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CON LA FE DE UN NIÑO

 

(Mateo 18:1-6)

 

Es interesante ver cómo los niños están considerados en los planes de Dios. Desde épocas anteriores, se hace referencia en las Escrituras del rol de los niños, en el plan de salvación del Señor. Por ejemplo, tenemos el caso de Samuel, que desde niño fue llamado a servir al Señor (1Samuel 3:1-19); otro ejemplo, es Jeremías, que desde el vientre de su madre, ya el Señor lo había designado como su profeta (Jeremías 1:4-10); Jesús, ante sus discípulos, les dijo que dejen que los niños vengan a Él, y que no se lo impidan; porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 19:14); en el milagro de la alimentación de los cinco mil, Andrés, pone como referente a un niño, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos (Juan 6:8-9); ahora Jesús, pone a un niño como ejemplo, para dar una lección a sus discípulos. En la preocupación de los discípulos, de quien es más grande o mayor en el reino de los cielos, Jesús llama a un niño, que seguro estaba con ellos, para ponerlo como ejemplo. La fe de un niño es muy importante para Jesús. Quien quiera ser importante en el reino de los cielos, debe aprender de la sencillez y la fe de un niño.

 

¿Qué quiso enseñar Jesús a sus discípulos, con este ejemplo? Sin duda, que los discípulos, ya gente madura, estaban preocupados por quién de ellos estaba en la capacidad de ser el líder o jefe del grupo. Hay un poco de soberbia y vanidad, entre ellos, por alcanzar el poder. Ante esa situación, Jesús coloca entre ellos a un niño, que no tiene ninguna pretensión por lograr algún poder o beneficio, en las cosas de Dios. El niño, que se encuentra con ellos, seguramente, está siguiendo a Jesús, para oír y aprender de sus enseñanzas. No tiene ninguna otra intensión. La fe de este niño es sencilla, cree todo lo que Jesús está enseñando, confía que tiene su protección. No hay dudas en él. Esta es la fe que Jesús quiere que haya entre sus discípulos, y en nosotros. Que podamos ver las cosas con la fe un niño.       

 

Sin embargo, al pasar el tiempo, nuestra fe va adquiriendo una metamorfosis. Al comienzo, nuestra fe es como la de un niño, creemos todo lo que aprendemos de la palabra de Dios, escuchamos con atención las enseñanzas, acerca de Dios, de parte de nuestros padres y maestros, no hay dudas sobre ellas. Lo creemos todo. Pero, a medida que va pasando el tiempo, empezamos a escuchar otras voces, que nos hacen dudar y poner en cuestionamiento, todo lo que hemos creído y aprendido sobre las cosas de Dios, sobre la fe. Viene a nosotros, una serie de dudas. Estas se agudizan, en la medida que nuestras experiencias sobre la fe, no son las mejores. Las pruebas, las tentaciones, las caídas, las decepciones, los malos testimonios de creyentes, sin duda, que, aumentan nuestras dudas acerca de la fe Dios. Ya no creemos como un niño, sino, como un adulto decepcionado.       

     

Quien haya sido profesor en una escuela cristiana, debe haber visto cómo los niños escuchan con avidez las enseñanzas de la Biblia, de las parábolas de Jesús, cantan con mucha alegría canciones y coros cristianos. Leen la Biblia en todo momento. Comparten su fe, en su lenguaje y entendimiento, acerca de las cosas de Dios. Como profesor, escuchamos cómo Dios habla a los niños, a través de sueños, de las experiencias con sus padres y amigos, sus preocupaciones y sus problemas. Pero también, respondemos un sin número de preguntas sobre las cosas de Dios. El niño cree todo lo que le enseñamos. Él va a casa y cuenta todo a sus padres, y amigos en el barrio. De alguna manera, da testimonio de su fe en Dios ante los demás. Esta debería ser también nuestra actitud. 

   

Existen muchos ejemplos, de cómo un niño da testimonio de su fe en Dios. Quisiera contar una experiencia, una de tantas, con niño. De pronto, hubo un terremoto, todos en la casa salieron corriendo apresurados con pánico. Pero, el abuelo, que estaba postrado en cama, no pudo salir, se quedó inmóvil. Un nieto mayor lo fue a rescatar. El niño, preocupado, preguntó por su abuelo, en esa situación; le dije que estaba bien y que Dios lo había protegido. Él inmediatamente, contó a todos que Dios había protegido a su abuelo. La cara de felicidad se notaba en su rostro. ¡Qué grata experiencia de fe! Seguramente, existen otras experiencias. De ahí, la importancia de la enseñanza de Jesús, acerca de tener fe como la que tiene un niño.  

 

Lamentablemente, hoy en día, existe mucha incredulidad entre la gente. Diversas ideologías están influenciando en la enseñanza de los niños, al punto de negar la existencia de Dios, desconocer las maravillas de Dios, a través del tiempo. Se resta importancia de la Biblia, como palabra de Dios. En muchos lugares, se ha prohibido enseñar acerca de Dios y de usar la Biblia, hasta el punto de asesinar a quienes no acaten dichas disposiciones, no importando si son niños o adultos. Muchos pastores y misioneros son sacrificados por enseñar la palabra de Dios, ahí donde no conocen a Dios. Sin duda, que, hay una corriente materialista que pretende imperar a toda costa. 

 

Roguemos al Señor para que podamos seguir enseñando Su palabra en todo tiempo y lugar. Qué podamos dar razón de nuestra fe a la manera de cómo lo hace un niño. Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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