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LA SÍNTESIS DEL DISCURSO CRISTIANO

 

(Eclesiastés 12:13-14)

El Predicador al terminar su extenso escrito de Eclesiastés, menciona que el discurso ha terminado, que ya todo ha sido dicho. Invoca honrar a Dios y cumplir sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. Finalmente sentencia que Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto. Esto, dicho por el Predicador, significaría que la síntesis de todo el discurso religioso es temer a Dios y cumplir sus mandamientos. Esto equivaldría, hoy en día, a la síntesis de todo el discurso cristiano. Esta síntesis, que data de hace muchos siglos antes de Jesucristo, es concordante con lo que Jesús  expresó al sintetizar cuál era el mayor mandamiento (Mateo 22:36-40). Es de suma importancia tener en cuenta esta síntesis, ante tantos discursos, dichos, predicaciones, reflexiones teológicas y tanta palabrería acerca de la voluntad de Dios, que se dan hoy en día.

Son muchos los discursos teológicos acerca del temor a Dios, así como el obedecer sus mandamientos. El cristiano de hoy, está saturado de dichos discursos, que los escucha en el templo, en la radio, en la televisión y en los medios sociales de comunicación. Existen muchos libros que tratan de explicar qué significa el temor a Dios y el cumplir sus mandamientos. Sin embargo, a pesar de toda esa difusión masiva del mensaje de Dios, queda aún pendiente, una explicación más precisa del mensaje bíblico. Cada autor de una reflexión, hace largas reflexiones sobre el tema, dejando al lector u oyente más confundido o sin entender lo que se quiso decir. Por otro lado, existe mucha gente que se dice creyente en Dios y que lee la Biblia, sin embargo, no tienen una síntesis del discurso cristiano. Por lo tanto su quehacer es diverso y no apuntan a lo esencial del mensaje de Dios. A la Iglesia le pasa lo mismo, tiene el mensaje de Jesucristo, sin embargo, se distrae con tantas reflexiones teológicas y discursos acerca de lo central del mensaje de Jesucristo. De ahí que, la Iglesia divaga mucho en su quehacer eclesial, ante tantas necesidades y problemas sociales. El Predicador, en el libro de Eclesiastés, presenta la síntesis de todo el discurso religioso. La Iglesia debería tener en cuenta esta síntesis, que es válida para el discurso cristiano, también.

 

Si se tuviera en cuenta estas dos premisas bíblicas: temer a Dios y obedecer sus mandamientos, todo el quehacer del cristiano sería más eficiente. Toda la Escritura, nos habla de estos dos temas. Por temor a Dios y obedecer sus mandamientos, se entiende que  es amarlo, respetarlo y reverenciarlo, andar en todos sus caminos, servirlo con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma, con el propósito de tener prosperidad (Deuteronomio 10:12-13). Pero, además, el Predicador, finalmente sentencia que Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto. En esto, se resume todo el quehacer del cristiano. Ya Jesús lo ha dicho en sus diversas reflexiones. No hay pretexto para no saber cuál es el meollo del mensaje de Dios.

 

Hoy en día podemos ver que mucha gente no tiene el temor a Dios y hace de sus vidas lo que les da la gana, hasta el punto de degenerarlas. Ante esa falta de temor, amor, respeto a Dios, se cometen muchos pecados, abusos, atropellos y hasta asesinatos. Se vive una vida lujuriosa. Dios no es el centro de la vida de la mayoría de personas. Dios solo es una referencial intelectual, mas no, existencial y espiritual. Esta falta de temor a Dios, conlleva a otra situación, los mandamientos de Dios ya no se toman en cuenta, no se obedece, y en otros casos, son ignorados. En conclusión, bien podríamos decir, que el hombre ha pasado a ser el centro de todo lo creado y de todas las cosas. Se ha desplazado a Dios a un segundo lugar. Este es el pecado de nuestras generaciones. Pero que diferente sería, si tuvieran en cuenta que Dios les ama y que el obedecer sus mandamientos les daría prosperidad, felicidad, paz y salvación, no tendrían que estar sufriendo o andar en tinieblas. ¡El mundo sería otro!

 

Es por eso que los cristianos debemos dejar de hablar mucho, acerca del temor a Dios y de la obediencia de sus mandamientos, sino más bien, predicar y poner en práctica el mensaje central de la palabra de Dios, para que el mundo crea en el Dios Creador y Redentor, que envío a su Hijo Jesucristo para nuestra salvación. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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