
MANIFIESTO A LA NACIÓN
Documento elaborado por el Consejo de Acción Social de la Iglesia Metodista del Perú y aprobado por la Junta General, al cumplirse 50 años de la libertad religiosa en nuestro país. Lima, 11 de Noviembre de 1965.
La Iglesia Evangélica Metodista del Perú, consciente de su trayectoria histórica con aporte a la REVITALIZACIÓN de la VIDA CRISTIANA, desde hace ya más de 227 años en el Mundo y por 75 años en nuestro país, expresamos ante la Nación nuestros postulados de fe y acción, con el propósito de que todos puedan conocernos de una manera clara.
Al mismo tiempo queremos hacer un llamado a todos nuestros conciudadanos a unirnos en acción constructiva en favor de los pobres, desconsolados, prisioneros o esclavos, ya sea física, mental o espiritualmente; movidos todos por el amor de CRISTO, EL SEÑOR DE LA IGLESIA, en cuyo nombre declaramos ante la Nación:
POSTULADOS DE FE. La IGLESIA METODISTA declara su fe en los siguientes términos: CREEMOS EN:
Un Dios Padre, Creador, Sustentador y Señor del Universo, cuya providencia, justicia y misericordia permanecen ayer, hoy y para siempre.
Creemos en Jesucristo, a través de quien, en el milagro, de la Encarnación, se revela el amor de Dios al hombre pecador, reconciliándolo con Dios, su prójimo y consigo mismo. “Porque de tal manera amó Dios al Mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna”. San Juan: 3:16.
Creemos en el Espíritu Santo, Dios activo en la historia y en toda la vida del hombre, mostrando el camino de la redención y la vida abundante, produciendo la regeneración del ser humano y la transformación de la sociedad.
Creemos en la Biblia como palabra de Dios, revelada a hombres divinamente elegidos en la antigüedad, la cual se comunica con nueva frescura y poder a la conciencia de los hombres en cada nueva generación por la acción del Espíritu Santo.
Esta Palabra contiene los principios de fe y conducta suficientes al hombre para armonizar su vida a los planes y propósitos de la voluntad divina
Creemos en la Iglesia como el Pueblo de Dios en la tierra, constituido por los hombres de toda raza y condición que reconocen a Jesucristo por la fe como SEÑOR Y SALVADOR. Este pueblo fue llamado por Dios para servir como instrumento de su propósito en las siguientes formas:
Llevando a la humanidad el MENSAJE DE DIOS, las buenas nuevas de su palabra “El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados; para pregonar el año agradable del Señor”. San Lucas: 4:18-19.
Demostrando el amor Divino en El SERVICIO a los necesitados. Y cualquiera de vosotros que quiera hacerse el primero, será siervo de todos”. San Marcos: 10:44.
Y sirviendo como foco de la verdadera COMUNIÓN de los hombres y las naciones con Dios y entre sí.
Es pues la Iglesia, una congregación de fieles, en la cual se predica la palabra pura de Dios y se administra debidamente los sacramentos, conforme a la institución de Cristo. (Artículo de Fe, número XlI). “Para que todos sean una cosa; como tú oh Padre, en Mí, y Yo en Ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que Tú me enviaste”. San Juan 17:21
Creemos en el Reino de Dios como un nuevo ordenamiento de la vida humana bajo el Señorío Divino que se inicia en el presente y cuya realización plena será alcanzada en la vida venidera; y para tal fin, la VERDAD, debe ser el móvil y meta de todo progreso auténtico; la JUSTICIA, la medida de toda relación humana; el AMOR, el poder que mueva a la humanidad hacia su finalidad trascendente; y la LIBERTAD integral, el derecho para los hombres de toda raza y condición social, como base de una sociedad responsable.
‘Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libre”. San Juan 8:32; “Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como impetuoso arroyo”. Amós: 5:24; “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado”. San Juan: 15:12.
