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CAMINANDO EN EL VALLE DE HUESOS SECOS

 

(Ezequiel 37:1-14)

 

El profeta Ezequiel ha tenido una visión acerca la situación de Israel. La nación israelita está siendo oprimida por el imperio de Nabucodonosor, Babilonia. La visión muestra al pueblo israelita reducido a un estado esquelético, los huesos se han secado, no hay vida. En medio de esa realidad, Dios revela a Ezequiel, que Israel será restaurado como nación. Él, con su poder reanimará esos huesos disecados, les dará vida. ¿Será esto posible? Ezequiel no duda que esos huesos podrán volver a tener vida. Él sabe que Dios es omnipotente. Por cierto, que Dios quiere que Ezequiel, su profeta, transmita esa esperanza, ese designio divino, a su pueblo que vive en cautiverio, sin esperanza alguna.   

 

El pueblo de Israel, en el cautiverio, vivían sin la esperanza de que podrían volver a ser una nación libre. En medio de la desesperación, pensaban que Dios los había abandonado. En esas condiciones, Dios quiere levantar los ánimos, a través del profeta. La visión es lo que va a suceder en el futuro, Israel será de nuevo reanimado, con la ayuda de Dios, y reintegrado a su patria. Si ahora, están exilados como muertos en sus sepulcros, Dios los va a sacar de ese estado, vivificándoles para hacerlos volver a su lugar. Esa es la esperanza que Dios genera, en medio de la opresión, de la esclavitud, del dolor, de la desesperación, de la muerte. Finalmente, la historia y las Escrituras nos dicen que Dios cumplió su promesa.  

 

Leer esta porción bíblica e interpretar la visión, después de miles de años, en estos tiempos, nos permite hacer una comparación con lo que estamos viviendo. De pronto, ha aparecido una pandemia, que está haciendo estragos en la mayoría de la humanidad. La muerte cunde por todos lados, hay desesperación, no hay esperanza de algo mejor, la gente camina entristecida y preocupada por los problemas cotidianos, la falta de recursos económicos hace que muchos vivan estresados, angustiados. Pareciera que caminamos en medio de un valle de huesos secos. Hay los que, teniendo vida, viven sin ánimo, sin fuerzas, sufren enfermedades, sin ganas de vivir, viven recluidos en sus mundos, solitarios, de nada les vale el dinero acumulado. Sus espíritus se han secado. No hay lugar para soñar o esperar algo nuevo. La palabra de Dios, tiene un lugar para todos ellos.

 

La sequedad de los huesos, la sequía espiritual, son situaciones de soledad, de tristeza, de dolor y de desesperación. En un momento dado, se llega a pensar que ya no hay esperanza alguna, que Dios se ha olvidado de su pueblo, de los que creen en Él. Por mucho tiempo, la humanidad ha pasado momentos de angustia y de dolor, de opresión y de esclavitud, de enfermedades y pandemias. Es haber pasado por un valle de huesos secos. Algunos, han considerado que Dios se ha olvidado de sus promesas. Pero, en medio de esa situación, Dios irrumpe para rescatar a su pueblo. Ejemplos tenemos en demasía. La Biblia, nos relata innumerables sucesos, tales como, la experiencia del éxodo con Moisés, la liberación de la cautividad y de la opresión de Su pueblo, por medio de Ciro, rey de Persia. Pero, la mayor señal, fue la venida de Jesucristo, quien vino para salvar a toda la humanidad, de la opresión, de la esclavitud y del pecado (Cf. Lucas 4:16-21; Juan 3:16-17).

 

Hoy podemos ver, cómo la palabra de Dios, cuando penetra en la persona, actúa de tal manera, que pareciera que los huesos y los tendones empiezan a juntarse, generando vida, vida en abundancia. A la voz de Dios, muchos huesos secos empiezan a revivir, por acción de Su espíritu. Muchas personas, sin esperanza, comienzan a resucitar, a salir de su letargo. Experimentan sanidad corporal y espiritual. La alegría y el gozo invaden su ser. Jesús dijo: "En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene la vida eterna y no es juzgado, porque pasó de la muerte a la vida." (Juan 5:24); "El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva." (Juan 7:38). Esto es una realidad, para las personas, que, habiendo vivido en un valle de huesos secos, escuchan la voz de Dios, y son transformadas por Su espíritu, generando vida, vida en abundancia. De esta experiencia, también nosotros, podemos dar nuestro testimonio personal.          

 

De ahí, la importancia y la urgencia de proclamar la palabra de Dios, en todo tiempo y lugar. Vivimos y caminamos en medio de un valle de huesos secos. Muchas personas, necesitan escuchar la voz de Dios, para generar en sus vidas, ríos de agua viva. Necesitan salir de esa sequedad material y espiritual. Dios nos ha colocado en medio de este valle para restaurar vidas con su Palabra. En algún momento, también nosotros, nos encontrábamos viviendo en medio de este valle de huesos secos; pero, al escuchar la voz de Dios, nuestras vidas cambiaron por completo. Así como Dios liberó a su pueblo de la muerte, así también, hoy Dios nos libera de la muerte y nos da vida en abundancia, a través de Su hijo Jesucristo, y por el poder Su Espíritu Santo.          

 

Que el Señor nos ayude a seguir proclamando Su palabra a toda criatura que está atravesando este valle de huesos secos, y pueda encontrar en el Señor, la paz y la vida eterna. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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