
Por: Rev. Lic. Héctor Laporta
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
Origen.-
Analizando etimológicamente
la palabra ecumenismo, vemos que proviene de la palabra griega “oikouméne” que significa “mundo
habitado”.
Revisando el término
históricamente, sería el emperador romano, quien usara este término
relacionándolo con la labor de los obispos en la oikouméne
(oikoumenh) y
por ende del
imperio. Este es el origen del adjetivo “ecuménico”, el cual es sinónimo de
“universal”. Personalmente ó a través de sus delegados el emperador supervisaba
el curso de los debates, sin intervenir de manera directa - por lo menos en principio- en las
discusiones, dejando las decisiones teológicas a los obispos.
Es por ello que, posteriormente el uso del término
“ecuménico” sería utilizado para referirse a todo concilio o consejo (council en inglés).
Bíblicamente, encontramos el uso del término ecumenismo, en diversos pasajes del Nuevo Testamento, en la versión griega:
Mateo 24:14 "kai khrucqhsetai touto to euaggelion thV basileiaV en olh th oikoumenh eiV marturion pasin toiV eqnesin, kai tote hxei to teloV“
Lucas 2:1 “egeneto de en taiV hmeraiV ekeinaiV exhlqen dogma para kaisaroV augoustou apografesqai pasan thn oikoumenhn“
Lucas 4:5 “kai anagagwn auton edeixen autw pasaV taV basileiaV thV oikoumenhV en stigmh cronou:”
Lucas 21:26 “apoyucontwn anqrwpwn apo fobou kai prosdokiaV twn epercomenwn th oikoumenh, ai gar dunameiV twn ouranwn saleuqhsontai”
Hechos 11:28 “anastaV de eiV ex autwn onomati agaboV eshmanen dia tou pneumatoV limon megalhn mellein esesqai ef olhn thn oikoumenhn: htiV egeneto epi klaudiou”
Hechos 17:6 “mh euronteV de autouV esuron iasona kai tinaV adelfouV epi touV politarcaV, bownteV oti oi thn oikoumenhn anastatwsanteV outoi kai enqade pareisin,”
Hechos 17:31 “kaqoti esthsen hmeran en h mellei krinein thn oikoumenhn en dikaiosunh en andri w wrisen, pistin parascwn pasin anasthsaV auton ek nekrwn”
Hechos 19:27 “ou monon de touto kinduneuei hmin to meroV eiV apelegmon elqein, alla kai to thV megalhV qeaV artemidoV ieron eiV ouqen logisqhnai, mellein te kai kaqaireisqai thV megaleiothtoV authV, hn olh h asia kai h oikoumenh sebetai”
Hechos 24:5 “euronteV gar ton andra touton loimon kai kinounta staseiV pasin toiV ioudaioiV toiV kata thn oikoumenhn prwtostathn te thV twn nazwraiwn airesewV,”
Romanos 10:18 “alla legw, mh ouk hkousan; menounge, eiV pasan thn ghn exhlqen o fqoggoV autwn, kai eiV ta perata thV oikoumenhV ta rhmata autwn”
Hebreos 1:6 “otan de palin eisagagh ton prwtotokon eiV thn oikoumenhn, legei, kai proskunhsatwsan autw panteV aggeloi qeou”
Hebreos 2:5 “ou gar aggeloiV upetaxen thn oikoumenhn thn mellousan, peri hV laloumen”
Apocalipsis 3:10 “oti ethrhsaV ton logon thV upomonhV mou, kagw se thrhsw ek thV wraV tou peirasmou thV melloushV ercesqai epi thV oikoumenhV olhV peirasai touV katoikountaV epi thV ghV”
Apocalipsis 12:9 “oti ethrhsaV ton logon thV upomonhV mou, kagw se thrhsw ek thV wraV tou peirasmou thV melloushV ercesqai epi thV oikoumenhV olhV peirasai touV katoikountaV epi thV ghV”
Apocalipsis 16:14 “eisin gar pneumata daimoniwn poiounta shmeia, a ekporeuetai epi touV basileiV thV oikoumenhV olhV, sunagagein autouV eiV ton polemon thV hmeraV thV megalhV tou qeou tou pantokratoroV”
En el libro de Hechos 15, cuando se
habla del Concilio/Asamblea de Jerusalén, del cual se desprenden tres
características a considerar:
-
Representatividad de toda las
iglesias o comunidades eclesiales.