LA SOCIEDAD ACTUAL. Vivimos en una sociedad donde el ordenamiento de los valores se ha trastocado y rebajado; en que lo temporal y pasajero es primero que lo permanente y trascendente; estableciéndose así un divorcio entre lo material y lo espiritual, lo secular y lo sagrado; creando un estado de miseria material y moral, ignorancia y desorientación, falsedad e injusticia; todo lo cual se traduce en:
Un ser humano despersonalizado, sin dignidad ni sentido solidario, ajeno e imposibilitado de alcanzar su finalidad acorde con su origen divino.
Una sociedad de grupos excluyentes y en pugna, en razón de la desigual distribución de los recursos de todo orden; de la explotación material, intelectual, política y aun religiosa del hombre por el hombre.
Una falta de igualdad de oportunidades y medios en los varios campos tales como:
a) Educacionales: que da lugar al analfabetismo de la gran masa, la deficiencia, inadecuación y comercialización de la educación en sus diversos niveles; la desorientación vocacional y el espíritu materialista del estudiante que da lugar a promociones de hombres frustrados y profesionales mediocres y de un tecnicismo deshumanizado.
b) De salud: produciendo la desnutrición y los altos porcentajes de enfermedad y muerte en la población y la deficiencia y bajo rendimiento en las actividades diarias.
c) De trabajo: que se objetivan en la desocupación y el servilismo obligado del trabajador ya sea urbano o rural, la no operancia de las leyes y garantías laborales, y lo injusto del reparto de los frutos del trabajo.
La disolución de la familia, por las uniones ilegitimas, divorcios, relaciones pre y extra matrimoniales y sus secuelas correspondientes; agravadas por las corrientes migratorias hacia las grandes urbes, la explosión demográfica, la promiscuidad y el déficit habitacional; todo lo que propicia la proliferación de la delincuencia en sus diversas formas.
La lucha política que tiene como fin la toma del poder por el poder mismo tornándose egoísta y demagógica, sin respetar el derecho de los sufragantes y olvidando o posponiendo la solución de los urgentes problemas de la nación.
Ante esta situación, los grupos sociales, políticos, económicos, culturales, etc., propugnan como solución diferentes tipos de cambio, por la transformación de las estructuras: auspiciando la reforma agraria, las nacionalizaciones, la industrialización, el enfrentamiento de los grupos sociales, la reforma del crédito, la ayuda externa, etc.
LA BASE DE NUESTRA RESPUESTA. A la Iglesia no le compete pronunciarse como organismo técnico sobre la viabilidad de las diversas soluciones que se ofrecen para la crisis de nuestro tiempo. Ella si da gracias a Dios por todo esfuerzo honesto por remediar problemas específico que esté encaminado hacia la realización de las normas divinas para la vida del hombre y de la sociedad, y que ensalce los valores previamente señalados, de la VERDAD, la JUSTICIA, el AMOR y la LIBERTAD; al mismo tiempo, la Iglesia está obligada a señalar lo parcial y lo deficiente de toda solución que sea meramente externa y por tanto, ajena al problema de fondo, que es el hombre en sí, como pecador alejado de Dios.
En este sentido, declaramos que es necesario restablecer el verdadero orden de los valores para darle sentido integral a la vida humana, reconociendo a Dios sobre todas las cosas y al hombre en sociedad como un ser que vive una existencia trascendente para honra y gloria de este Dios, Padre y Señor.
Toca pues al hombre reconocer su situación de PECADO frente a su Hacedor aceptando luego la obra RECONCILIADORA DE CRISTO en el orden personal, familiar y social; para entonces hallarse capacitado para realizar la reforma de la realidad externa a él.
Cree pues la Iglesia que todo cambio, renovación o revolución efectiva, deberá tener su comienzo en el hombre regenerado por el poder de Dios para luego proyectarse en el ambiente social con sus diferentes aspectos donde él tenga que actuar. “Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la Verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la Justicia y Santidad de la Verdad”. Efesios: 4: 21-24.
