
CUANDO QUEREMOS MÁS DE LO QUE TENEMOS
(Lucas 12:33-34)
Muchas veces hemos leído este texto bíblico, en el cual Jesús nos dice que no acumulemos riquezas de este mundo, porque éstas se apolillan y se echan a perder; además, los ladrones perforan las paredes y las roban. Esto es sin duda, una advertencia del Señor. Más bien, Él nos aconseja acumular riquezas en el cielo, donde no se apolillan ni se echan a perder y donde no hay ladrones que entren a robarlas. Pues donde tengas tus riquezas allí tienes tu corazón. Esta es otra advertencia que nos da el Señor. Pero en la práctica, estos consejos y advertencias quedan como meras palabras. Nuestro afán por obtener más de lo que tenemos nos gana y empezamos a querer tener más riquezas de este mundo, no importando el costo que este afán genere. No nos conformamos con lo que tenemos, queremos más. No somos agradecidos con las bendiciones que el Señor nos da, consideramos que éstas, no son suficientes para nuestro afán de querer tener más y más. En este proceso de conseguir más riquezas, perdemos tiempo valioso para ser felices, para estar juntos con nuestra familia y amigos, para tener paz y tranquilidad emocional.
No hace poco, me llegó una reflexión, en la cual se contaba una historia de un rey muy rico y uno de sus criados. En verdad, esta historia me hizo reflexionar sobre el afán de querer acumular más riqueza de la que ya tenemos. Se las compartiré, de una manera resumida, con el propósito de que les sirva de lección. Dice la historia, que había una vez un rey muy rico, que lo tenía todo, nada le faltaba, sin embargo, no era feliz. Un día se cruzó con uno de sus criados que trabajaba alegremente. El rey se quedó intrigado al verlo y se preguntaba: ¿Cómo era posible que él, gobernante supremo del reino, pudiera andar triste y desolado, mientras que este humilde siervo parecía disfrutar de tanto placer? Se acercó a su siervo y le preguntó por qué era tan feliz. El criado le respondió que él era un simple sirviente y que no necesitaba mucho, ya que tenía un techo para albergar a su familia y una comida caliente para comer. El rey sorprendido por la respuesta, no conseguía entenderlo. Entonces, llamó a su consejero y le compartió lo que el criado le había manifestado. El consejero le dijo que este siervo no era parte del Grupo 99. Él le preguntó: ¿Qué es el Grupo 99?
Para que el rey pudiera entender lo que era este grupo, le aconsejó que deje una bolsa con 99 monedas de oro en la puerta del criado. El rey le obedeció. Poco después, el criado encontró la bolsa en la puerta y sus ojos se iluminaron. No podía creerlo. Nunca había visto tanto dinero junto. Inmediatamente tiró las monedas sobre la mesa y empezó a contarlas. Había 99 monedas. Le pareció extraño que solo hubieran 99 y no 100. Pensó que tal vez se había perdido una. Entonces decidió tener esa moneda que faltaba. Se obsesionó tanto por conseguirla que decidió hacer todo lo imposible por conseguir la otra moneda de oro. Trabajaba día y noche sin descansar. Desde ese día, la vida del criado cambió. Pasaba todo el día pensando en cómo hacer para ganar una moneda de oro. Siempre estaba cansado y quejándose. Tenía poca paciencia con su familia, la cual no entendía por qué esa obsesión de obtener la centésima moneda de oro. El criado ya no silbaba mientras trabajaba. El rey vio este cambio repentino en su criado y llamó a su consejero y le preguntó qué es lo que había sucedido con su criado. El consejero le dijo que ahora, el criado era parte del Grupo 99.
Bien, el Grupo 99, dijo el consejero, está formado por personas que tienen lo suficiente para ser felices, pero todavía no están satisfechas. Están constantemente queriendo obtener esa moneda que les falta. Viven con la esperanza de tenerla y pensando que, si tuvieran esa moneda, entonces podrían ser realmente felices. No se contentan con lo que tienen para ser felices. Cuando ganan algo más grande o mejor, de inmediato surge la sensación de que se podría tener más. Con un poco más, se cree que se haría una gran diferencia. Es el afán de un poco más. No se dan cuenta que, con esa actitud, se pierde el sueño, la alegría, la paz y se aplasta a las personas que están a su alrededor. Un poco más, siempre se vuelve un poco más. Este afán de un poco más es el precio de la voluntad.
Esta historia, un poco fantasiosa, en realidad, es una gran verdad. Hoy en día, hay muchas personas que se sienten insatisfechas con lo que tienen, quieren más y más. No les interesa hacer lo imposible por obtener más de lo que tienen. No les importa, si el costo de ese afán, los lleva a sacrificar un tiempo precioso con la familia y amigos, perder la paz y la alegría. No se es agradecido con las bendiciones de Dios, se quiere más. Esta es una actitud, que actualmente, se está generalizando en muchas personas. Hay todo un afán por obtener más riquezas de este mundo, olvidando las advertencias de Jesús sobre este afán. No hay nada mejor, que vivir agradecido con las bendiciones que Dios nos da. De nada vale afanarse por tener riquezas, si a cambio perdemos lo más valioso que tenemos, la paz, la alegría, la tranquilidad de vivir con nuestra familia y sin preocupaciones. Todo esto, es parte de las riquezas espirituales.
Qué el Señor nos de la actitud de conformarnos con lo que Él nos da diariamente. No debemos afanarnos por aquello que es superfluo, transitorio. Seamos siempre agradecidos con las bendiciones del Señor. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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