-
Presencia del Espíritu Santo (ref.
Mateo 18:20).
-
Unanimidad en las decisiones a
aplicarse en la vida de la Iglesia.
Sin embargo, posteriormente a lo ocurrido en el
Concilio/Asamblea de Jerusalén, pasaría un buen tiempo hasta que los concilios
fueran considerados ecuménicos.
Ellos se han desarrollado gradualmente a través de la
historia, a veces a través de largas confrontaciones y otras por la necesidad
de refutar ciertas asambleas que se auto-calificaban como ecuménicas, sin serlo
por la disconformidad de sus decisiones con la Sagrada Escritura (Biblia) y con
la tradición de la Iglesia.
Sería a partir del Séptimo Concilio Ecuménico (Nicea
II, 787 d.C.), realizado con el fin de invalidar al iconoclasta concilio de
Hieria (754 d.C.) en que se precisarían ciertos criterios a tener en cuenta y
es que, los presidentes de las iglesias cristianas principales deberían estar de
acuerdo, en particular los patriarcas de Constantinopla, Alejandría, Antioquía
y Jerusalén y en segundo término el Obispo de Roma debería de colaborar con
ellos. Las decisiones no deberían ser regionales, sino alcanzar a todos los
confines del mundo, con el fin de ser coherentes con los anteriores concilios.
Se subrayaba entonces que únicamente con la
participación de los cinco obispos (Constantinopla, Alejandría, Antioquía,
Jerusalén y Roma) se podía garantizar la representatividad de un concilio
ecuménico[1]. Hecho que no excluye a que representantes de otras
iglesias, de otros contextos geográficos y tradiciones, pueden ser invitados y
participar.
La mayoría de iglesias cristianas en general (Iglesia
Católica Romana, Iglesia Ortodoxa e Iglesias Protestantes y Evangélicas)
reconocen de forma común a cuatro concilios. El primer concilio fue el de Nicea
(325 d.C.), que condenó el arrianismo y definió a Cristo de una misma esencia (homoousios) con el Padre. El segundo
concilio fue el de
Constantinopla (381 d.C.),
que proclamó la divinidad del Espíritu Santo. El tercer concilio fue el de
Efeso (431 d.C.) que condenó el nestorianismo y definió la unidad de la persona
de Jesucristo. Y el cuarto concilio fue el de Calcedonia (451 d.C.), que
condenó el monofisismo y definió las dos naturalezas (divina y humana) en la
persona de Jesucristo.
Posteriormente, las diferentes iglesias cristianas, se
irían alejando unas de otras y cada una de ellas entendiendo de manera distinta
cuando un concilio es ecuménico.
Para la Iglesia Católica Romana, por
ejemplo, un concilio es ecuménico cuando este es convocado por el Papa, y es
presidido por él (personalmente o
a través de sus delegados) y aprobado por él (Vaticano II, ley canónica 1983).
Para la Iglesia Ortodoxa, en cambio, un concilio es
ecuménico, sólo
cuando toda la iglesia acepta sus decisiones.
Dentro de las Iglesias Protestantes existen diversas
opiniones. Las dos grandes posiciones aparecen reflejadas en la comprensión que
tenían los reformadores. Para Lutero, la única autoridad pertenece a las
Sagradas Escrituras y los concilios no tienen autoridad si sus decisiones son
contrarias a la Escritura. Para Calvino en cambio, la autoridad del concilio
depende de su docilidad al Espíritu de Dios, en la fe en las Escrituras y el
factor que se expresa en la unidad de la Iglesia.
