
LA MANO DE DIOS
(Daniel 5:1-31)
En esta oportunidad, se ha tomado de las muchas visiones y profecías que hay en el libro de Daniel, este relato bíblico que nos servirá de reflexión. Se trata de un hecho misterioso y asombro de parte de Dios. Sin duda, que este hecho nos debe enseñar, hoy en día, que Dios se manifiesta de muchas formas y maneras, para dar a conocer su voluntad. Muchas veces pensamos que los escritos y profecías en la Biblia, sirvieron para su momento y que ya no tienen vigencia para nuestros días. Craso error que se comete.
Bien, el relato comienza en el contexto de un banquete ofrecido por Belsasar, rey de Babilonia, a mil de sus príncipes. Durante la comida, el rey y sus invitados bebieron mucho vino. De pronto, excitado por el vino, el rey Belsasar mandó traer las copas y tazones de oro y plata que su padre Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén. Estos utensilios, que eran sagrados para los judíos, fueron traídos, y bebieron en ellos el rey, sus mujeres, sus concubinas y todos los demás asistentes al banquete.
Cuando todos bebían vino y alababan a sus ídolos, hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra, apareció una mano de hombre, que, a la luz del candelero, escribía sobre la pared blanca del palacio real. Al ver el rey la mano que escribía, se quedó pálido y, lleno de miedo, comenzó a temblar de pies a cabeza, comenzando a gritar y a pedir que trajeran a los adivinos, sabios y astrólogos de Babilonia. Cuando llegaron, les dijo que cualquiera que leyese la escritura y le explique lo que quiere decir, será vestido de púrpura, y llevará un collar de oro en su cuello; además, ocupará el tercer lugar en su reino.
Al llegar los sabios a la sala se pusieron a interpretar la escritura, pero nadie pudo entender el significado de lo escrito ni explicárselo al rey. El rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció. Los príncipes estaban perplejos y no sabían que hacer, al punto que la reina madre, al oír los gritos de su hijo el rey y de los príncipes, entró en la sala del banquete para decir que en el reino hay un hombre guiado por el espíritu del Dios santo. Ella les hace recordar que anteriormente, cuando su padre Nabucodonosor era rey, ese hombre demostró tener una mente clara, e inteligencia y sabiduría como la de los dioses. De ahí que, Nabucodonosor, su padre, nombró a ese hombre jefe de todos los magos, adivinos, sabios y astrólogos de la nación. Su nombre, que era Daniel, fue cambiado por el de Beltsasar. En él había un espíritu extraordinario, e inteligencia y ciencia para entender el significado de los sueños, explicar el sentido de las palabras misteriosas y resolver los asuntos complicados.
El consejo de la reina madre es que llame a ese hombre para que le dé a conocer el significado de lo que está escrito en la pared. Daniel, es traído ante el rey, quien le pregunta si es uno de los prisioneros judíos que su padre, el rey Nabucodonosor, trajo de Judea. Además, le refiere, que le han dicho que el espíritu de Dios está en él, que tiene una mente clara y que es muy inteligente y sabio, que puede aclarar dudas y resolver cuestiones difíciles. Por último, le comparte que los hombres más sabios de la nación han estado presentes en la sala para leer esas palabras y explicar su significado, pero ni siquiera las entienden. Hay una gran frustración del rey ante Daniel.
Ahora bien, el rey Belsasar, tiene la esperanza de que Daniel puede lograr hacer, lo que es imposible para otros. Le hace una propuesta, que, si logra leer esas palabras y decir su significado, lo vestirá de púrpura, y llevará un collar de oro en su cuello; además, ocupará el tercer lugar en su reino. Daniel no acepta tales regalos y recompensas, le propone que se los dé a otros, pero que de todas maneras leerá la escritura y le dará la interpretación. Daniel, antes de proceder a dar el significado, le hace un recuento de lo que sucedió con su padre, el rey Nabucodonosor. El Dios altísimo le había el reino, grandeza, gloria y honor, por lo que era respetado los pueblos y naciones. Pero cuando se llenó de soberbia y actuó terca y orgullosamente, se le quitó el poder y la gloria que tenía como rey. Fue apartado de la gente y se convirtió en una especie de animal; vivió con los asnos salvajes, comió hierba, como los bueyes, y el rocío empapó su cuerpo. Vivió en un estado de locura, la cual fue quitada cuando reconoció que el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos humanos, y que él da la dirección del gobierno a quien é quiere. Esta historia la podemos encontrar en Daniel cap.4.
