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¿POR QUÉ FRACASAMOS EN LA FE?

 

(Números 13; 14)

 

Esta pregunta, no siempre la hacemos en voz alta, solemos hacerla en silencio, hasta muchas veces, la hacemos en la soledad, en medio del fracaso o de la tristeza. La fe, que es un don que Dios nos ha dado, pareciera que se debilita en momentos de las tentaciones, de las crisis o debilidades. Cuando todo anda bien, sentimos que las bendiciones de Dios se están dando y que nuestra fe está fortalecida; pero en situaciones adversas, pereciera que Dios nos ha abandonado y que nuestra fe se ha debilitado. Cuando surge la duda, ante esta situación, flaqueamos y cometemos muchos errores, que luego tienen sus consecuencias graves. De pronto, estamos a la espera de que Dios nos mandé una señal de su presencia.

 

Pero, ¿A qué se debe el fracaso? Muchas veces, el fracaso se debe a que no creemos lo suficientemente en Dios, especialmente cuando se nos viene todo tipo de pruebas, desafíos o tentaciones. Nos preocupamos más por todo ello y nos olvidamos de las bendiciones de Dios en el pasado. Esta situación nos permite traer a la memoria, uno de los acontecimientos en el pasado, acerca de la conducta de Israel cuando se vio en problemas o en peligro. La Biblia, nos da cuenta de muchos casos, pero, para esta oportunidad tomaremos para nuestra reflexión, los capítulos 13 y 14 del libro de Números.  

      

Según estos capítulos, Israel se encontraba en la frontera de la Tierra Prometida, Canaán. Habían viajado mucho por el desierto, después que Dios los había sacado, con mano fuerte de la esclavitud de Faraón, abriendo las aguas del Mar Rojo. Dios, nunca los había abandonado, siempre les proveyó lo necesario para su supervivencia y los libró de todo peligro.  Ahora están frente a una realidad, la Tierra Prometida. Según el capítulo 13 de Números, nos da cuenta de que Moisés, por orden de Dios, envió a doce hombres que representaban a sus tribus, para que reconozcan la tierra de Canaán. Ellos tenían como misión, observar la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país (vv. 18-20). La misión se realizó, y los doce hombres, dieron a Moisés, a Aarón y a toda la congregación, su informe de todo lo actuado.      

 

El informe (vv. 27-29) asustó al pueblo y empezaron a clamar. Caleb tuvo que hacer callar al pueblo para exhortarles a subir y tomar posesión de la ciudad; ya que más podremos nosotros que ellos (v. 30). Sorprendentemente, los otros acompañantes de la misión, se opusieron. Dijeron que no podrían subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal ante el pueblo, generando el pánico y el clamor (vv. 31-33). ¿Qué pasó? ¿Por qué ese temor? ¿Acaso Dios no estaba con ellos? ¿Dónde estaba la fe en Dios? ¿Fracasaron en la fe ante el peligro?

 

El capítulo 14 nos da detalles sobre la rebeldía del pueblo contra Dios. Ante la opinión adversa de los que fueron a la misión, el pueblo gritó y lloró aquella noche. Se llenaron de temor y pánico. Lamentablemente, escogieron creer a estos varones y se quejaron contra Moisés y Aarón, diciendo: "¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?" (vv. 2-3). Una vez más, ¿Qué pasó? ¿Por qué ese temor? ¿Acaso Dios no estaba con ellos? ¿Dónde estaba la fe en Dios? ¿Fracasaron en la fe ante el peligro? ¿Olvidaron todas las bendiciones que Dios les había dado? ¿Olvidaron cómo Dios los liberó de Faraón con mano poderosa? ¿No tomaron en cuenta cómo Dios los había guiado por el desierto hasta la Tierra Prometida? ¡Qué pronto olvidaron todas las bendiciones de Dios! El pueblo prefería volver a Egipto, a la esclavitud, que confiar en las promesas de Dios. Algo parecido, suele pasarnos a nosotros también, cuando nos vemos acorralados por el peligro. Nos olvidamos de las bendiciones y promesas de Dios.

 

Felizmente, Josué y Caleb, rasgando sus vestimentas, hablaron a toda la congregación: "La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis." (vv. 7-9). A pesar de ello, la congregación no quería escucharlos, más bien, querían apedrearlos. Estaban irritados, preferían escuchar otras voces, en vez de confiar en las promesas de Dios. Esta actitud del pueblo, hizo que Dios castigara al pueblo, perdiendo la oportunidad de tomar la Tierra Prometida. Tuvieron que deambular por el desierto por cuarenta años hasta quedar solo Josué y Caleb, quienes entrarían a la Tierra Prometida. Esta actitud es muy parecida a muchas personas que prefieren escuchar voces equivocadas, en vez de escuchar la voz de Dios. Al final, pierden toda bendición del Señor.  

 

¿Qué lecciones podemos obtener de este relato? Habíamos preguntado a qué se debe el fracaso de la fe. Sin duda que hay muchas enseñanzas al respecto. Veremos algunas:

 

- El temor al fracaso.

- Prestar atención a voces equivocadas, en vez de escuchar la voz de Dios.

- Olvidar las bendiciones de Dios en el pasado.

- No tener en cuenta las promesas de Dios y dar lugar al temor.

- Querer volver al pasado, en vez de mirar hacia adelante.

- No considerar que Dios es más grande que los problemas.

 

Israel, por su incredulidad, perdió la Tierra Prometida. Así también, nos puede pasar lo mismo, si no confiamos en Dios, si no escuchamos Su voz, si preferimos escuchar otras voces equivocadas, si no consideramos que Dios es más grande que cualquier problema.

 

Roguemos al Señor que aumente nuestra fe y nos de la fortaleza necesaria para vencer cualquier obstáculo. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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