Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

   

   

JESÚS, ENTRE LA ANGUSTIA Y EL TEMOR

 

(Lucas 22:39-46; Mateo 26:36-46; Marcos 14:32-42)

 

Este es uno de los pocos pasajes bíblicos, que muestra a un Jesús, plenamente humano. Según el relato, Jesús, está por ser arrestado, el fin de sus días terrenales, está a la puerta. Lucas, Mateo, y Marcos tienen en sus evangelios, este episodio de Jesús. Aquí se puede ver a un Jesús entre la angustia y el temor. Él ya ha pasado una serie de situaciones no muy agradables. Había un complot, por parte de los sacerdotes y escribas para matarlo. En la Cena con sus discípulos, ha visto cara a cara al que lo ha entregado por un puñado de monedas. Y finalmente, la negación de Pedro, será una realidad. Toda esta situación, genera en la persona de Jesús, angustia y temor. No era para menos. Si esto nos pasara, a nosotros, seguro, que también sentiríamos angustia y temor, al saber que lo que se viene, no es nada agradable. Él es el Hijo de Dios, y sabe que tiene una misión que cumplir, pero, lo que está pasando a su alrededor, con sus discípulos y sus enemigos, lo lleva a tener angustia y temor, por lo que va a suceder con su misión. La humanidad de Jesús, aflora una vez más.    

 

Lucas nos cuenta que Jesús se dirige al monte de los Olivos, en un lugar llamado Getsemaní, seguido por sus discípulos. Ya en ese lugar, les dijo que oraran para que no entren en tentación. Sin embargo, Mateo y Marcos, señalan que Jesús les dijo a sus discípulos que se sentaran, entre tanto iba a orar. También, relatan que Jesús tomó a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Es decir, estaba en crisis emocional. A ellos les dice que su alma estaba muy triste, hasta la muerte. Deben quedarse y estar en vela con él. Jesús se adelanta un poco y ora. Lucas, detalla que Jesús se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró. Su oración fue: "Padre, si quieres, pasa de mí, esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" Al instante se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba intensamente; y su sudor era como grandes gotas de sangre que calan hasta la tierra. Lucas es el único que señala la tragedia que estaba pasando Jesús, como cualquier ser humano. Tiene al ángel para consolarlo, no está solo. Esto es algo parecido, cuando pasamos, también, momentos muy difíciles; no estamos solos, Dios envía a su ángel para consolarnos.     

 

Es interesante, que tanto Mateo y Marcos, obvian este hecho, y más bien, enfatizan que Jesús por tres veces vino a sus discípulos y los encontró durmiendo. Él recriminó a sus discípulos, el por qué no habían podido velar con él, ni siquiera, una hora. Tres veces oró Jesús la misma oración. Tres veces, se quedaron dormidos los discípulos, sin poder velar junto con Jesús. La tentación del sueño, les venció. Jesús, estaba solo, con su angustia y su temor. Solo el ángel, estaba a su lado para consolarlo. Finalmente, les pidió que se levanten, porque la hora ha llegado, en que sería entregado. Algo parecido, nos suele pasar cuando confiamos que los que están a nuestro lado, estarán vigilantes, sin embargo, muchas veces, no es así. Son vencidos por la tentación, y descuidan la labor. Este aspecto de la vida de Jesús, muchas veces, la pasamos por alto. No nos detenemos a reflexionar sobre su humanidad. Más enfatizamos, su divinidad, su condición de Hijo de Dios, sus maravillas, su misericordia, su compasión por los pecadores. Sin duda, que todo eso, no está mal tenerlo en cuenta. Pero, se debería enfatizar, también, la humanidad de Jesús, el Hijo de Dios. Él vivió y padeció lo que todo ser humano experimenta aquí en este mundo. Por eso, él tuvo compasión de nosotros, quiso librarnos de las manos de Satanás, curar nuestras heridas, perdonar nuestros pecados, animarnos a tener fe y esperanza en Él, prefirió morir en la cruz. Hacer la voluntad de su Padre, Dios, y dejar de lado su angustia y temor.             

 

De ahí que, Jesús, sabiamente nos dijo que éramos sus amigos, y ya no sus siervos (Juan 15:14-15). Aquí podemos ver, la sencillez, la calidez humana, y la humildad de Jesús. Él se identificó y se identifica, con nuestras debilidades, nuestros errores, nuestras enfermedades, nuestras angustias, nuestras tristezas, y nuestros temores; así como también, con nuestras alegrías, nuestras ilusiones, nuestras expectativas, nuestros proyectos de vida. Nada le es ajeno a Jesús, nos conoce, sabe que somos frágiles y que somos tentados por Satanás. Por eso, nos pide que estemos unidos a Él (Juan 15:5-7). Este es el Jesús que la mayoría no conoce. Lamentablemente, a Jesús se le presenta como un ser divino, que está lejos de nosotros, que está presto a castigarnos por nuestros errores, que es inflexible si fallamos, que habita en el cielo y no en este mundo. Sin embargo, las personas necesitan saber que Jesús camina con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo, que inclina su oído para escucharnos, que extiende sus manos para sanarnos, que nos libera del pecado y sus consecuencias, que no hace ninguna distinción de género, de condición social, económica, y espiritual. Esta es la labor de la Iglesia, presentar a un Jesús, que llora también, que se angustia y que teme por lo que ha de suceder. ¡Es el Cristo amigo!

 

Que el Señor nos permita predicar Su palabra y presentar al mundo entero, que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro amigo, que nos acompaña en todo momento. Sólo quiere que creamos en Él y le seamos fiel, como creyentes y como Iglesia. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


Copyright © 2021 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.