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    EN LAS BUENAS O EN LAS MALAS, BENDITO SEA EL SEÑOR

 

(Job 1:21)

 

Cuando revisamos la historia de Job, lo primero que nos sorprende, es su fidelidad y santidad para con Dios. En la introducción del libro de este personaje se nos dice que Job vivía en Uz y era un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Incluso, oraba por sus hijos y ofrecía holocaustos cada mañana, por si acaso, hubieran pecado y blasfemado contra Dios en sus corazones. He aquí un varón  perfecto  y recto. Job, es bendecido por Dios y vive en prosperidad. Aquí uno puede constatar que la fidelidad y santidad a Dios, tiene sus beneficios. Esta es una gran verdad que la Biblia nos dice y que debemos aceptarla como verdadera. Las bendiciones de Dios son una realidad y éstas se dan en el tiempo y en la distancia que Dios lo establezca. Solo por la fe se espera recibir las bendiciones divinas, que pueden tardar, pero nunca faltar. Dios es fiel a sus promesas.

 

Un segundo aspecto, que llama la atención en este relato, es el diálogo entre Dios y Satanás. Un diálogo, donde el personaje central es Job. El tema es la fidelidad y prosperidad de Job. Dios le pregunta a Satanás si ha visitado a Job, quien es su siervo, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Satanás le recrimina a Dios de que Job tiene todo lo que tiene porque así Él lo ha bendecido, y por eso, él es fiel. Sin ningún temor, Satanás, reta a Dios diciéndole, que le quite todo eso, y verá cómo blasfema contra Él. Dios le da permiso a Satanás para que lo pruebe. Aquí Job es ajeno a lo que sucede a su alrededor. Él está dando testimonio de su fidelidad y santidad a Dios, ante el resto de la gente. Es un ejemplo de siervo fiel de Dios. Pero la envidia de Satanás, que puede ser también la envidia de muchos que no soportan ver siervos fieles de Dios, hace que Job sea puesto a prueba. El asunto de la prueba es: la fidelidad de Job a Dios es por lo que Él da, o es que la fidelidad de Job a Dios le genera la bendición. Este es un tema actual en nuestros días. Algunos tienen la misma posición de Satanás y quieren que el siervo sea probado a lo máximo.

 

El tercer hecho, que también llama la atención, es que Dios le quita a Job todo lo que le ha dado, bienes e hijos. Dios quería demostrarle a Satanás que no era por las cosas que le daba a Job, que le era fiel. Si no, que la fe en Job era algo innato. Prueba está que Job al recibir las noticias trágicas, no blasfema contra Dios, por el contrario, rasgó su manto, rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró a Dios. Además, dijo: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito." En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno. En otro diálogo, entre Dios y Satanás, Dios le pregunta a Satanás, si ha considerado a Job, luego de que fuera puesto a prueba por él mismo. No contento Satanás, le pide a Dios que pruebe en la piel de Job para ver si no va a blasfemar contra Él. Dios le da permiso a Satanás para que ponga su mano sobre él, pero le advierte que no atente contra su vida. Aquí, podemos ver que Satanás hiere a Job con una sarna maligna. Es tal el postrer estado de Job que hasta su mujer le pide que maldiga a Dios y que se muera. (Job 2:9). Todo está en contra de Job, la desgracia ha venido sobre él, ha perdido su familia, su salud está en peligro y ahora su mujer le pide que maldiga a Dios y que se muera. La respuesta de Job a ella es: "¿Podemos recibir de Dios el bien, y el mal no?" (Job 2:10). Job es ajeno a estas pruebas y todos lo han abandonado. Esto mismo, nos suele pasar a nosotros, siervos del Señor. Un día estamos en plena comunión con Dios, cumpliendo la misión, viviendo en santidad; de pronto, nos viene una o varias pruebas terribles a nuestras vidas, a nuestras familias, a nuestros trabajos. No sabemos el porqué. Pareciera que Dios nos ha abandonado. Nos preguntamos el porqué de las pruebas. Nuestros familiares y amigos se burlan de nuestra fe en Dios. Otros nos sacan en cara la vigencia de Dios, por último, algunos deciden no creer en nada de lo que les hemos hablado de Dios y sus maravillas. La experiencia de Job debe ser nuestro ejemplo a seguir en estas circunstancias.

 

Finalmente, la historia termina con la confesión y aceptación de Job de que la soberanía de Dios está en todo. Inmediatamente, Dios quita la aflicción de Job y lo restaura, dándole el doble de lo que había perdido. Muchas veces nos toca pasar por la experiencia de Job, no sabemos qué es lo que Dios nos tiene preparado y cuál es su voluntad para con nosotros. Es ahí donde debemos afianzar nuestra fe, fidelidad y santidad en Dios. Sabiendo que Él nunca abandonará a sus siervos. Permanezcamos firmes en la fe. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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