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VENCIENDO A LOS ENEMIGOS CON LAS FUERZAS DEL SEÑOR

 

(Salmo 92:10-15)

 

Este salmo, es un cántico de alabanza que el rey David hace en reconocimiento a la ayuda y bendiciones recibidas de parte de Dios. Sin duda que, esta ayuda recibida de parte de Dios, se hace manifiesta en todo momento, desde el amanecer, hasta el anochecer. De ahí su expresión, de que las obras de Dios son grandiosas. Esta primera parte del salmo (vv.1-9), refleja esta alabanza. Este canto nos debe animar a nosotros también, a reconocer las grandes obras realizadas por Dios en nuestras vidas. Su protección y cuidado son permanentes, durante todo el tiempo de nuestra existencia, desde el amanecer hasta el anochecer. Los enemigos, siempre aparecen para destruirnos y alejarnos de Dios, sin embargo, Él pelea por nosotros y los derrota. Él es todo poderoso y puede derrotar a los enemigos que quieren destruir su soberanía. Nosotros estamos protegidos bajo su manto. ¡Esa es la victoria de Dios!

 

En la segunda parte del salmo (vv.10-15), el rey David hace mención que el enemigo, seguirá queriendo destruir las obras de Dios y a nosotros también. Y que llega un momento, en que nuestras fuerzas para luchar se acaban, y nos volvemos débiles e indefensos, ante los ataques del enemigo. Más aún, las plantas y los árboles se envejecen también y ya no dan fruto. Ante esa realidad de la condición humana y de la naturaleza, David confía en que Dios aumentará sus fuerzas como las de un búfalo y ha de ser ungido con aceite fresco. Esta es una promesa de Dios. Aunque todo parezca que se agota y ya no hay fuerzas para seguir luchando; aún, cuando nuestra vitalidad cede ante el desgaste natural de nuestra naturaleza, el Señor renovará nuestras fuerzas como las de un búfalo, para salir victoriosos. Es interesante tomar en cuenta, que David ha tomado como referencia a este animal que tiene un peso de aproximadamente de 500 kg., de enorme estatura y de una gran fuerza. Esta fuerza, es similar a la que Dios nos dará para vencer a los enemigos. Esta fortaleza proviene de Él y nuestra confianza es que nada ni nadie prevalecerá contra nosotros.

 

Ahora bien, esta confianza en la promesa del Señor, nos permitirá tener la seguridad de que Él arrollará al enemigo, si, éste, nos enfrenta. Estas fuerzas recibidas de Dios, nos hace sentir confiados en la protección de Dios y sentirnos seguros y no avergonzados ante nuestra debilidad humana. Cómo búfalos sabremos enfrentarnos al enemigo y pelear hasta conseguir la victoria. Satanás y sus secuaces, son nuestros enemigos que buscan destruirnos. Pero, nada ni nadie nos podrán vencer; en todo saldremos victoriosos, porque la fortaleza y salvación están en el Señor. Solo tenemos que confiar en Él y descansar en su promesa fiel, de que aumentará nuestras fuerzas como las de un búfalo. 

 

En la vida cristiana, muchas veces nos sentimos débiles, sin fuerzas para seguir peleando la buena batalla de la fe; sentimos que nuestra vitalidad disminuye, nos sentimos indefensos ante los ataques del enemigo. Es en esa situación, donde Satanás aprovecha la oportunidad para meter su agujón en nuestro ser, y tentarnos para pecar y caer. Lamentablemente, muchos hermanos y hermanas en la fe, han caído ante los ataques feroces del enemigo; no pudieron luchar contra esas fuerzas poderosas y diabólicas, se dejaron vencer, sin ofrecer ninguna batalla. No tuvieron en cuenta esta promesa del Señor, de aumentar nuestras fuerzas como las de un búfalo para vencer. El autor de este salmo nos dice también, que, aunque el justo esté caído, florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano, que plantados en la casa de Dios, florecerán. Aún en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. ¡Dios es el que rejuvenece nuestra vida y vitalidad! Por lo tanto, no debemos tener miedo al enemigo, no ceder ante sus ataques, ni sentirnos débiles e indefensos para la batalla. Si acudimos al Señor para pedirle que aumente nuestras fuerzas, Él, de acuerdo a su promesa, nos las dará y de esa manera, podremos salir victorioso ante cualquier ataque maligno. El Señor renovará nuestra vida y nos hará florecer como la palmera. ¡Esa es nuestra confianza!

 

Roguemos al Señor, para que nos de las fuerzas necesarias, como las de un búfalo, para vencer la maldad de este mundo. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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