Con este recuento, Daniel quiso decirle al rey Belsasar, que sabiendo lo que había pasado con su padre, tampoco ha vivido con humildad. Por el contrario, se ha burlado del Señor del cielo mandando a traer a la mesa las copas y tazones del templo, y junto con sus invitados ha bebido vino en ellos y ha dado alabanza a dioses hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra; dioses que no ven ni oyen ni saben nada. En cambio, no ha alabado ni honrado al Dios en cuyas manos está su vida y de quien depende todo lo que haga. Por eso, Dios ha enviado la mano que ha escrito esas palabras: MENÉ, MENÉ, TEKEL y PARSÍN, las cuales significan lo siguiente: MENÉ: Dios ha medido los días del reinado y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PARSÍN: Tu reino ha sido roto, y dado a los medas y persas. Ante ello, el rey Belsasar cumplió su promesa dada a Daniel.
La historia termina, dando cuenta que el rey Belsasar fue asesinado, esa misma noche, por un oficial suyo, que se había pasado a la fila de los persas. Y Darío de Media se apoderó del reino. De esta manera se cumplía lo que Dios había escrito en la pared del palacio real.
Ahora bien, esta historia sucedida hace más de dos mil años, nos debe llevar a reflexionar acerca de la intervención de Dios en la historia, en los gobiernos y en nuestras vidas. Hay un momento en que Dios interviene, a través de sueños, símbolos, escrituras y profecías, para llamarnos la atención sobre actos que no son su voluntad. Al rey Nabucodonosor, Dios le hizo ver su soberbia de considerarse el ser más poderoso de la tierra, le reveló lo que pasaría con él. Luego de un tiempo de locura, Nabucodonosor reconoció que el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos humanos, y que él da la dirección del gobierno a quien él quiere. Dios le dio una nueva oportunidad para seguir reinando. Sin embargo, su hijo Belsasar no aprendió la lección y decidió vivir una vida alejada de Dios, y lo peor de todo, en su soberbia, profanó los utensilios sagrados del templo, generando su muerte. Dios no puede ser burlado.
Hoy en día, hay mucha gente que siguen las huellas de estos personajes. Gobernantes, que gobiernan sus países, como si fueran los amos del mundo, explotan a la gente, viven una vida disoluta, roban y son parte de una cadena de corrupción. Funcionarios que se dedican a usurpar los bienes públicos; empresarios que lucran con el sudor de sus trabajadores; profesionales que trafican con su profesión en perjuicio de sus clientes; personas que asumen una responsabilidad y se benefician de su puesto sin ninguna consideración. Todos ellos, dan lugar a su soberbia, no hay temor de Dios, por el contrario, lo ignoran y se burlan de su soberanía. ¡Cuánta gente vive en soberbia y en desobediencia al Dios altísimo! Creen que Dios no actúa en la historia ni en sus vidas.
Que el Dios altísimo nos ayude a vivir una vida en santidad y que en cada momento le rindamos alabanza y loor. No debemos olvidar que Él puede manifestarse en cualquier momento y de diversas maneras, para pedirnos cuentas. No olvidar, que una visión, una profecía, un sueño, una mano que escribe en la pared, una señal en el cielo, una plaga o pandemia, pueden ser maneras que Dios utiliza para manifestarse, hoy en día. Amén.
Rev. Jorge Bravo C.
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