
UN RESCATE INESPERADO
(Hechos 12:1-19)
Cuando uno lee este relato, escrito en
los primeros tiempos de la iglesia, cuesta aceptar que un hecho relatado sobre
la liberación del apóstol Pedro sea verosímil, más aún si se tiene en cuenta la
numerosa
seguridad que se le puso.
El contexto del relato es terrible. Hay matanza de cristianos por todos lados
por parte de Herodes. Un hecho que genera dolor y temor es la muerte de Jacobo,
hermano de Juan. Herodes con esta matanza quería agradar a los judíos y
ocasionar un pánico entre los cristianos. No contento con ello, decidió
encarcelar al apóstol Pedro para seguir agradando a los judíos del lugar. Aquí
podemos notar cómo la ira de los judíos contra los cristianos y judíos
convertidos al cristianismo era capaz de lograr favores y beneficios para ellos
de parte de la autoridad de turno. Esta historia se sigue repitiendo hoy en día
en muchos lugares del planeta. Muchos cristianos son masacrados por odio y por
considerarlos diferentes a cualquier ideología o religiosidad imperante. Ahora
bien, Pedro al ser apresado y encarcelado en la cárcel con una custodia de
cuatro grupos de soldados compuesto por cuatro soldados cada uno, en total
dieciséis soldados bien armados,
surge la pregunta: ¿podría Pedro escapar de
su celda por sus propios medios o con la ayuda de sus hermanos de la iglesia? La respuesta
lógica es,
no.
Lo mismo nos puede pasar cuando estamos acorralados en una situación muy
difícil, y humanamente decimos: es imposible. Aparece entonces en nuestra mente la
pregunta: ¿de dónde vendrá nuestro socorro?
(Salmo 121:1b).
Mientras tanto, Herodes planeaba acusar a Pedro delante del pueblo judío y ordenar su muerte. Un plan siniestro, con un propósito político y religioso, el cual era ganarse el favor y admiración de los judíos para seguir en el poder. Tal es así la consideración de Herodes para con los judíos, que decide esperar que pase la pascua, que era la fiesta de los panes sin levadura, para matar a Pedro. En esta situación hay un hecho que está sucediendo y que debemos tomar mucha atención y que nos puede servir a nosotros también hoy en día. Mientras Pedro está en la cárcel, toda la iglesia oraba a Dios por él en todo momento. Recordemos que la iglesia estaba conformaba por los discípulos de Jesús, los judíos y los gentiles, convertidos al cristianismo; además, estaban las mujeres y niños. Es decir, toda la comunidad de fe estaba en plena oración, clamando a Dios por su siervo Pedro. ¡Que hermoso ejemplo de esa iglesia! ¡Todos orando sin cesar! ¿Cuántos hoy en día estamos en esa actitud? ¿Está la Iglesia orando sin cesar a Dios por nuestros hermanos cristianos en el Oriente, Asia y en otros lugares? ¿Ora toda la Iglesia a Dios para que ya no haya más corrupción, miseria, dolor, violencia, guerras, violaciones, asesinatos, robos y alejamiento de Dios?.
Ahora veamos lo que va a suceder con el poder de Dios en esa celda donde está Pedro. Es de noche, y Herodes planea sacar a Pedro que está encadenado con dos cadenas y con guardias delante de la puerta, cuidando la cárcel. De pronto, se va a producir un rescate inesperado de parte de Dios. El ángel del Señor se presenta en la cárcel con una luz celestial, como señal de que esto es de Dios y no de hombres. Pedro es tocado y despertado por el ángel, quien le dice que se levante de prisa, y luego las cadenas se cayeron de sus manos. Otra indicación del ángel a Pedro es que se ponga el cinturón, que se amarre las sandalias, que se ponga el manto y que lo siga. La liberación de Pedro con mano poderosa de Dios está en camino. Es la acción de Dios de manera increíble para cualquier mente humana. Esta liberación nos recuerda la liberación de Egipto por parte de Dios con mano poderosa, relatada en el libro del Éxodo.
Pedro obedece todo lo que el ángel le indica y no sale de su sorpresa de lo que está viendo y experimentando. Hay algo que destacar aquí, y es la obediencia de Pedro. Aspecto muy importante en nuestra relación con Dios para toda situación dada. Pedro piensa para sí mismo que es una visión de Dios, una más, de las tantas que ya ha tenido. La liberación es un hecho, no es un sueño o visión. Prueba es que Pedro se abre paso entre la guardia colocada a la puerta de la cárcel, pudiendo llegar a la puerta de hierro que se abre por sí sola. Ahora está en la calle y solo, ya el ángel se apartó de él, cumplió su misión de liberarlo de la cárcel y de la muerte. ¡Es todo un milagro! Él recién toma nota de que el Señor había enviado su ángel para su liberación de las manos de Herodes.
Ahora, Pedro, liberado, va
camino a la casa de María, madre de Juan, donde estaban los hermanos reunidos
orando. Es importante destacar este aspecto, la iglesia reunida en las casas
estaba en oración permanente por la vida de Pedro.
Al llegar a la
puerta de la casa, toca en forma apresurada, y una muchacha llamada Rode acude a
su encuentro, dándose con la sorpresa de oír la voz de Pedro y no atina abrir la
puerta, sino que en medio del gozo va corriendo a avisar a los demás de que
Pedro estaba en la puerta. Esta muchacha es la encargada de dar la buena nueva
de que Pedro vive. Pero, tal como sucedió con las mujeres que dieron la buena
nueva a los discípulos sobre la resurrección de Jesús, que se les consideró que estaban
locas, así también, a esta muchacha de nombre Rode, se le consideró igualmente que estaba
loca. Pero aun así, ella insistía que Pedro estaba en la puerta. Ante la
insistencia de ella, todos los que estaban en la casa llegaron a la conclusión
racional de que se trataba de un ángel. Mientras tanto, Pedro seguía insistiendo
en llamar a la puerta; ellos al verlo no podían creerlo: ¡Es Pedro y está vivo!.
Ha sido liberado por Dios con mano poderosa.
Pedro sabía que aún corría peligro, que Herodes no estaría conforme con su liberación y que tomaría venganza con los soldados, por eso pide que no hagan mucho ruido y que se callen. Ya calmados y con la tranquilidad del caso les cuenta a ellos de cómo el Señor lo había liberado de la cárcel y de las manos de Herodes. Ahora este hecho hay que darlo a conocer a la comunidad de fe. El Señor ha respondido a la oración de la iglesia. Él nunca abandona a sus siervos, es fiel a sus promesas.
De ahí que nosotros, la comunidad de fe este siglo, debemos tener fe en nuestro Dios y confiar que Él escucha nuestras oraciones, que viene a nuestro rescate, a nuestro pronto auxilio, sea cual sea la situación difícil que estemos pasando. El Señor enviará a sus ángeles para sacarnos del pozo profundo en que hayamos caído y nos pondrá en un lugar seguro, para que otros vean y crean en Él (Salmo 40:1-5). Que el Señor nos mantenga firmes ante cualquier prueba y nunca dejemos de orar. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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