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LA VOZ DEL PUEBLO, NO ES LA VOZ DE DIOS

 

(1 Samuel 8:7-9)

 

Desde hace muchos siglos, se viene utilizando este proverbio que tiene raíces latinas: vox populi, vox Dei. Con esta expresión latina, se quiere significar que la opinión popular de la gente ordinaria revela la voluntad de Dios y debe obedecerse. También se utiliza este proverbio para indicar que, sean o no acertadas, las creencias populares, se imponen por su fuerza irresistible, y no es prudente oponerse a ellas. A nivel eclesiástico, esta expresión se ha utilizado para sugerir la naturaleza providencial de determinadas decisiones tomadas por consenso o aclamación, especialmente en la elección de cargos. Desde el punto de vista bíblico, esta expresión no tiene fundamento bíblico. Hay que distinguir entre la voz que Dios pronuncia al pueblo o a alguien en especial, y la voz que emana del pueblo. No hay un referente bíblico que la voz del pueblo sea la voz de Dios. Una cosa es que Dios pueda escuchar la voz del pueblo y solidarizarse con su sufrimiento, tal el caso de Israel en Egipto (Éxodo 3:7-9), y otra cosa es, lo que el pueblo pueda expresar, aduciendo que es palabra de Dios.

 

Como se decía desde el comienzo, esta expresión data de muchos siglos. Por ejemplo, en la Odisea de Homero, En los trabajos y los días de Hedosio, y en los escritos de Séneca el joven, aparece esta idea de que la voz del pueblo es la voz de Dios. Sin embargo, por el año 798 de nuestra era, ya se escuchaban voces contrarias a esta idea. Por ejemplo, Alcuino de York, teólogo, religioso, filósofo, gramático, matemático, erudito y pedagogo anglosajón, le escribía a Carlomagno de tomar en cuenta esta expresión. "Y no debería escucharse a los que acostumbran a decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues el desenfreno del vulgo está siempre cercano a la locura" (Epistolae, 166, para 9.). Pero, a pesar de ello, se ha seguido tomando, cómo válido, este proverbio. Es el caso del arzobispo de Canterbury, Walter Reynolds, quien en un sermón dirigido contra el rey Eduardo II de Inglaterra (1327), expresa una idea favorable a este proverbio. Nicolás Maquiavelo, utiliza este proverbio, en su obra "El Discurso sobre Tito Livio" para argumentar: "No se dice sin razón que la voz del pueblo es la voz de Dios. Vemos a la opinión pública pronosticar los acontecimientos de una manera tan maravillosa, que se diría que el pueblo está dotado de la facultad oculta de prever los buenos y los malos." 

 

Como se podrá ver, este proverbio ha servido para justificar algunas expresiones del pueblo y validarlas como voluntad de Dios. En las Sagradas Escrituras encontramos un hecho, que tiene que ver con el tema que estamos tratando. Resulta que, en un momento dado, el pueblo le dice a Samuel que quieren tener un rey, al igual que los demás pueblos vecinos. Ellos querían un jefe guerrero para enfrentarse a los filisteos y a los amalecitas. Hasta ese momento, el pueblo de Israel tenía como jefe a Samuel, quien era profeta y juez. Pero Samuel había envejecido, y puso a sus hijos por jueces sobre Israel, quienes no eran de buen testimonio. Ante esa situación, se juntaron los ancianos y le dijeron a Samuel que querían un rey que juzgue, así como lo hacen los reyes de otras naciones. El resumen de esta historia es que Dios permite que el pueblo elija un rey; en este caso, Saúl fue elegido rey de Israel. (1 Samuel cap. 8-10). Lamentablemente, Saúl desobedeció la voluntad de Dios y del pueblo, siendo desechado por Dios. Samuel había advertido al pueblo sobre las consecuencias de abandonar a Dios como Rey de Israel y poner a otra persona como rey. El pueblo no quiso escuchar a Samuel y eligieron su propio rey. Tal vez consideraron que esta decisión, era la voluntad de Dios. ¿La voz del pueblo, era la voz de Dios? Sin duda que no.

 

Hoy en día, se sigue usando esta expresión para convalidar expresiones populares, sobre el gobierno de una ciudad, de país, de un gremio, de un partido, o de una iglesia. Hay muchos políticos, ideólogos, agentes sociales, y hasta religiosos, que han sabido manipular la voluntad del pueblo, para lograr sus propios beneficios, aduciendo que la voluntad del pueblo es la voz de Dios. Con ello, han dado rienda suelta a sus propios proyectos, dejando de lado, la voluntad popular. La historia, registra, cientos de casos, donde se coloca a Dios como la voluntad del pueblo. Cuando existe un descontento social por la mala gestión de los gobernantes de turno, muchas personas se reúnen para protestar y pedir justicia. Es en esas voces de protestas, que surge la arenga: "La voz del pueblo, es la voz de Dios". La voluntad de Dios es manipulada por un sector de la sociedad, para exigir el ejercicio de la democracia y el establecimiento de la justicia. Los líderes sociales y políticos, no desperdician esta oportunidad para lograr sus objetivos partidarios o gremiales.       

 

La otra cara de la moneda, es cuando el pueblo, sin tomar conciencia de la realidad, elige a personas para gobernar, que tienen otros criterios, contarios a la democracia, a la justicia social, a los valores cristianos, y al orden social establecido. Ellos, al ser elegidos, comienzan a imponer sus criterios, ideologías o costumbres, ajenas al sentimiento popular. Entonces, muchos empiezan a preguntarse, si lo que eligieron era la voluntad de Dios. Esta falsa apreciación de querer poner a Dios en la voluntad del pueblo, ha generado situaciones de caos social, político y religioso, causando una decepción popular. Si Dios nos hablara, bien podría decirnos: "Y yo que culpa tengo" Es terrible manipular la voluntad de Dios, porque esto trae condenación. El pueblo de Israel aprendió, al elegir a Saúl como su rey, que la voluntad de ellos no era la voluntad de Dios. Esta decisión originó un gran caos religioso, político y social. Dios siempre tiene un buen propósito para su pueblo, para que vivan en paz, en prosperidad y en armonía. Todo lo contrario, no es su voluntad. Cuando Él quiere dar a conocer Su voluntad, utiliza a profetas, sueños, y visiones.                    

 

Oremos al Señor para que nos dé sabiduría para discernir, entre las diferentes voces que surgen en la sociedad, cuál es Su voz. Evitemos utilizar este proverbio popular para justificar cualquier decisión humana. Amén.

  

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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