
SER HUMILDES COMO UN NIÑO
(Marcos 9:30-37)
Jesús acaba de anunciar una vez más su muerte y resurrección. Los discípulos como siempre no entendían lo que Jesús les estaba diciendo y hasta llegaron a tener miedo preguntar algo sobre lo que estaba diciendo. Es de suponer que ellos no querían escuchar lo que Jesús les estaba anunciando sobre su persona. Pero en su caminar por Galilea habían tenido una disputa acerca de quién sería el mayor si Jesús ya no estuviera. Sin duda que este hecho demuestra la actitud egoísta y de ambición de cada uno de los discípulos. Ellos no están reflexionando acerca del sacrificio de Jesús para beneficio de toda la humanidad, no les interesa las consecuencias de su muerte, sólo les interesa el poder y el sobresalir sobre los demás. Se comportan como cualquier líder de algún grupo social y no han aprendido las enseñanzas de su maestro Jesús. Sobre este caso de los discípulos, podemos decir que muchas veces pasa lo mismo en el seno de las comunidades cristianas. Algunos líderes y pastores consideran que la comunidad de fe, la iglesia o institución cristiana es un mero grupo social que se rige de acuerdo a principios y valores seculares. La humildad, el sacrificio, la entrega, el servicio a los demás, no están en su perfil de líderes. De ahí el fracaso de sus liderazgos y de las instituciones o comunidades que lideran.
Al llegar a Capernaum, ya en casa, en privado, Jesús les llama la atención y les pregunta qué estaban discutiendo entre ellos en el camino. Los discípulos una vez más prefirieron no decir nada, sabían que Jesús era conocedor de sus ambiciones y pleito por asumir el liderazgo del grupo. El tema central de la disputa era quién sería el mayor entre ellos. ¡Qué vergüenza! Mientras Jesús les estaba recordando una vez más sobre su muerte, que era el precio de su sacrificio por salvar a la humanidad, ellos estaban disputando quién de ellos sería el mayor, el principal, el jefe, el mandamás, el más importante entre ellos. Seguramente algunos nombres surgieron en la disputa. Todos estaban acalorados y Jesús se dio cuenta. ¡La ambición del poder afloró entre los discípulos! ¡Cuánto de eso pasa también en muchas comunidades de fe, iglesias o instituciones cristianas!.
Ante esa situación, Jesús toma una actitud ante ellos, se da su tiempo, no les recrimina, se sienta y les dice a los doce discípulos que quien quiera ser el primero, deberá considerarse el último, y ser el servidor de todos. Deben ser humildes así como Él. Cuántas veces el verdadero líder de un grupo debe tomar la actitud de Jesús, llamar la atención con amor y enseñar con paciencia lo que se debe hacer. La humildad es el principal valor de cualquier líder social, sea que lidere un grupo social secular o una iglesia.
Pero no todo queda ahí, Jesús va más allá en su enseñanza. Como buen maestro quiere ilustrar con un ejemplo lo que está enseñando. Toma entre sus brazos a un niño y lo coloca en medio de ellos para decirles que quien recibe a un niño en su nombre, a Él lo recibe; además, quien reciba a Él, no solamente a Él lo está recibiendo, sino también a Dios recibe. ¿Qué nos quiere enseñar Jesús con esta ilustración? En primer lugar, el gesto de Jesús es indicar la preocupación que debe haber por aquellos que son necesitados, indefensos y que necesitan protección de los demás. El niño de ese tiempo representa el nivel más bajo en la escala social, no tiene poder y está bajo cuidado de otras personas. De ahí que el niño representa la condición de muchas personas de la sociedad. Por eso Jesús enfatiza que quien recibe, se preocupe, cuide, y muestre amor a un niño, o persona desamparada, a Él lo recibe. En otras palabras sus discípulos deben convertirse en niños, en esas personas desamparadas por la sociedad. En segundo lugar, quien reciba a Jesús recibe a Dios. Jesús está representado en esas personas. En el juicio a las naciones que refiere el evangelio de Mateo (Mateo 25:31-46), claramente se puede ver que Jesús está representado en cada persona que tiene hambre, que tiene sed, que es forastero, que está desnudo, que está enfermo, que está en la cárcel. Todo lo que hagamos en favor de esas personas a Jesús lo estamos haciendo.
Finalmente, la ambición de poder, de tener un lugar preferencial en la iglesia o ser el más importante dentro de ella, debe ser cambiada por el servir a los demás. Hoy Jesús nos está diciendo que debemos recibir a los que no tienen un hogar para vivir, a los minusválidos, a los enfermos, a los marginados, explotados, abandonados, y violentados. La iglesia está llamada a servir y no a ser servida. Los líderes están llamados a recibir a los pequeñitos del Señor y ha convertirse en uno de ellos, antes de pretender un lugar importante, un título o ser el más importante de todos. Esa es una tentación a la que debemos renunciar.
Que el Señor nos permita arrepentirnos si en alguna vez hemos discutido entre nosotros quién ha de ser el más importante. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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