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DIOS LLAMA A GENTILES PARA LIBERAR A SU PUEBLO

 

(Esdras 1:1-4)

 

La palabra gentil es asignada a una persona que no es un judío. Un gentil es uno que pertenece a cualquier nación o grupo de personas que no sea el grupo de pueblos judíos. En realidad, un gentil no tenía la fe en el Dios de los judíos, ni conocía la Ley. Por extensión, no participaba de las bendiciones de Dios. La Escritura hace mucha referencia a los gentiles. En la mayoría de veces se utiliza esta palabra de manera negativa, para referir la iniquidad de dichas personas. Para los judíos, los gentiles practicaban creencias pecaminosas, por lo tanto, deberían estar separados de ellos, para no contaminarse. Sin embargo, si uno hace un estudio más exhaustivo de la situación de los gentiles, encontraremos que Dios tenía misericordia por ellos. Desde un principio, Dios declaró y mostró su corazón por las naciones gentiles, al extenderles su mano y acogerlos en la fe.        

 

No debemos olvidar, que cuando Dios llama a Abraham para que sea el padre de una gran nación, Israel, Él le dice que sería bendición a las naciones gentiles de la tierra (Génesis 12:1-3). Israel sería un ejemplo para los gentiles (Deuteronomio 4:5-6). Lamentablemente, Israel le falló a Dios en este propósito. En algún momento, se apartaron de Él, practicaron la idolatría, al igual que los gentiles, y se apartaron de la Ley. Por eso, Dios dejó claro, que Israel no era un pueblo con privilegios, sino un pueblo con la tarea de dar a conocer a todas las naciones, del gran amor de Dios. De ahí que, muchos gentiles se acercaron a Dios y optaron por tenerlo como su Dios. Él les extendió su mano y los acogió en la fe. Veremos algunos casos.            

 

Dos ejemplos, de lo que venimos hablando, es el de Rahab y Rut. Rahab era una gentil, prostituta, se salvó junto con su familia, de la muerte cuando ardió la ciudad de Jericó (Josué 6:25). Rahab creyó y tuvo fe en el Dios verdadero (Josué 2:9-13). Ella pasó a ser la primera gentil convertida al Señor. El otro ejemplo, es el de Rut. Ella era moabita, una gentil. Quedó viuda y sin hijos. Ella se casó con Booz, quien era hijo de Rahab. Rut, se convirtió al Dios de Israel y fue incluida en las bendiciones de Dios, pasando a la lista del linaje de Jesucristo. Dios no desamparó a estas mujeres gentiles, las protegió, y les dio su bendición. Ambas mujeres, son parte del linaje de Jesucristo.                        

 

Otro caso, que registra la Escritura, es el de Agar, mujer egipcia y gentil. Fue utilizada y despreciada por Sara, mujer de Abraham. Dios no la abandonó, le tendió su mano y le dio refugio y su bendición (Génesis 16). En otro momento, Dios quiere salvar a Nínive, una ciudad asiria, que era gentil y pecadora. Para ello, Dios envía a un profeta judío, Jonás, para que les predique la palabra de Dios (Jonás 1:2). Los habitantes al escuchar el mensaje de la palabra de Dios, creyeron y se arrepintieron del mal (Jonás 3). Dios se arrepintió y no trajo la destrucción que había sobre ellos. Para concluir con el Antiguo Testamento, citaremos el caso de Ciro, rey de Persia, gentil y pagano, a quien Dios despertó su espíritu para pregonar y hacer, la liberación del pueblo de Israel, a través de un decreto (Esdras 1:1-4). Dios tenía misericordia por las naciones gentiles. Sin embargo, los judíos no entendieron a cabalidad, el verdadero propósito de Dios para con los gentiles. En todo momento, los gentiles, fueron declarados enemigos de Israel, fueron considerados como pueblos paganos, impuros, y ajenos a la misericordia de Dios. Este fue el gran error de Israel.

