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"CONSUMADO ES"

(Juan 19:30)

Esta es una de las últimas palabras de Jesús en la cruz. Si pudiéramos parafrasearla sería de esta manera: "¡Misión cumplida!", en realidad es una expresión de triunfo en medio del sufrimiento. Jesús en la cruz ha consumado la obra que le fue encargada por Aquel que lo envió (Jn. 4:34). Ha sido consecuente hasta el final; en la cruz termina su misión terrenal, de ahora en adelante actuará su Padre, él lo va a resucitar y va a enviar su Espíritu. Estas palabras de Jesús no son en un tono de derrota, sino que están dichas en un tono de victoria.

Todos creyeron que Jesús moriría derrotado y destrozado en la cruz; que su labor había sido inútil y que las tinieblas prevalecieron contra la luz. Ahora nadie recordaba las palabras de Jesús sobre su resurrección y triunfo sobre la muerte y las tinieblas. Solo Jesús en la cruz sabía que su Padre no lo dejaría abandonado y que la victoria era suya y no de Satanás. Hoy, muchos aún no creen en la obra redentora de Jesús y piensan que fue inútil su sacrificio. No quieren creer en él ni en su salvación. Ahí están deambulando por las calles, de tumbo en tumbo.

Jesús cumplió con el proyecto de Dios: la salvación de toda la humanidad. Él dio testimonio del amor de su Padre; él no estaba solo en la cruz, Dios no se separó jamás de él y ahora actuará con todo Su poder sobre la muerte. La resurrección será el gran acontecimiento salvífico: la vida triunfará sobre la muerte. Su muerte en la cruz jamás será en vano. Ahora, muchos podrán ser salvos por su gracia y su sangre preciosa derramada en la cruz en favor de los pecadores.  

Nosotros hoy, podemos sentir en estas palabras de Jesús, que nos está desafiando a ser obedientes y consecuentes en el cumplimiento de la Misión que él nos ha encargado (Mateo 28:19-20). Hoy en día, ¿cómo nos sentimos?, ¿derrotados?, ¿desamparados?, ¿sin ánimo?, ¿ve la gente en nosotros que somos los discípulos de Jesús?, ¿cómo estamos cumpliendo la Misión?, ¿somos instrumentos del amor de Dios?, ¿de qué manera somos las manos extendidas de Dios hacia el prójimo?, ¿por qué hay tantos enfermos, sufrientes, desamparados, marginados, esclavos del pecado?. ¿Podemos gritar como Jesús: ¡misión cumplida!?.

Como iglesia en el Perú tenemos una misión que realizar, hemos sido enviados a lo largo y ancho de nuestra patria a anunciar las Buenas Nuevas del Señor, a proclamar el año agradable del Señor (Lc. 4:16-21). Muchas veces sentiremos que somos despreciados, vituperados, amenazados, difamados, sentenciados por el mundo; en otras palabras, como que el enemigo nos derrotara, que los problemas de nuestra sociedad son demasiados y que no tienen solución, que la violencia es tal, que no nos permite vislumbrar la paz, esa paz que el Señor Jesucristo nos ha dejado: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Jn. 14:27). ¡Esa es nuestra cruz de todos los días! Jesús nos pone a prueba para saber hasta dónde somos capaces de vencer todas aquellas dificultades. Nuestra vida personal también se pone a prueba en cada una de estas situaciones.

 

De ahí que estas palabras de Jesús en la cruz nos debe llevar a imitarle y ser consecuentes como él lo fue hasta la muerte. El Señor nos demanda entrega, sacrificio, coraje y ser fiel a su voluntad. Dios quiere que nuestro pueblo conozca de Su infinito amor y misericordia, que seamos nosotros, sus discípulos, instrumentos de amor y servicio, que podamos glorificarle a Él y solo a Él, en cada gesto de amor para con los hermanos más pequeños del Señor, que también son nuestros hermanos. ¡Que el Señor nos encuentre trabajando por su Reino y para cuando nos llame a su presencia, podamos decir también: "Misión cumplida!". Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

       


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