Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

   

   

LA IMPORTANCIA DE LA ORGANIZACIÓN Y DE LA DISCIPLINA

 

(1 Corintios 12)

 

El apóstol Pablo, en el capítulo 12 de la Primera Carta a los Corintios, observa que las reuniones de los cristianos se dan en un total desorden. Cada quien se manejaba por su cuenta, los dones espirituales se administraban sin ningún orden de importancia. Para ello, Pablo le da importancia a la presencia del Espíritu Santo, quien es el que guía a la congregación, da los dones necesarios a cada uno, según la capacidad para ejercerlos. Para que esto funcione, debe haber unidad y una buena organización. De ahí que, presenta la idea de que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, donde todos los miembros están unidos entre sí y donde cada uno cumple una función. Un cuerpo con todos sus miembros unidos, todos en buen estado y sanos, facilitan la existencia del mismo. Esta representación de la Iglesia como un cuerpo, es en realidad, una excelente idea. Por la tanto en la Iglesia, todos los miembros deben estar saludables y dispuestos a cumplir el rol que les corresponde, para que el cumplimiento de la misión sea excelente. 

 

Este texto bíblico, nos da lugar para analizar la importancia de la organización y de la disciplina en la vida de la Iglesia. Para ello, tomaremos como referencia al Movimiento Metodista del siglo XVIII. En Inglaterra, había una Iglesia Oficial, la Iglesia Anglicana, que estaba sujeta al rey. En el cumplimiento de su misión, la Iglesia estaba más preocupada por los asuntos teológicos, eclesiásticos y organizativos, que atender a las necesidades de la mayoría de los fieles, que pasaban por problemas de orden espiritual, social y económico. Los cultos eran en el idioma latín, la nobleza y la gente adineraba, ocupaban los primeros lugares. Para el pueblo, no había lugar, excepto en las puertas.

 

Por otro lado, las prédicas de los sacerdotes, eran aburridas, de un nivel intelectual, que el pueblo no entendía eficazmente el mensaje. Muchas veces se utilizaban ilustraciones históricas o filosóficas, poco se daba énfasis a la Sagrada Escritura. La feligresía no encontraba en los sacerdotes el verdadero apoyo para su vida espiritual. Ellos estaban más preocupados por la designación de sus puestos y en el tema económico. De ahí que, muchos, ya no querían asistir a los cultos, debido a que consideraban que Dios no los tenía en cuenta para nada; por lo tanto, no se consideraban favorecidos de la gracia de Dios. 

 

Este era el contexto de Juan Wesley. Sin embargo, hay que considerar que, en su hogar había recibido una educación ejemplar, de parte de su madre Susana. Ella enseñaba a sus hijos e hijas, la palabra de Dios, a leer y a escribir, les impartía el conocimiento necesario, y a vivir una vida de fe y bien organizada. Esta experiencia familiar le ayudó mucho a Wesley. Gracias a Dios, estas enseñanzas influirían en su vida. Cuando era un sacerdote ordenado, un día tuvo una experiencia profunda acerca de su fe y de su relación con Jesús, que lo llevó a tener un encuentro personal con Él. A partir de esa experiencia, comenzó a predicar sobre la fe en Cristo, y hacer que se tenga un encuentro personal con Él. Esto, no agradó a los líderes de la Iglesia, llegando al punto de prohibirle la predicación en los púlpitos de la Iglesia Oficial. Ante esta situación, Wesley decidió, formar pequeños grupos de reunión para escuchar la palabra de Dios, realizar estudios bíblicos y organizar las visitas a las cárceles, a los hospitales, a las minas, y a lugares alejados de la Iglesia.   

 

El espíritu organizador de Wesley, le venía de familia, ya que su madre le enseñó a vivir una vida metódica y disciplinada. Él puso en práctica este modo de vida en todo su quehacer. De ahí que, organizó el movimiento metodista en sociedades, y en clases. Estableció el ministerio laico (hombres y mujeres), que fue un gran soporte para la misión, proveyó una disciplina para el gobierno del movimiento metodista. La gente tildó a este movimiento como “metodistas” por su forma ordenada y disciplinada al realizar las tareas. Esta organización le permitió a Wesley y a sus predicadores, alcanzar al pueblo, acercar la gracia de Dios a ellos, ayudar a los más necesitados, y extenderse por todo el territorio de Inglaterra, y a nivel mundial. Más adelante, dará lugar a la Iglesia Metodista.

 

Cuán importante y útil es poder contar con una buena organización y disciplina, en la vida de la Iglesia. Bien sabemos que, Dios desde los inicios de la Creación, estableció un orden en las cosas creadas y una organización, para garantizar la existencia de la misma. En cada período de la Creación, se fueron creando las condiciones para la existencia de los astros, las estrellas, los planetas, y todo lo que existe en el universo. Al final creó al ser humano (hombre y mujer). A ellos les dio la responsabilidad de fructificad y multiplicarse, llenar la tierra y administrarla. Este es el legado que hemos recibido de Dios. Él es un Dios de orden y no un dios del caos. Por eso, es importante señalar que el metodismo, desde sus inicios, mantuvo el ideal de una buena organización, para el mejor desarrollo de la Misión. Como metodistas, debemos sentirnos orgullosos de ser herederos de este legado. Gracias a la buena organización, se pudo conformar pequeños grupos de pacto, la formación de las sociedades, el ministerio laico, que incluía a hombres y mujeres, los predicadores itinerantes, la creación de escuelas dominicales, el establecimiento de escuelas para la enseñanza de los niños y niñas pobres.

 

De ahí que, en estos tiempos, especialmente en tiempo de pandemia y caos, nos toca seguir el ejemplo de los primeros metodistas. Hoy más que nunca, se necesita tener una buena organización para poder cumplir con nuestros objetivos, nuestras metas. La organización debe estar presente en nuestras, casas, escuelas, centros de trabajo, iglesias, y en toda la sociedad. Nuestros niños y niñas deben ser enseñados a ser organizados, a ser buenos administradores del tiempo, y tener una disciplina en todo el quehacer de sus vidas. Debemos ser la sal y la luz del mundo (Mt. 5:13-16).

 

Roguemos al Señor, para que siempre seamos ejemplo de organización y disciplina, en todo nuestro quehacer, ya sea en el hogar, en la escuela, en el centro de trabajo, en los centros de estudios, y en la iglesia. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


Copyright © 2021 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.