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BOOZ, EJEMPLO DE SOLIDARIDAD

(Rut 2)

 

El relato bíblico nos da cuenta de una mujer llamada Rut, de origen moabita, que había quedado viuda de un varón israelita, por lo tanto, su condición era extranjera. Ella y su suegra Noemí, que también había quedado viuda, habían llegado de Moab a Belén, territorio israelita, en una situación precaria. En el capítulo uno, se nos da cuenta que Noemí y sus dos nueras, perdieron a sus esposos, al fallecer cada uno. Una de sus nueras, Orfa, regresó a Moab. Mientras que Rut decidió quedarse con su suegra y hacer que su pueblo sea su pueblo, y que su Dios sea su Dios. Además, le prometió que solo la muerte las separaría. Un ejemplo digno de imitar, hoy en día. Pero, ahora, Noemí y Rut no tenían ninguna protección. Aquí es necesario mencionar que, en el Antiguo Testamento, la hospitalidad hacia el forastero era un deber de todo israelita. Por lo tanto, ellas no deberían estar abandonadas.

 

En estas condiciones, de necesidad angustiosa, Rut, opta por ir a trabajar a un campo de cebada, para recoger las espigas que los trabajadores dejaban. El jefe de los trabajadores la recibió y le permitió trabajar. Aquí, encontramos una muestra de hospitalidad hacia esta extranjera moabita. Resulta que el campo pertenecía a un pariente de su suegra Noemí, el cual se llamaba Booz, quien era muy rico y muy importante en Belén. Rut ignoraba esta relación familiar.

 

Como era costumbre en Booz, fue a vigilar el trabajo en sus campos, y vio a una joven que le llamó la atención, y sintió curiosidad por ella. Sin pensarlo dos veces, preguntó al jefe de sus trabajadores, quién era esa joven. El jefe le dijo, que la joven era de Moab y que había venido con Noemí, su pariente. Además, le dijo que ella le había suplicado que la dejara recoger las espigas que se les caen a los trabajadores. Todo el día estaba trabajando duramente.

     

Esta información, ponía en claro la condición de emigrante de Rut. Ahora bien, Booz, como israelita, sabía que había una ley que apoyaba a los extranjeros en suelo israelita (Levítico 19:9-10). Esta ley no solamente era de carácter legalista, sino que, tenía una dimensión espiritual. De ahí que Booz tiene compasión por Rut y le brinda todo su apoyo y le brinda hospitalidad.  Él la llamó y le pidió que no fuera a otros campos y que se quedara en el campo, para que acompañara sus trabajadoras. Además, le dijo que había dado órdenes a sus trabajadores para que no la molesten. Que, si tiene sed, vaya a tomar agua, de las jarras que han sido llenadas por ellos. Rut, al ver tanta humildad en este varón, se inclinó a tierra y le preguntó: ¿Por qué es usted tan amable conmigo? ¿Por qué se preocupa tanto por mí, si soy una simple extranjera? Él le contestó: ¡Que Dios te premie por todo lo que has hecho! ¡Que el Dios de Israel, en quien ahora buscas protección, te haga mucho bien! Le estaba dando su bendición. Vale destacar que las relaciones entre moabitas e israelitas, eran muy tensas. De ahí que Rut se ve sorprendida por tanta generosidad de Booz. Israel y Moab, estaban enemistados por causa de la religión. A pesar de que históricamente estaban hermanados, aun así, existía una gran rivalidad entre esos dos pueblos. Seguramente que Booz entendió que la relación entre Rut (moabita) y Noemí (judía) era una forma de reconciliación entre estos dos pueblos. Él no se quedaría atrás.

