
EL PRECIO POR DENUNCIAR EL PECADO
(Marcos 6:14-29)
Este relato está colocado entre el envío de los apóstoles, por parte de Jesús, a predicar el arrepentimiento (Marcos 6:6b-13) y su regreso (Marcos 6:30). Este relato nos lleva a considerar el precio a pagar en el ejercicio de la misión. El rey Herodes oye acerca de la fama de Jesús, debido a que su nombre se había hecho notorio. Es sorprendente la reacción de Herodes ante tales noticias. Inmediatamente relaciona a Jesús con Juan el Bautista. Considera que Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan esos poderes en Jesús. Mientras que, otros decían que Jesús era Elías, otros decían que es un profeta, o algunos de los profetas. Esta opinión de los judíos obedecía a una creencia de que el profeta Elías había de regresar antes del día del Señor (Malaquías 4:5-6). Pero, Herodes, no está convencido de lo que dice la gente. Su conciencia lo lleva a decir que Jesús es Juan, al que decapitó, y que ha resucitado de los muertos. Se ha revelado un crimen cometido por Herodes en contra del profeta Juan el Bautista.
Aquí se hace un recuento de dicho crimen cometido contra Juan el Bautista, por parte de Herodes. El detalle de tal acontecimiento se describe con todos los pormenores de dicho acto criminal. Resulta que, Herodes manifiesta que él había enviado y apresado a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano. Resulta que Herodes se había casado con ella. Entonces Juan, denuncia este pecado y le dice a Herodes que no es lícito tener la mujer de su hermano. Esta denuncia tiene como referencia lo que la Ley dice sobre este asunto (Levítico 18:16.20). Esta denuncia de Juan, tenía muy mortificada a Herodías y lo odiaba, queriendo matarlo, pero no podía, ya que Herodes temía a Juan y le protegía, sabiendo que un hombre justo y santo; y aun cuando lo escuchaba y se quedaba muy perplejo, lo escuchaba de buena gana. Es interesante, tener en cuenta el buen testimonio de Juan, que, a pesar de tener el favor del rey, no se coludía con el pecado y la inmoralidad. Hoy en día, muchas personas, al tener este mismo privilegio que Juan, se corrompen y prefieren callarse, ante el pecado y la inmoralidad. Cuánta falta hace, tener personas como Juan, para desterrar la corrupción.
El relato continúa. No todo termina, teniendo a Juan en la cárcel, sus palabras, son muy peligrosas. Herodías encuentra una oportunidad para deshacerse de Juan. Resulta que Herodes, al celebrar su cumpleaños, dio un banquete a sus jefes y comandantes y a las personas importantes de Galilea. De pronto, la hija de Herodías ingresó en el lugar del banquete y bailó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él en la mesa; y el rey dijo a la muchacha: "Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré" Y le juró una y otra vez que le daría cualquier cosa que pidiera, aunque fuese la mitad de su reino. Seguramente, Herodes quedó deslumbrado por la belleza y el baile de esta joven, que hasta la mitad de su reino era capaz de entregar. Ella era su sobrina, y no le importaba nada, con tal de complacerla y recibir algo de ella. La inmoralidad no tiene límites. Ella salió y le preguntó a su madre qué podría pedir. Ella inmediatamente le dice que pida la cabeza de Juan el Bautista. ¿Por qué tanta crueldad de Herodías? ¿No bastaba tenerlo en la cárcel? Muchas veces, el odio no tiene límites.
El desenlace de esta historia, se da cuando la joven entra de prisa donde estaba el rey y le dice que quiere que le dé en ese mismo momento, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. Ante ese pedido, Herodes se entristeció mucho; pero como había hecho un juramento en presencia de sus invitados, no quiso negarle lo que pedía. Lamentablemente, envió en seguida a un soldado con la orden de traerle la cabeza de Juan. El soldado fue a la cárcel y lo decapitó, poniendo la cabeza en una bandeja y la dio a la muchacha y ella se la entregó a su madre. Cuando oyeron esto los discípulos de Juan, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro. Como podemos apreciar, este es el precio por denunciar el pecado y la inmoralidad. Juan el Bautista, pagó con su vida, el precio de decir la verdad, de denunciar el pecado, la inmoralidad.
Esta historia, nos debe llevar a reflexionar sobre el precio que muchos profetas pagaron por denunciar el pecado y no coludirse con las autoridades de turno. Sin duda que, que el odio hacia ellos no tiene límites, tal como lo hemos visto en Herodías. Pero también, esta historia nos recuerda a Jezabel, la mujer del rey Acab, que quiso matar al profeta Elías, pero, con un resultado diferente al de Juan (1 Reyes 19:1-2). También, nos debe llevar a reflexionar sobre la persona de Jesús, que fue odiado por los líderes de Israel, al denunciar la corrupción, el pecado, y la inmoralidad. No pararon hasta condenarlo en la cruz. De igual manera, ese es el precio que se paga por ser honesto, justo, por no coludirse con el pecado y la inmoralidad. Esto debemos tenerlo presente todos los que somos discípulos de Jesús. La recompensa es la vida eterna.
Quiera el Señor darnos el coraje y la valentía de levantar nuestra voz profética en nuestros pueblos, que sufren el flagelo de la corrupción y de la inmoralidad. Que como Iglesia asumamos nuestro rol de ser luz y sal del mundo. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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