
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
(Jeremías 33:3; 1 Crónicas 4:10)
Existe un dicho que dice que una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica. En la vida secular se suele aplicar este dicho popular. Con esto se quiere enfatizar que, una cosa es lo que podemos decir, enseñar o prometer, sin ninguna aplicación real sobre un asunto; y otra cosa, es decir, enseñar o prometer, pero con una aplicación real sobre un asunto. En la vida cristiana, muchas veces se ha querido aplicar este dicho popular, en las cuestiones de la fe, de la existencia de Dios y en la vida cotidiana. Hablar de la fe, sin una práctica de la misma, no tiene sentido; predicar de un Dios vivo y no sentir su presencia en medio de las necesidades, queda como una afirmación en el aire; vivir una vida cristiana sin ninguna praxis, es desdecir lo que el Señor ha enseñado sobre el amor y la praxis de la fe. En la Escritura encontramos muchos textos sobre este asunto, pero en esta oportunidad, se ha tomado dos de ellos: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces" (Jeremías 33:3). "E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió" (1 Crónicas 4:10). En ambos, hay un clamor a Dios y una respuesta del mismo. No se queda en un mero clamor o deseo de que Dios responda, sino que, la respuesta de Dios es inmediata. Esto es pasar de la teoría, acerca de la existencia de Dios, a la respuesta del Dios vivo y ayudador.
Hay muchas personas que viven con esta dualidad con respecto a la existencia de Dios, de la fe y de la vida cristiana. Para ellos, Dios es un mero concepto, una idea, un ente, un espíritu, una proyección de un deseo, que queda en el mero concepto. Ese Dios está muy lejos de ellos, es inalcanzable, no responde a ningún clamor o pedido. En otros casos, Dios es estático o un dios convertido en una estatua, en una figura o en una pintura de arte. Inclusive, ese dios hay que trasladarlo de un lugar a otro, porque, tiene ojos, pero no ve, tiene manos y no puede agarrar nada, tiene pies y no puede caminar. Todas las culturas han creído en un dios, pero no en un Dios vivo, que escucha nuestro clamor y acude a nuestro pronto auxilio. El dios en que creen es un dios teórico y no experimental. Hoy en día, se celebran ceremonias en honor a ese dios y se realizan procesiones de su figura o estatua. La fe de mucha gente, descansa en ese dios y esperan alguna respuesta, que muchas veces no llega. No se tiene la experiencia o la praxis de un Dios vivo que actúa y que acude al socorro de quien lo busca.
En la experiencia del profeta Jeremías, Dios mismo le pide que clame a él y que él ha de responder a ese clamor. Además, le enseñará cosas grandes y ocultas que él no conoce. Es un Dios vivencial, que actúa, que visita, que camina, que habla, que consuela, que dialoga, y que sana. Este es el Dios en que creemos y predicamos. Nuestra experiencia es que hemos recibido de él muchas respuestas y bendiciones, que nunca nos ha dejado a nuestra suerte, que ha sabido enseñarnos el camino de la salvación, que envió a su Hijo Jesucristo para enseñarnos la verdad y darnos salvación eterna. Por otro lado, tenemos la experiencia de Jabes, que, en su momento de dolor, acude a Dios para pedirle su bendición, la ampliación de su espacio territorial, que lo libre de todo mal, para que no lo dañe. Este clamor fue respondido de forma inmediata por Dios. En medio del dolor y la angustia, Dios está presente y actúa de manera eficaz. Estas experiencias, son evidencias de la existencia de un Dios real, que no solo vive en la mente del ser humano, sino que es un Dios vivo que habita en el mundo, cuidando a los que creen en él y le siguen. De esto tenemos miles de experiencias, en las Escrituras y en la vida real.
De ahí que, hablar de Dios y no tener una experiencia con él, es creer en un dios, meramente nocional y no vivencial. Es el Dios que habita en la mente del ser humano y no en el corazón. Por eso, hoy más que nunca, debemos hablar de Dios y de sus maravillas, para que la gente crea en un Dios vivo, que escucha nuestro clamor y es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (Salmo 46,1). Que muchos puedan ver, que nuestra creencia en Dios no es una cuestión teórica, sino, una vivencia, es decir, una praxis.
Oremos al Señor para que cada día podamos seguir proclamando a un Dios vivo y que responde a nuestro clamor. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
Copyright © 2020 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.