 

Es por eso que Booz, no solamente le da una ayuda laboral, sino que, además, le dio su bendición. Aquí podemos ver la calidad de persona en Booz. Rut agradeció este gesto hacia su persona. En esas circunstancias, el gesto de Booz de invitarla a comer, sella su actitud generosa. Ahora ella ya no recogería las sobras. Como resultado de este gesto, ella pudo recoger más de veinte kilos de cebada.  Era de alguna manera, una bendición de Dios. Por otro lado, Rut guarda las sobras para su suegra. Como reflexión, podríamos decir que, en medio de la abundancia, las sobras sirven para alimentar a quien no tiene nada que comer.

 

Luego de haber comido, Rut regresó a seguir trabajando en el campo, ahora donde están los manojos de cebada. Ya no recogerá las sobras. Esta fue la orden dada por Booz a sus trabajadores. Ahora, llena de felicidad, tomó la cebada y se fue a Belén para mostrarle a su suegra todo lo que había recogido ese día. Compartió con ella la comida que había traído consigo. Es bueno tomar en cuenta la actitud de Noemí. Al enterarse de que su pariente Booz había dado trabajo a Rut, da su bendición a favor de él. Este varón ¡Era su pariente! ¿Qué alegría y gozo! Sin duda que, actitudes como estas generan alegría y gozo. Ahora, él tenía la obligación de protegerlas, tal como lo establecían las leyes. Ya no estaban solas y desamparadas. Finalmente, Noemí aconseja a Rut a quedarse a trabajar en el campo de Booz, Rut siguió el consejo de su suegra y siguió recogiendo espigas con las trabajadoras de Booz hasta el término de la cosecha de cebada y de trigo. Rut no dejó a su suegra abandonada, vivía con ella. Ella también fue solidaria con su suegra. Hay una actitud recíproca de hospitalidad.

 

Sin duda que esta historia resalta que Dios ama a todas las personas y no solamente a los judíos, dando la bienvenida a los extranjeros, y que Él utiliza a personas para lograr tal fin. En este caso, Booz, era un hombre rico y respetado, un líder en Belén, demostró su fe ayudando a una extranjera indefensa, ofreciéndole protección y trabajo. Un gran ejemplo de solidaridad.

 

Así como Rut encontró reposo y redención en Booz, así tan bien encontraremos reposo y redención en Cristo Jesús. Ni la abundancia ni pobreza aleja a las personas de Dios. Rut en su pobreza y Booz en su riqueza no se apartaron de Dios. Por lo tanto, es posible servir a Dios y nunca apartarse de Él en esta condición. Él está siempre al tanto de nuestras necesidades.

 

Por último, como una experiencia concreta sobre este asunto, podemos decir que, en estos tiempos, el Perú está recibiendo a muchos extranjeros, en su mayoría venezolanos, que vienen con su familia en busca de refugio, alimento y trabajo. Ellos llegan en un momento donde la pandemia nos está agobiando y matando a mucha gente, haciendo que muchos pierdan sus trabajos. Entre ellos hay muchos niños y niñas. Por esta situación, ellos y sus familias están sufriendo económicamente, socialmente y espiritualmente. Están desesperados y estresados. Están en búsqueda de una ayuda de parte del Estado, que lamentablemente no llega. ¿Cuál debe ser la respuesta de los cristianos y cristianas? Felizmente, gracias a Dios, hay personas misericordiosas que están ayudándolos en la medida de sus posibilidades.

 

Como respuesta al amor que Jesús nos demanda y siendo solidarios, la Iglesia Metodista del Perú está poniendo su granito de arena, a través del Programa Casa de la Esperanza para la Familia Migrante, que atiende a adultos, niños y niñas. En este Programa, además de compartir las necesidades vitales de las personas, se les dice que no solo de pan vive el hombre, sino, de la palabra de Dios. Luego, se tiene un momento de oración, para pedir a Dios que los guarde y proteja a sus hijos e hijas.

 

El ejemplo de Bozz, debe ser imitado por todos nosotros que decimos ser cristianos y que amamos a nuestro prójimo. Que el Señor nos permita ser luz y sal en este mundo. Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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