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A SOLAS CON DIOS EN LA QUIETUD

 

(1 Reyes 19:9-15a)

 

La experiencia de Elías, es muy importante tenerla en cuenta, en especial, cuando estamos pasando momentos difíciles y de zozobra. El relato bíblico nos da cuenta de que Elías está pasando por una situación muy difícil. Hay persecución y su vida corre peligro. Él decide huir y refugiarse en una cueva, pensando que ahí tendría paz y tranquilidad. De pronto, al pasar la noche, la palabra de Dios, sale a su encuentro y le pregunta, qué hace en la cueva. Elías le responde que tiene una gran preocupación por lo que está pasando con los hijos de Israel, al punto de haber dejado el Pacto, que han derribado los altares de adoración, que han matado a espada a los profetas, y que solo él ha quedado y lo buscan para matarlo. En verdad, hay una situación caótica. Elías piensa que el huir y refugiarse en una cueva, ya estaría a salvo. Esto también nos suele suceder cuando vemos que las cosas se nos vienen de mal en peor, y quisiéramos huir, para refugiarnos en algún lugar seguro, lejos del peligro.

 

Sin embargo, el Señor le pide que salga de la cueva y que se ponga delante de Él. En ese momento, al pasar el Señor, se produce un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas; lo curioso, es que el Señor no estaba en el viento. Ante ese fenómeno, es muy probable pensar que en ello estaría el Señor, pero, no era así. Después, se produce un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. El pánico de un terremoto, nos puede llevar a tener un temor por el Señor, pero el Señor no estaba en ese fenómeno. Luego, tras el terremoto, se produce un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego, algo diferente a lo que sucedió en la zarza ardiente en el monte del Sinaí con Moisés. Tras este fuego, se sintió el murmullo de una suave brisa. Lo que genera una situación de quietud, tranquilidad, y paz. Ante ese silbido suave, Elías se cubrió el rostro con su manto, comprendiendo que ahora sí, el Señor estaba presente. Es bueno comprender, que el Señor no siempre está en los momentos peligrosos, él está también, en los momentos de quietud, para poder hablarnos. Es el momento de sentir paz y tranquilidad, para escuchar la voz de Dios.          

 

Ahora, Elías, decide salir de la cueva. Ahí es donde el Señor le pregunta qué es lo que está haciendo ahí. Por segunda vez, Elías le vuelve a decir sobre su gran preocupación por lo que está pasando con los hijos de Israel, al punto de haber dejado el Pacto, que han derribado los altares de adoración, han matado a espada a los profetas, y que solo él ha quedado y lo buscan para matarlo. En ese encuentro a solas con el Señor, Él le dice que salga de ahí y que vuelva por su camino, por el desierto de Damasco, para cumplir con luna tarea, que él le ha dado. Elías, ya no puede estar huyendo, corriéndose de los momentos peligrosos, debe afrontarlos sin temor, sabiendo que el Señor estará con él. No sería la primera vez que un siervo del Señor huye de una situación, en el cumplimiento de una tarea encomendada. Más adelante, sucedería lo mismo con el profeta Jonás (Cap. 1-4). A nosotros también nos suele suceder lo mismo que a Elías y a Jonás. Ante una situación caótica, terrible, de terror, angustiante, lo primero que hace la mayoría, es huir, escapar a un lugar seguro, a un refugio. Pero, el Señor, viene a nuestro encuentro y nos devuelve a la misión.     

     

Esta experiencia de Elías, nos debe llevar a reflexionar de cómo debemos afrontar los momentos difíciles, tormentosos, caóticos, de zozobra, de terror y de pánico. Muchas veces, Dios no está en esas situaciones tormentosas, no está el viento fuerte, ni en el terremoto, ni en el fuego. Él está en los momentos de quietud, de paz, de tranquilidad, en el suave murmullo. Es en esa situación, que podemos escuchar la voz de Dios, saber su voluntad, y sentir la paz, que solo él nos puede dar. Hoy en día, hay mucho miedo entre las personas, ante un terremoto, catástrofe, decisiones políticas y momentos de persecución, lo que ocasiona la huida, el exilio, hacia otro lugar más seguro, un refugio seguro. En esos momentos nos olvidamos de hacer una pausa, y de esperar la presencia de Dios. Nos desesperamos, al punto de caer en el miedo, en el caos. Es necesario tener un tiempo de tranquilidad, de paz, de sosiego, para que nuestros pensamientos y acciones se den de acuerdo a la voluntad de Dios.    

   

Que el Señor nos permita encontrar la calma, la paz, y la tranquilidad, en los momentos difíciles. Que podamos tener un tiempo de silencio, de reflexión, de quietud, a solas con el Señor, en el cumplimiento de la misión. Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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