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cuando las bendiciones del ayer sirven para el presente y el futuro

 

(Salmo 118:1,24)

 

Muchas veces recordamos los milagros y maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas, en el pasado. Recordamos cada momento y cada situación en que estuvimos en dificultades, apreciamos cómo Dios acudió a nuestro pronto auxilio, nos sentimos agradecidos por todo aquello que Dios hizo por nosotros. Hasta damos testimonio a otras personas de los prodigios hechos por Dios en nuestras vidas o familias. Todo eso, constituye nuestra reserva espiritual con relación a Dios, es nuestro tesoro. Lamentablemente, todo ello, en algún momento, queda como un mero recuerdo personal de la acción de Dios en nuestra vida. Cuando estamos pasando, hoy en día, dificultades, problemas, desgracias o enfermedades, no solemos acudir a aquella experiencia pasada. Nos angustiamos, nos dolemos, nos desesperamos y clamamos a gritos, pidiendo la ayuda del Señor. Olvidamos que cada día, es un nuevo día, y que el Señor tiene el control de este día. El salmista nos recuerda: "Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia". "Este es el día que hizo el Señor, nos gozaremos y alegraremos en él" Ayer, el Señor tuvo el control del día y derramó sus bendiciones. Hoy y mañana, hará lo mismo. El tendrá el control del día y de las situaciones que ocurran. Grande es su misericordia, que cada día las renueva. (Lamentaciones 3:22-23). Jesús ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28:20b). ¡No estamos solos ni desamparados!

De ahí que, cuando recordemos las bendiciones del ayer, éstas nos deben ayudar para afrontar el presente y el futuro. No debemos dejarnos abatir por las circunstancias adversas, no desesperarnos, ni angustiarnos, hasta el punto de perder la fe en Dios. Debemos de estar conscientes, de que, si el Señor acudió a nuestro pronto auxilio en el pasado, hoy también lo hará. Esta situación, muchas veces, son olvidadas por los creyentes, que de pronto, ante una situación adversa, pierden los papeles, se desesperan y angustian, al extremo de caminar sin rumbo. Piensan que Dios ya no los escucha o que ya no acudirá a su pronto auxilio. Hay algunos creyentes, que, al no recibir la respuesta de Dios, deciden alejarse de Él. Otros, al no tener la respuesta oportuna de Dios, deciden suicidarse. Todos ellos ignoran que Dios es siempre fiel, ayer, hoy, y siempre. Todo está bajo su control. Cada día es nuevo y es el día del Señor.

Es bueno tener un tiempo para recordar las innumerables bendiciones recibidas del Señor, para fortalecer nuestra fe y adquirir las fuerzas necesarias para afrontar cualquier adversidad. Si ayer, el Señor se manifestó a nosotros y nos dio su bendición; por su misericordia, hoy también acudirá a nuestro clamor y nos dará su bendición. Esto no debemos olvidarlo. Debemos transmitirlo de generación en generación. Toda la Biblia, escrita hace miles de años, nos recuerda que la misericordia de Dios es sempiterna, nunca olvida de que somos sus hijos, que escucha en todo tiempo nuestro clamor. Es el Dios de ayer, hoy, y siempre. Nuestros testimonios de las bendiciones del ayer, deben servir para animar a los creyentes y nuevos creyentes, a confiar en Dios y saber esperar su voluntad. Tener en cuenta, que, a través de los miles de años, Dios se ha manifestado a Su pueblo, hoy lo sigue haciendo con Su iglesia, y mañana lo seguirá haciendo. ¡Todo por amor!

Si estamos pasando una situación adversa, hagamos un alto y empecemos a recordar las múltiples bendiciones recibidas del Señor, de pronto el Espíritu Santo, nos animará a confiar en Dios, a resistir la dificultad y encontrar la ayuda necesaria. No olvidemos que el Señor nos prometió interceder por nosotros ante el Padre: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14:13-14). Que esta sea nuestra confianza. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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