad era un mal generalizado entre el pueblo de Israel. Los evangelios de Marcos 6:1-6 y Lucas 4:16-30 nos informan que Jesús vino a su tierra, Nazaret, donde se había criado, en compañía de sus discípulos. En el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Preguntas, que, sin duda alguna, mostraban la incredulidad de la gente, acerca de Jesús como el Mesías. Se resistían a creer que Él era el Mesías prometido, que había llegado, ya. Pero, no todo queda ahí, Jesús, ya en la sinagoga, se levanta a leer y se le da el libro del profeta Isaías, el cual tocaba leer, según la costumbre judía. El texto a leer era el capítulo 61 (vv. 1-2). Terminado de leer, enrolló el libro y se lo dio al ministro, y luego se sentó. Todos los que estaban reunidos pusieron sus ojos sobre él, y Jesús les dice a todos ellos que "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros" Para resaltar la incredulidad de la gente, les dice que ningún profeta es acepto en su propia tierra. Además, les recuerda que, en los días de Elías, él fue enviado a una viuda en Sarepta de Sidón (1 Reyes 17:1,8-16). ¿Por qué? Porque las viudas judías eran incrédulas. Otro caso, les recuerda, cuando en Israel había muchos leprosos, en el tiempo de Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio (2 Reyes 5:1-14). ¿Por qué? Una vez más, porque los leprosos judíos eran incrédulos. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira y querían matarlo. ¿Por qué reaccionaron de esa manera? Sencillamente, Jesús les estaba diciendo que el motivo de no recibir el favor de Dios, era la incredulidad, manifiesta, ahora también.           

 

El hecho de que la incredulidad de la gente reinaba en ese lugar, Jesús estaba asombrado por este hecho, al punto que no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos. En otro momento, el padre del hijo endemoniado le dijo a Jesús que le ayude en su incredulidad (Marcos 9:24). Luego, cuando Jesús va a comisionar a sus discípulos, les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado (Marcos 16:14). Otro caso de incredulidad entre los discípulos, es la incredulidad de Tomás, quien no creía que Jesús había venido a visitarlos, y puso como condición para creer, ver en sus manos la señal de los clavos, meter su dedo en el lugar de los clavos, y meter su mano en su costado (Juan 20:24-29). Cuesta creer que, los judíos, personas de fe, y los discípulos de Jesús, también, fueran incrédulos. No es de extrañar, que hoy en día, haya también, casos de incredulidad entre la gente cristiana y religiosa. Pablo se pregunta si algunos judíos han sido incrédulos, ¿su incredulidad habría hecho nula la fidelidad de Dios? Su respuesta, es que de ninguna manera (Romanos 3:3). Luego, Pablo se refiere a Abraham, quien no dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios (Romanos 4:20). Timoteo confiesa que habiendo sido blasfemo, perseguidor, e injuriador, fue recibido en el ministerio, por misericordia, ya que lo hizo por ignorancia, en incredulidad (1 Timoteo 1:13). Por último, en la carta a los Hebreos se aconseja a los hermanos, que no haya en ninguno, corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo (Hebreos 3:12). El tema de la incredulidad, en estos tiempos, como lo ha sido antes, en el caso del pueblo en el desierto, que no creían en las señales que Dios hacía (Números 14:11), es un mal, que hace mucho daño a la experiencia de la fe.                          

 

Ya hemos visto, como por causa de la incredulidad de la gente, Jesús no pudo hacer milagros. Por otro lado, en el libro a los Hebreos, se dice que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Sin duda, si hay algo que desagrada a Dios es la incredulidad. De ahí que, debemos tener cuidado de no ser incrédulos, porque esto trae terribles consecuencias a la vida de las personas. Podemos tomar como ejemplo la historia de los israelitas en el tiempo de Moisés. Walter Cuadra, un estudioso de la Biblia, señala cuatro consecuencias de la incredulidad, que a continuación comparto.

1. La incredulidad conduce a valorar poco las promesas de Dios y amar más este mundo (Números 11:4).

2. La incredulidad nos guía a la cobardía (Números 13:32-33).

3. La incredulidad conduce a la rebeldía en contra de Dios (Números 16:1-3,12-14).

4. La incredulidad nos conduce a la condenación eterna (Hebreos 3:14-19).                        

Será bueno, tener en cuenta estas consecuencias y examinarlas a la luz de la palabra de Dios.

 

La gente de hoy en día, muchas veces, no se da cuenta, que la incredulidad obstaculiza la experiencia de la fe. Consideran que no es importante creer o no creer en Dios. Que uno puede vivir su vida, sin la necesidad de tener a Dios en sus vidas. Otros, por tener malas experiencias con personas cristianas, se han vuelto incrédulas. Hay personas que dicen creer en Dios, pero viven una vida desordenada y en pecado, no teniendo temor de Dios. Ya nadie quiere mencionar las experiencias de fe ocurridas en algún momento de sus vidas, por considerarlas fuera de moda. Ya no se valora, se aprecia, las maravillas realizadas por Dios en la historia, tampoco se valora, los milagros realizados por Jesucristo. Toda esa situación, está conduciendo a una rebeldía en contra de Dios y a una condenación eterna. Fácilmente, muchos dicen ser ateos, que no creen en Dios, ni en Su Iglesia. El asunto, es que, cuando en algún momento de sus vidas, les toca pasar por una situación difícil, enfermedad, pandemia, o situaciones de muerte, es ahí, cuando, vuelven su mirada a Dios, pidiendo auxilio, misericordia, compasión. Pareciera, que se tuviera que pasar situaciones difíciles, para creer en Dios y en sus maravillas. La experiencia del pueblo de Israel, nos debe ayudar a reflexionar sobre el tema de la incredulidad. Cuánta gente podría ser salvada, rescatada, liberada, sanada, si tan solo creyeran en el Señor. Hay gente que muere cada día, sin tener esta oportunidad de creer en Jesucristo como su Señor y Salvador, para poder vivir una vida en plenitud. Volvemos a repetir, que las consecuencias de la incredulidad son terribles.     

 

Qué el Señor nos ayude a creer más en Él y nos aumente la fe, para poder alcanzar a muchos que aún no le conocen. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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