NUESTRO APORTE PRÁCTICO. En el concierto de la Obra Cristiana Evangélica en el país y la colaboración efectiva y real que ella representa en nuestra Nación, sentimos gratitud a Dios por la parte que a nosotros ha tocado en la proclamación del MENSAJE REDENTOR DE JESUCRISTO como poder que puede transformar integralmente al hombre.
Con este mismo espíritu hemos actuado en otros campos tales como:
El Educacional.- Por medio de la acción de nuestras escuelas y colegios que trajeron el aporte de nuevos sistemas pedagógicos, como la introducción del Sistema Lancasteriano por decreto del General San Martín del 6 de Julio de 1822. Luego rompiendo con los moldes tradicionales iniciamos la co-educación como un paso de apertura a grandes y nuevas oportunidades a la mujer peruana por más de setenta años
También hemos colaborado y lo seguimos haciendo en el esfuerzo de reducir el analfabetismo en nuestro país; además en los últimos años hemos entrado en el campo de la capacitación técnica y profesional.
En el campo de la salud.- Hace años por nuestra colaboración en la clínica Anglo-Americana con algunos de sus eminentes médicos, su escuela de enfermeras, más tarde por medio de pequeños consultorios de atención médica gratuita y la ayuda directa de nuestras iglesias con medicamentos y servicio médico a todos los que hemos podido servir en la Costa, Sierra y Selva.
En otros campos sociales.- En nuestra lucha por el reconocimiento de la libertad de conciencia habiéndose cambiado el artículo constitucional que hoy da libertad de credos (cuyo cincuentenario se recordará el 11 de Noviembre del presente. año) y aún estamos empeñados en la lucha por conquistar una más amplia libertad religiosa que nos libere del fanatismo, la intolerancia, o los prejuicios que olvidan que la libertad no es un privilegio que el Estado otorga, sino un derecho inherente que debe reconocer y proteger en favor del hombre.
Mediante nuestro aporte en la lucha para conseguir el reconocimiento del matrimonio civil y la secularización de los cementerios (sobre matrimonio civil -ley del 23 de Diciembre de 1897, dado por Piérola).
Combatiendo activamente toda clase de vicios como el alcoholismo (por medio de la Liga Nacional Anti-alcohólica), el tabaquismo, el cocaísmo, la prostitución y los juegos de azar, porque denigran y rebajan el valor de la personalidad humana como creación de Dios.
Por la apertura de nuestros Centros Sociales que ofrecen un programa variado para todas las necesidades, con horas de recreación dirigida, con lectura en la biblioteca, clases de costuras, repostería, tejido, clases comerciales de orientación familiar, salubridad y profilaxia, tejido, clases comerciales de orientación familiar, salubridad y profilaxis social, etc.
Con la apertura de nuestra escuela Industrial en la barriada del Pedregal para ayudar a los que desean prepararse en las profesiones manuales y comerciales y desde hace ya cuatro años con nuestra Escuela Normal Panamericana para capacitar maestros primarios y suplir la necesidad de educación de la población infantil creciente que no tiene escuelas ni maestros.
Nuestro concurso en las barriadas dando atención a las necesidades de orden espiritual de sus moradores y también con la atención de sus necesidades materiales por medio de la distribución de alimentos, ropa y atención de la salud.
Por todos estos medios hemos estado poniendo nuestro servicio y contribución en la búsqueda de la realización del MENSAJE proclamado que en las palabras de Cristo se expresan en la promesa: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia”. San Juan: 10:10.
Es de esta manera que creemos podremos lograr que el hombre se realice integralmente en cuerpo, mente y espíritu, como elemento básico de una sociedad mejor donde toda reforma como sostenemos más adelante debe partir del hombre redimido por Dios y terminar en el beneficio real del mismo y la sociedad.
