¿EN QUÉ SE BASA NUESTRA FE?
(Mateo 7:24-27)
Esta pregunta, que pareciera ociosa, es válida para nuestro tiempo, después de muchos siglos de la venida de Jesús a nuestro planeta. Es pertinente esta pregunta, debido a que, hay muchas personas que afirman tener fe, pero en la práctica, esa fe es débil. No produce los frutos esperados. Ante problemas y dificultades se derrumba y genera decepción, amargura, desazón, incredulidad. Mientras que otras personas, en similares circunstancias, los frutos de su fe son grandiosos, generando alegría, convicción, y fortaleza. ¿A qué se debe esta situación? ¿Por qué lo uno y lo otro? La respuesta sería el dar a conocer sobre qué base está fundamentada la fe. Sería bueno recordar lo que nos dice el apóstol Santiago al respecto: "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor." (Santiago 1:6-7). Con estas palabras se explicaría el por qué la fe es infructuosa, sin frutos. Por otro lado, están las palabras de Jesús: "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina." (Mateo 7:24-27).
Resulta claro, que, la fe débil, sin frutos, sin esperanza, sin alegría, sin convicción, está basada en cuestiones sentimentales, ideas, especulaciones y pensamientos, meramente racionales. No está basada en la palabra de Dios, en sus principios, ni en las promesas de Dios. Bien sabido es que el Señor no responde cuando hay duda. Lamentablemente, mucha gente, basa su fe en cuestiones sentimentales o reflexiones racionales, llegando a la conclusión de que Dios no responde, porque considera que aún sigue siendo pecador. Estas personas, a pesar de haber hecho su confesión de pecado y aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador, consideran que son muchos sus pecados cometidos en el pasado, que Dios no los ha perdonado. Cargan con una mochila de mea culpa y remordimiento, olvidando lo que el apóstol Juan nos dice, acerca del perdón de pecados: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9). Como dice Jesús, esta fe ha sido puesta en cimientos sobre la arena. Ante cualquier dificultad o problema, se derrumba y la situación de la persona es ruinosa, lamentable. Pero también encontramos a nuestro alrededor. cristianos que ponen su fe en ideologías, en sistemas sociales y posiciones políticas.
Mientras que, una fe basada en la palabra de Dios, en sus principios y en sus promesas, los resultados son grandiosos y generan alegría, esperanza, convicción, y testimonio. Cuando una fe es firme y con convicción, Dios escucha las oraciones y responde. Hay muchos testimonios de personas que han sido bendecidas por el Señor, han resuelto sus dificultades y problemas, porque pusieron su esperanza y fe en Dios. No dudaron en ningún momento, a pesar que pareciera que las circunstancias no eran favorables. Están convencidos de que Dios los ha perdonado, que sus pecados han sido borrados de la mente de Dios, que no tienen por qué vivir con una carga de mea culpa y remordimiento. Llevan una mochila de alegría, de esperanza, de compasión, de testimonio de las maravillas de Dios ha hecho en sus vidas. Ellos han puesto su fe en cimientos sobre la roca, la palabra de Dios.
De ahí que, es pertinente preguntarnos en qué se basa nuestra fe. Diariamente se ve estas dos clases de personas, ambas viven la misma realidad, pero sin duda que, la vivencia de cada una de ellas es muy diferente. Hoy en día, mucha gente pone su esperanza, su fe, en personas, en doctrinas, en ideologías, en sistemas sociales, en adivinos, en charlatanes religiosos, y en los políticos de turno. Todos ellos, prometen la felicidad, el bienestar, una vida diferente, a cambio de una aceptación a sus propuestas y seguimiento sin discusión. Son falsos ídolos. No tienen poder. Lamentablemente, mucha gente los sigue a ciegas. Lamentablemente, se ha podido comprobar, que después de un tiempo, todas esas promesas, son falsas e inalcanzables. A veces es tarde, cuando el engaño ya está hecho. La frustración de muchas personas es incalculable.
De ahí que, hoy más que nunca, la gente necesita saber que el único que puede cambiar cualquier situación o adversidad, es Jesucristo. Él no miente, no engaña, no se mete a nuestra vida, sin nuestro consentimiento, por el contrario, está a la puerta esperando que le invitemos a entrar a nuestra vida, a nuestra casa (Apocalipsis 3:20). Los medios de comunicación social, distraen a la gente de esta gran verdad, poniendo alternativas de solución, meramente racionales y pasajeras. Lamentablemente, la gente se aferra a estas soluciones, desesperadas por salir de su situación angustiosa y adversa. están como ovejas sin pastor, van de un lado a otro, buscando una salida, una solución. Necesitan, escuchar la palabra de Dios, necesitan alguien que les de esperanza, que les ayude aumentar su fe en Jesucristo, y que encuentren solución a sus problemas y adversidades. Ahora, no mañana. Esta es la tarea de los que hemos podido salir adelante, poniendo nuestra fe en Dios, y recibir sus bendiciones. Nuestro testimonio, ayudará a muchos a volver a creer en Jesús, a querer seguirle, a poner su Palabra como fundamento. Necesitan saber que Él dio su vida por nuestra redención, y felicidad. No hay otro camino.
Roguemos al Señor, que nos permita dar testimonio de las múltiples maravillas y bendiciones recibidas por nuestro Dios. Todo esto por la sola fe. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
Copyright © 2021 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.