 

En el Nuevo Testamento, se puede ver, que la prioridad de Jesús era que el pueblo judío lograra su salvación. Pero, en ningún momento, dejó de lado a los gentiles. Pablo, reafirma esta opción de Jesús. La salvación es para el judío y luego para el gentil (Romanos 1:16; 2:10). En todo su ministerio, Jesús compartió con los gentiles delante de sus discípulos, demostrando que Dios también los amaba. Para los judíos, los samaritanos, eran una mezcla de judíos y gentiles, siendo considerados pecadores. Una vez más podemos decir que, Jesús sintió compasión y amor por los gentiles. Daremos dos ejemplos. Jesús sanó a la hija de una mujer cananea, gentil, que había sido poseída por el demonio. La mujer mostró su fe y confianza en Jesús. Jesús alabó la fe de esta mujer y sanó a su hija (Mateo 15:21-28). Otro ejemplo, es el de la mujer samaritana. Jesús dialogó con con esta mujer, y le compartió la buena noticia sobre la salvación. Ella al escuchar el mensaje de salvación, fue a su aldea, para dar testimonio de que Jesús era el Mesías, logrando que muchos se convirtieran. Ella pasó a ser la primera misionera de la historia (Juan 4). Creemos que estos dos ejemplos son suficientes, para demostrar el gran amor que Jesús tenía por los gentiles. No podemos dejar de lado, el mandato que Jesús le dio a Pablo de predicar el evangelio a todos los gentiles; a reyes, y a los hijos de Israel (Hechos 9:15). A lo largo de su ministerio, hasta el final de su vida, Pablo, predicó el Evangelio, haciendo discípulos entre gentiles, así como entre los judíos. Él estuvo en contra de la actitud de los judíos contra los gentiles (Romanos 3:22; 10:12; Gálatas 3:28; Colosenses 3:11). Otro ejemplo es, Pedro, discípulo de Jesús, fue desafiado a predicar el evangelio entre los gentiles, dejando de lado el estigma sobre ellos (Hechos 10). Finalmente, en el libro de Apocalipsis, Juan ve una visión del cielo, en la que el reino de Dios está lleno de judíos y gentiles, adorando al Salvador, Jesús (Apocalipsis 7:9-10).      

 

Terminando nuestra reflexión sobre el llamado que Dios hace a los gentiles, los paganos, los impuros, abordaremos el caso de Constantino, emperador de Roma. Él fue el primer emperador en detener la persecución de los cristianos y dar libertad de culto al cristianismo, junto con todas las demás religiones en el imperio romano, con el Edicto de Milán en el año 313 d.C. Constantino, un emperador pagano, gentil, impuro, tuvo una experiencia con Jesús. Corría el año 312 d. C., cuando Constantino se enfrentó a las tropas de Majencio, y las venció en el puente Milvio, a las afueras de Roma. Majencio encontró la muerte al ahogarse en el Tiber en su huída. Según la tradición recogida por Eusebio de Nicomedia, el día anterior a la batalla del puente Milvio, Constantino vio en el cielo una señal, que era una cruz con una leyenda que decía: con este signo vencerás. Inmediatamente, ordenó a su tropa colocar la cruz en sus escudos. Este hecho, ha servido a la historiografía cristiana, para calificarla como la primera batalla ganada por un emperador romano, gracias a la ayuda de Dios. Para otros historiadores, Constantino tiene su conversión en Jesús, y se hace cristiano. Una vez más, un gentil, pagano, e impuro, es utilizado por Dios para liberar a su pueblo de las terribles y sanguinarias persecuciones, por parte de los emperadores romanos. ¡Qué gran ejemplo del gran amor de Dios por todas las personas, más allá de su fe, creencia, condición social e ideología!    

 

Qué el Señor nos de la tolerancia necesaria, para amar a nuestro prójimo, aún, si no profesa nuestra fe. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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