NUESTRAS METAS FUTURAS. Conscientes de las limitaciones de orden humano y de lo escaso de nuestros medios y recursos de acción, reconocemos que en muchas maneras hemos dejado de hacer mucho de lo que Dios espera de los que le aman y sirven, lo confesamos arrepentidos y en humildad de corazón; pero confiamos que apoyados y fortalecidos por la omnipotencia y la abundancia de la Gracia de Dios, proseguiremos en el camino de nuestra misión cristiana.
Para ello buscaremos mejorar y extender los trabajos hasta aquí realizados a fin de servir mejor a un mayor número de personas.
Será nuestro gran afán lograr por la proclamación del Evangelio de Jesucristo la redención de todo aquel que vive en pecado y rebeldía con Dios. Conscientes del escándalo de la división del cristianismo, estaremos abiertos al diálogo, estudio y demás esfuerzos que tiendan a lograr la unidad de la Iglesia de Cristo, “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios”. Efesios: 4:13.
Instaremos a que los redimidos se conviertan en instrumentos de bien social por su participación activa en toda iniciativa o acción Por mejorar el presente status del hombre que sufre hambre, ignorancia, desocupación, y falta de oportunidades para convertirse en un ser con dignidad como criatura que debe llegar a ser hijo de Dios.
En la medida de nuestras posibilidades y sin contradecir nuestros postulados de fe colaboraremos en todo esfuerzo material, intelectual o espiritual que busque elevar el valor de la personalidad humana, mejorar las condiciones de vida, resolver problemas comunes y abolir situaciones, costumbres y vicios que sean factores de retroceso social.
Apoyaremos las leyes de bienestar social que no favorezcan intereses de grupos, sino que tiendan a establecer un orden de justicia, equidad y paz en el cual todos los ciudadanos gocen de los derechos como seres dignos les corresponde y vivan en una actitud responsable con sus semejantes reconociéndoles los mismos derechos.
LLAMADO A NUESTROS GOBERNANTES. Como individuos pertenecientes a una sociedad organizada y regida por leyes, creemos que es nuestra responsabilidad que esta sociedad debe estar habilitada para que sus miembros vivan cumpliendo sus deberes y cuidando de sus derechos, usando los privilegios que estas nos conceden.
Es por ello que exhortamos a los hombres públicos como lo hemos hecho a los ciudadanos, a que busquen la más alta ética en la función política y para ello:
a) La lucha política deberá hacerse sin egoísmos partidarios no buscando aplastar al opositor, ni quitándole sus derechos, pero sí en un ambiente de alta competencia, llevar a la nación hacia mejores conquistas de bienestar.
b) Los partidos políticos no tomarán la cosa pública para acomodo de los suyos, sino para conquistar, salvaguardar los más altos valores de la vida individual y colectiva dando y creando medios para la buena subsistencia, educación y desarrollo de la actividad humana.
c) La demagogia como táctica política es inmoral, desautoriza para gobernar a quien usa de ella para llegar al poder. Por lo tanto, creemos que los políticos sean hombres o grupos deben someterse a la verdad y la sinceridad como normas de la lucha política electoral.
d) Hacemos un llamado a la ciudadanía en general para asumir una actitud responsable; dejando de lado la pasividad, la indiferencia, la comodidad, o el “dejar hacer” y mantener una conciencia despierta a los problemas de la nación, la solución que ofrecen los hombres en grupos políticos o los que están en las esferas del gobierno
En el cumplimiento de nuestra misión, no estaremos limitados por ninguna clase de barreras, sean culturales, económicas, políticas o raciales, sino que seremos obedientes a Dios que nos envía al mundo como siervos suyos.
Invocamos la Gracia, ayuda y bendición del PADRE, del HIJO y del ESPÍRITU SANTO para que podamos servirle con fidelidad y así colaborar al mejoramiento auténtico y permanente de nuestra nación, de acuerdo a los propósitos trascendentes de Dios.
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