
LO QUE PUEDE VENCER A LA PANDEMIA
(Filipenses 4:12-13.19)
Hoy en día estamos viviendo uno de los peores momentos de nuestra vida y de la humanidad. Una pandemia llamada Corona Virus, COVID-19, está haciendo estragos en todos los niveles de la vida, en la salud, en la economía, en lo familiar, en lo laboral, en lo social y en lo espiritual.
Ante esta triste realidad, nos sentimos impotentes y desprotegidos. Los médicos no pueden controlar este terrible mal, la gente se enferma y muere por doquier. La economía se ha quebrantado, hasta el punto de perderse empleos, cierre de negocios y despidos masivos. La vida familiar ha sido alterada, el hogar se ha convertido en una prisión, nadie puede salir a pasear, menos a visitar un familiar, el aburrimiento ha llegado a su tope. En lo social, las relaciones han cambiado para mal, se han cerrado las escuelas, las universidades, los lugares de diversión y recreación. La pobreza se ha incrementado y cada vez más son los ricos, quienes se enriquecen más. En cuanto a lo espiritual, esta situación tiene sus bemoles, unos han perdido la fe en Dios y otros la han afianzado. Los templos se han cerrado para no tener ningún ritual religioso, obligando a las comunidades religiosas a utilizar los medios virtuales de comunicación para tener contacto y servicios religiosos.
Con este panorama mundial y nacional, la población está en búsqueda de una solución, de una salida, que no la encuentra. Ni la ciencia, ni la medicina, ni las políticas de estado, encuentran una solución para este mal del siglo. Creando en la población miedo, terror, pánico y frustración. Ante ello, no queda más que recurrir a los elementos naturales de nuestra espiritualidad. Los cuales son provistos por Dios desde nuestro nacimiento y debemos saber utilizarlos.
Estos elementos, son una bendición de parte de Dios: la fe, el amor, la alegría y una vida saludable. Con ellos podremos hacer frente a cualquier tipo de pandemia. Sin duda, que el miedo, el terror y el pánico, disminuyen nuestras defensas naturales y espirituales, provocando de esta manera, que este virus destruya nuestras vidas. De ahí que, para hacer frente a esta pandemia, es necesario aumentar y fortalecer nuestras defensas naturales y espirituales. Veamos cada una de ellas. La fe, es un don de Dios, que sirve para creer en un Dios todopoderoso y confiar que él cuidará de nosotros ante cualquier mal. Esta fe permite que podamos tener la plena seguridad de recibir aquello que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos (Hebreos 11:1). La fe en Dios, no es una fe de reciente data, es una fe milenaria y que ha realizado grandes maravillas a lo largo de la historia salvífica. Muchos pueden dar testimonio de esta experiencia. La acción de Dios en estos momentos, fortalece nuestra espiritualidad y nuestras defensas alicaídas. El amor, este es otro don de Dios; es un sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno. Esta capacidad de amar, anula todo efecto que genera el odio hacia alguien, que mina nuestras defensas, creando un espacio propicio para el virus o enfermedad. El amor, restituye y vigoriza nuestras defensas y nos libera de todo temor. Dios mismo nos mandó a que amaramos a nuestro prójimo (Mateo 22:39). La Biblia nos dice que Dios es amor (1 Juan 4:8). La alegría, es un sentimiento de placer producido normalmente por un suceso favorable que suele manifestarse con un buen estado de ánimo, la satisfacción. Su manifestación se da a través de la risa o la sonrisa. La alegría como tal, elimina la tristeza, el temor y el pánico, generando, desde ya, un espíritu favorable y saludable. Esta actitud ayuda mucho a contrarrestar cualquier disminución de nuestras defensas, optimizándolas por completo. Si elevamos nuestra alma al Señor, él la alegrará (Salmo 86:4). Y por último, un elemento muy importante para vencer la pandemia, es el de tener una vida saludable. El científico alemán Otto Heinrich Warbur ha expresado que: “Todas las enfermedades son ácidas y donde hay oxígeno y alcalinidad, no pueden existir enfermedades, incluido el cáncer” Esto implica que debemos de cuidar nuestra alimentación, nuestro ritmo de vida, nuestro espacio circundante. Hay alimentos que son nocivos para la salud; la vida sedentaria no ayuda, debemos hacer ejercicios, practicar algún deporte; debemos de cuidar nuestro hábitat; este debe ser un lugar de paz, alegría y amor. También ha de ser muy bueno, tener tiempos de ayuno y oración.
Ahora, bien, si tenemos en cuenta todo lo que hemos señalado, sin duda que estaremos listos para enfrentar cualquier pandemia o enfermedad. Y si este mal, ha llegado a nuestras vidas, entonces, debemos recurrir al tratamiento con las medicinas apropiadas, mantenernos en cuarentena y cuidando no contagiar a alguien. Una vez más, la fe, el amor, la alegría y la vida saludable, ayudará a nuestra mejoría. Todas estas cosas están a nuestro alcance, Dios lo ha provisto. No las desperdiciemos buscando otras salidas o alternativas.
Que el Señor nos ayude a mantenernos firmes, en oración y en actitud vigilante ante los estragos de la pandemia. Sigamos todos los protocolos establecidos para cuidarnos de este terrible mal. Tengamos en cuenta las palabras del apóstol Pablo: "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece...Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:12-13.19). Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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