
¿DÓNDE ESTÁ LA ZARZA ARDIENTE, HOY?
(Éxodo 3:1-15)
El llamamiento de Moisés se da en circunstancias muy extrañas, llenas de misterio y de curiosidad. El relato bíblico nos dice que Moisés estaba apacentando las ovejas de su suegro Jetro y las llevó hasta el monte de Dios, llamado Horeb, también conocido con el nombre de Sinaí. De pronto, Dios en forma de ángel se le apareció a Moisés, en medio de una zarza, como fuego. Esta situación llamó la atención y la curiosidad de Moisés, quien, sorprendido, al ver que la zarza ardía en el fuego y no se consumía, decidió ir a ver qué es lo que estaba pasando. En principio, pensó que era algo extraño. Sin pensarlo dos veces, decidió averiguar con sus propios ojos. Moisés no sabe lo que Dios le tenía preparado. Esta es una forma extraña que Dios utiliza para llamar la atención de Moisés. Muy distinta a otras maneras utilizadas por Él, para llamar a alguien para una misión. ¿Por qué una zarza ardiente, en pleno desierto?
En pleno desierto, no había quien pudiera hablar con Moisés, excepto su suegro. No había otras formas de comunicación. Dios opta hablar con Moisés a través de un fenómeno natural, la zarza, la cual estaba ardiendo en pleno monte. Desde allí, sale la voz de Dios para el llamado. Sin duda que es algo sobrenatural. Es una forma de teofanía divina. Esa voz tiene un propósito, un nombre concreto: Moisés. Al escuchar Moisés su nombre, él responde, aquí estoy; en hebreo: הנני. A la respuesta de Moisés, Dios le dice que no se acerque y que se quite el calzado, ya que el lugar donde está es sagrado. Hay una separación entre lo mundano y lo sagrado. Hoy en día, bien sabemos que Dios sigue llamando a muchas personas para cumplir una misión. Las llama desde lo mundano. Las incorpora al mundo de lo sagrado. Si bien es cierto, que ya no hay zarzas ardientes a nuestro alrededor, bien podríamos preguntarnos: ¿Dónde está la zarza ardiente, hoy?
¿Habrá una zarza ardiente, en algún lugar de este mundo, que no hemos podido identificar? En la zarza ardiente, Dios se identifica como el Dios de los antepasados de Moisés (Abraham, Isaac y Jacob). Ahí Dios le da a conocer su propósito, por el cual está llamándolo: la liberación de su pueblo de las manos de los egipcios y llevarlos a la tierra prometida, donde fluye leche y miel. Esta es la misión que debe realizar Moisés. Sabemos la historia. Moisés respondió al llamado de Dios y cumplió con la misión. Así como Moisés, también nosotros hemos sido llamados para cumplir una misión. Tal vez, no fue desde una zarza ardiente, sino desde un lugar especial. ¿Desde dónde el Señor nos llamó? Hoy en día, ¿será que la zarza ardiente, ha cambiado de aspecto? ¿Desde donde el Señor nos llama hoy en día?
Recordemos que Moisés fue llamado desde un desierto, estaba solo con su rebaño de ovejas, nadie más estaba a su lado. Ya contaba con ochenta años de edad, había huido de Egipto al cometer un asesinato. Él estaba en sus quehaceres cotidianos, en su rutina, sin más preocupación que mantener a su familia. En esas circunstancias, Dios lo llamó desde una zarza ardiente. Ahora bien, ¿En qué situación el Señor nos llamó? ¿A qué edad fuimos llamados? ¿Qué estábamos haciendo? Sería bueno mirar a nuestro alrededor, para descubrir si hay alguna zarza ardiente, en la cual Dios quiere hablarnos y llamarnos para una misión. De pronto, lo es, un ángel, una Biblia, un misionero, un pastor, un predicador, la radio, la TV, las redes sociales, un celular, una guía de meditaciones. Estas son las actuales zarzas ardientes, en medio de un mundo caótico y sin esperanza.
Sea el Señor que nos lleve hacia la zarza ardiente, para poder escuchar su voz y llamado, en medio del barullo, para cumplir con la Gran Comisión. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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