Por nuestra parte nos concentraremos en los esfuerzos
realizados en el mundo protestante, ya que este es el que más ha contribuido al
desarrollo del movimiento ecuménico en América Latina, a saber, el Consejo
Mundial de Iglesias.
El Consejo Mundial de Iglesias fue formalmente
constituido en su primera asamblea de Amsterdam el 23 de agosto de 1948. Desde
esa fecha se ha convertido en la mayor expresión visible de la vida ecuménica
en el siglo XX.
Es importante que revisemos sus inicios y como se
gesta para que podamos entender desde dentro al Consejo Mundial de Iglesias,
del cual la Iglesia Metodista del Perú, forma parte siendo miembro pleno.
En julio de 1937, se realizaron dos conferencias
mundiales tituladas “Life and Work” (Vida y Trabajo) en Oxford, Inglaterra y la
otra de “Faith and Order” (Fe y Orden) en Edimburgo, Alemania. Posteriormente
los representantes de ambos movimientos se reunirían en Londres, Inglaterra con
el fin de unir esfuerzos entre las iglesias.
El gestar una Asamblea de Iglesias era con el fin de
unir esfuerzos y crear espacios de diálogo entre las diferentes iglesias
alrededor del mundo y al mismo tiempo de que estas pudieran dar un testimonio
común de unión y servicio.
Una de las preocupaciones también fue que no sólo
fueran pastores los que se reunieran sino líderes laicos se involucraran en puestos de liderazgo. Sería Mc
Crea Cavert de Estados Unidos que sugeriría el nombre de Consejo/Concilio
Mundial de Iglesias (en inglés World
Council of Churches).
Ambos grupos, el de Oxford y el de Edimburgo,
aceptaron el reto y convocaron a siete iglesias para conformar un comité de
catorce miembros con el fin de conformar el Consejo Mundial de Iglesias. En la
reunión de Utrecht en mayo de 1938, se crearía un comité provisional
responsable del Consejo Mundial de
Iglesias “en proceso de formación.”
El arzobispo de York (posteriormente de Canterbury)
William Temple de la Iglesia Anglicana, fue nombrado presidente y W.A. Visser’t
Hooft (Netherlands) fue nombrado secretario general. El comité provisional se
encargó de fundamentar las bases de la participación de las iglesias en el
Consejo Mundial de Iglesias, teniendo en cuenta sus fundamentos, organización y
autoridad. En octubre-noviembre de 1938, se enviaron invitaciones a 196
iglesias, y el arzobispo Temple envió una invitación al secretario de estado
del Vaticano.
En 1939, el comité provisional planeó la primera
asamblea general del Consejo Mundial de Iglesias a desarrollarse en 1941,
lamentablemente la Guerra Mundial imposibilitó la reunión, retrasando el
proceso de formación diez años más.
Entre 1940 y 1946, debido a la Guerra Mundial, el
comité provisional no pudo cumplir de manera regular sus responsabilidades,
pero muchos de sus iglesias miembros y otros grupos cristianos se reunieron en
encuentros en Estados Unidos, Inglaterra y Suiza. Bajo el liderazgo de su
secretario general Visser’t Hooft en Ginebra durante la guerra, se realizaron
diversas actividades que contribuyeron a dar testimonio supranacional de las
iglesias realizando: servicios cúlticos, trabajo pastoral con los prisioneros
de Guerra, asistencia a los judíos y otros grupos de refugiados, mantener
informada a todas las iglesias de lo que ocurría y finalizada la guerra
realizar contactos con todos los líderes religiosos de todo el mundo con el fin
de realizar una labor de reconciliación y de ayuda entre las iglesias para
contribuir a la reconstrucción de los despojos de la guerra.
