
VIVIENDO POR CONVICCIONES O POR PREFERENCIAS
(Romanos 8:35-39)
En estos tiempos notamos que muchas personas viven de acuerdo a como vienen las cosas. Viven según las circunstancias, según las ofertas del mercado de la vida. Son como hojas al viento. No son estables en su diario vivir, se manejan de acuerdo a las preferencias de los demás. Muy poco se ve a personas que viven por sus convicciones, seguras de lo que creen y piensan. Capaces de dar la vida por sus ideales. Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre lo uno y lo otro? Es bueno tener en cuenta que, tener convicción en torno a algo es estar tan plenamente convencido de que ese algo es cierto, que lo defendemos sin importar las consecuencias. Por el contrario, sentir preferencia en cuanto a algo consiste en tener una creencia que puede cambiar según las circunstancias. Esta la diferencia entre vivir por convicciones y vivir por preferencias.
Hoy en día, en tiempos del post modernismo, el relativismo, ha adquirido relevancia en las vidas de las personas y en la misma sociedad. Ahora, la verdad no es absoluta, es relativa; la existencia de Dios no es absoluta, es relativa; la concepción del origen del universo, no es una afirmación absoluta, es relativa; lo que era bueno en un momento, ahora es malo, y lo que era bueno, ahora es malo; la fidelidad ya no es una acción absoluta, es relativa; la Biblia, ya no es un libro absoluto sobre las cosas de Dios, ahora es una verdad relativa. Nos manejamos sobre la relatividad de las cosas. Nada es absoluto, todo es relativo. Por lo tanto, la conducta, el amor, y las creencias, son valores relativos. Pueden cambiar según las circunstancias. Los filósofos modernos se han encargado de enseñar que ya no hay nada absoluto, todo es relativo. Así se maneja, ahora, el mundo.
Como cristianos, debemos tener claro, que vivimos por convicciones y no por preferencias. Creemos por fe, en Dios, en Jesucristo, en el Espíritu Santo, en la Iglesia, en la Biblia, en la salvación, en el amor al prójimo, en la vida eterna, en la paz. Esa convicción está en el Credo de los Apóstoles: "Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén." Es una declaración que resume toda nuestra creencia, acerca de las cosas divinas. Son verdades absolutas, no relativas. Muchos mártires dieron y dan su vida, en defensa de esta creencia. De ahí que sería bueno tener en cuenta las palabras del Apóstol Pablo. ¿Quién nos podrá separar del amor de Dios? ¿Quién nos apartará de nuestras convicciones?
Sin embargo, hay personas que viven, no por sus convicciones, sino por preferencias. También hay cristianos, que no están excepto de esta afirmación. Lamentablemente, en el diario vivir, las decisiones que se toman, son de acuerdo a tal persona, o de acuerdo a tal situación, o de acuerdo tal postura doctrinal o ideológica. Muchas veces, se ha visto que estas decisiones, pueden cambiar de un día para otro; lo que se creía hoy, puede cambiar mañana, según las circunstancias. Un ejemplo real, son las elecciones de los dirigentes de una institución, de una sociedad, de la Iglesia, o por los gobernantes de un país. En el proceso electoral, cada candidato presenta propuestas, muchas de ellas, de carácter doctrinal o ideológico. Llega un momento, en que dichas propuestas tienen que ver con nuestras convicciones. Pero, lamentablemente, se llega a un punto, que no interesa la convicción, sino la preferencia por tal persona, o doctrina o ideología. Se vota por preferencias, no importando si éstas, van en contra de nuestras convicciones, y si son compatibles con la fe cristiana. El resultado, muchas veces, es en contra de los principios y valores establecidos.
Que el Señor, nos mantenga firmes en nuestras convicciones y no caigamos en la tentación de tomar decisiones, solo por preferencias. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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