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ORACIÓN POR LA BENDICIÓN DE NUESTRA CASA

 

(2 Samuel 7:25-29)

 

El rey David, después de hablar con Dios, acerca de su pacto con él y de su promesa de que siempre su misericordia estará con él y con su casa, David le pide a Dios que confirme su palabra que ha hablado sobre él y su casa, además, que bendiga su casa para siempre. Sin duda que David confía en el Señor y sabe que él lo ha escogido para una misión importante y que nunca lo abandonará. Él construirá la casa de Dios para que sea honrado y venerado por el pueblo, en ese santo lugar. David quiere que el nombre de Dios sea engrandecido para siempre y se reconozca que Jehová es Dios sobre Israel. En medio de esta conversación con Dios, David suplica por la bendición de su casa.       

 

Esta actitud de David, nos debe llevar a reflexionar, cuántas veces hemos suplicado a Dios por la bendición de nuestra casa y familia. Si bien es cierto, que nosotros mismos formamos la familia y construimos casa para que habiten, no debemos olvidar, como creyentes en Dios, que esto ha sido posible porque así lo ha querido Dios. Todo lo que poseemos y damos a nuestra familia, proviene de nuestro Dios. De ahí que es necesario, pedir siempre, por la bendición de nuestra casa y familia. Pedir que su protección sea sobre nosotros, que sus ángeles cuiden de nuestra casa y de nuestra familia, que su bendición sea para siempre. Todos los días debemos suplicar por esta bendición, ya que hoy en día, hay mucha maldad y violencia por doquier. Nuestra familia está expuesta a los ataques del enemigo que quiere destruirla. Sólo la bendición y protección de Dios pondrá a salvo a nuestra casa y a nuestra familia.

 

En el diario vivir de nuestra vida cristiana como familia, suceden cosas que son adversas, situaciones que no esperábamos, como por ejemplo, las discusiones con la pareja, los problemas con nuestros hijos, las dificultades económicas, entre otros; y sin darnos cuenta, nos quejamos ante Dios por ello, o no somos agradecidos por lo que tenemos. Le reclamamos a Dios por algo mejor. Olvidamos que Dios es siempre fiel a sus promesas y que nos protege de todo mal, que nos provee lo necesario. Él sabe por qué suceden las cosas y sabe lo que nos es necesario. David, en su súplica, reconoce que Dios es fiel y que nunca lo abandonará. En toda la historia salvífica esta es una gran verdad. Debemos ser agradecidos a nuestro Dios porque nunca nos ha abandonado, nos ha provisto lo necesario, sus bendiciones han estado con nuestra casa y familia. Sí en nuestra casa, en nuestra familia, existe el amor, la alegría, el bienestar, la prosperidad y la salud, es porque todo eso, son señales de las bendiciones de Dios.

 

Lamentablemente, hay personas que se jactan por tener una hermosa casa y haber formado una familia. Consideran que es el esfuerzo de su trabajo y que su familia es producto del amor conyugal. No consideran en ningún momento la participación de Dios. Él no está en la vida cotidiana de la casa ni en la vida de la familia. Viven el día a día sin Dios. Muchas veces suceden cosas que son adversas, situaciones que no se esperaba, abundan las discusiones como pareja, los problemas con los hijos, las dificultades económicas, entre otras cosas. Sólo cuando sucede alguna desgracia, enfermedad, fatalidad o muerte, recién reflexionan en la existencia de Dios y suplican por su intervención. A veces es muy tarde, o en otras veces, es el momento preciso para pedir bendición a Dios. Él en su infinita misericordia, inclina sus oídos y escucha la súplica y accede a dar bendición. ¡Cuántas familias, viven lejos de Dios! necesitan saber que Dios es nuestro Padre creador y nosotros sus hijos, que debemos adorarle y obedecerle, que él cuida de nosotros, de nuestra casa y de nuestra familia. De igual manera, sí en la casa, en la familia, no reina el amor, la alegría, el bienestar, la prosperidad y la salud, es porque se está alejado de Dios, no hay bendición. Sólo Dios puede hacer de nuestra casa, un espacio de felicidad.           

 

Es importante tener en cuenta lo que expresa el rey David, al final de su conversación con Dios: "Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre." (2 Samuel 7:28-29). Que esta súplica, sea también nuestra, que cada día seamos agradecidos por las bendiciones recibidas de nuestro Dios. Que la paz, la alegría, el bienestar, la prosperidad y la sanidad, sean producto de las bendiciones de Dios.

 

Seamos siempre agradecidos al Señor por sus innumerables bendiciones a nuestra casa y familia. No olvidar que todo lo que tenemos proviene de nuestro Dios, que como casa y familia estemos dispuestos a compartir el amor de Dios con otros que aún no le conocen. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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