
LAS EXCUSAS para EL no CUMPLIMIENTO DE LA MISIÓN
(Éxodo 3:1-4:17)
Este tema de las excusas para no realizar una tarea o la misión no siempre ha sido tratado con la seriedad del caso. Comúnmente hemos tomado a la ligera los relatos donde se refiere este asunto. Hoy en día uno de los problemas del incumplimiento de la tarea o de la misión en la iglesia se debe a que las excusas abundan en demasía. ¿Cuántas promesas? ¿Cuántas excusas?. ¿Cuánto se cumple? La Biblia tiene una cantidad de excusas de personajes célebres y anónimos. En esta reflexión quiero dar a conocer cómo estas excusas han dañado y siguen dañando el cumplimiento de la Gran Comisión dada por Jesucristo a Su iglesia (Mateo 28:19-20).
Para empezar, una de las tantas excusas registradas en las Escrituras es la que da Moisés a Jehová. El Dios de Israel que ha visto la aflicción de su pueblo, ha oído su clamor y conoce sus angustias, ha decidido liberarlos y sacarlos de la tierra de opresión para llevarlos a una tierra buena y ancha, donde fluye leche y miel, y para lograr ese propósito ha elegido a Moisés. Es en esas circunstancias cuando Moisés da su primera excusa: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?. Dios le responde que estará con él. Luego otra excusa: Moisés le dice a Dios si los hijos de Israel me preguntaran por su nombre, ¿qué responderé?. Dios le responde que les diga que Yo Soy me envió a ustedes. Sin embargo, Moisés sigue dando excusas. En esta oportunidad le dice a Dios que ellos no le creerán ni le escucharán, porque no le ha aparecido Jehová. Otra vez, Dios responde a Moisés y le dice que por las señales de la vara le creerán que sí se le ha aparecido. Por último, Moisés da otra excusa: soy tardo en el habla y torpe de lengua. Una vez más Dios le da solución a esta excusa, que parece ser válida, le dice que su hermano Aarón, quien habla bien, será su voz quien hable al pueblo. Bueno, ya sabemos la historia de la liberación de Israel de la opresión de Faraón y la participación de Moisés, que a pesar de las excusas presentadas, cumplió la tarea encomendada por Dios. La primera lección que podemos obtener de este relato es que para Dios las excusas no tienen razón de ser cuándo él elige.
Otro personaje que también da su excusa ante el llamado de Dios es el profeta Jeremías. Según el libro del mismo profeta, en el primer capítulo, los primeros diez versículos, se da cuenta de que Dios llama a Jeremías para cumplir una misión. El llamado viene desde el vientre de su madre, con santificación y con el rol de ser profeta a las naciones. Bien, el mismo Jeremías reconoce que la excusa que pone ante Jehová para no cumplir la misión, es la de ser un niño y no saber hablar. Sin embargo, Dios le dice a Jeremías que no diga eso, que no ponga excusas, porque Él estará con él en el cumplimiento de la misión de profetizar a las naciones. También sabemos la historia y misión de Jeremías, que a pesar de todo, logró cumplir con el encargo que Dios le asignó desde muy tierno. ¿Se parece en algo a nosotros? ¿Hemos pasado por esta experiencia?.
En los tiempos de Jesús, también se daban excusas para no realizar una tarea. Tomaremos dos ejemplos de ellas. Una, se encuentra en la Parábola de la gran cena que Jesús relató (Lucas 14:15-24). Ahí se da cuenta de que un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Veamos qué sucedió con la invitación y las excusas dadas: "Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena". Excusas y más excusas. ¿Algo nos asemeja a nosotros? El segundo ejemplo de excusas lo encontramos en el Juicio a las naciones que Jesús menciona en Mateo 25:31-46. Como se verá, en ese juicio los que están al lado izquierdo del Señor dan las excusas durante el juicio de que ¿cuándo lo vieron hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no lo visitaron?. La respuesta del Señor a estas excusas es, por cuanto no lo hicieron a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicieron. ¡Al fuego eterno! ¿Qué decimos ante esto los cristianos y cristianas de este siglo? ¿Quién atenderá a los más pequeños del Señor?.
Esta reflexión nos debe llevar a tomar en serio el llamado de Dios cuando nos convoca a cumplir una misión y a no dar excusas o a decir "no puedo", porque si Él nos convoca a su selección para realizar una tarea es porque considera que somos de gran valor y sabe que tenemos las mejores condiciones para realizarla; además de que nos promete de que Él estará siempre con nosotros. Así que, si no respondemos a Su llamado, otros serán convocados por el Señor y la tarea se realizará; pero nosotros habríamos perdido la gran oportunidad de ser sus instrumentos de salvación. Dejemos de lado toda excusa y estemos listos para responder si el Señor nos convoca. Tengamos en cuenta estas palabras: "No digas 'no puedo' ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes" (Facundo Cabral). Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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