John
Mott, un líder metodista que participó activamente en
la formación del Consejo Mundial de Iglesias decía en momentos de la
reconstrucción de Europa después de la Guerra Mundial “las doctrinas nos
dividen, el servicio nos une”.
Posteriormente a la guerra, el comité provisional se
reunió en Ginebra, Suiza (1946) y Buck Hills, Pennsylvania, USA (1947). En
ambas reuniones se pudo afirmar que la trágica experiencia de la guerra
incrementó la determinación de las iglesias de manifestar su unidad. En 1948,
90 iglesias habían aceptado la invitación para formar parte del Consejo Mundial
de Iglesias.
En la Asamblea inaugural en Amsterdam, el 22 de agosto
de 1948, eran 147 iglesias de 44 países listas a participar del Consejo Mundial
de Iglesias. Todas las familias confesionales de mundo cristiano, incluyendo la
Iglesia Ortodoxa, estuvieron de una u otra forma representados, excepto la
Iglesia Católica Romana a pesar de haber sido invitada desde sus inicios.
Posteriormente ha participado como observador.
Se constituyó en dicho evento el Consejo Mundial de
Iglesias, declarando:
“Cristo nos ha hecho para sí, Él no está dividido. Al buscarle a Él nos encontramos unos a otros. Aquí en Amsterdam nos hemos convocado para adorarle y entrar en comunión unos con otros. Al constituir el Consejo Mundial de Iglesias, intentamos permanecer juntos.”
Amsterdam definió los retos del Consejo Mundial de
Iglesias en su política, en sus programas y recursos económicos. La Asamblea
general autorizó hacer un pronunciamiento a todas las iglesias y al mundo entero,
definiendo claramente la naturaleza del Consejo Mundial de Iglesias y los
límites de sus pronunciamientos.
Dentro de sus presupuestos señalaban: el Consejo
Mundial de Iglesias no pretende ser una super iglesia ni que esté sobre las
demás iglesias; sólo pretende ser un instrumento a través del cual las
distintas iglesias puedan dar un testimonio común, de su vínculo con
Jesucristo, investigar diligentemente la unidad con Jesucristo, cooperar entre
las iglesias en materia de pronunciamientos y de acciones.
Desde entonces se han realizado ocho asambleas
generales del Consejo Mundial de Iglesias:
|
Asamblea |
Delegados |
Iglesias |
|
Amsterdam (1948) |
351 |
147 |
|
Evanston (1954) |
502 |
161 |
|
Nueva Delhi (1961) |
577 |
197 |
|
Uppsala (1968) |
704 |
235 |
|
Nairobi (1975) |
676 |
285 |
|
Vancouver (1983) |
847 |
301 |
|
Camberra (1991) |
842 |
317 |
|
Harare (1998) |
855 |
330 |
En América Latina, el movimiento ecuménico fue
configurado, sobre todo en la década de 1950, por los esfuerzos de iglesias
protestantes, básicamente luteranos y metodistas, relacionados con el Consejo
Mundial de Iglesias e interesados en profundizar en los cambios políticos y
teológicos que se venían desarrollando en Europa desde comienzos del siglo XX.
Nacieron así, en el seno de las iglesias y organismos,
esfuerzos con el fin de contribuir en un aspecto particular de la misión de la
Iglesia. La Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana
(CELADEC), dedicado a la educación cristiana y a la educación popular; el
Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC), quienes inician trabajos con la
juventud universitaria; y el movimiento de Iglesias y Sociedad en América
Latina (ISAL), que se dedica a desarrollar una reflexión teológica sobre la
acción cristiana en su contexto histórico y social.
Estos tres organismos, funcionarían a nivel
latinoamericano, y en cada país tendrían un grupo de base nacional.
En 1970 muchos de nuestros países, básicamente del
Cono Sur (Argentina, Uruguay, Chile, Brasil) y posteriormente (Bolivia, Perú y
Colombia), sufrirían las consecuencias de dictaduras militares, lo que
ocasionaría que muchos de los mencionados organismos ecuménicos y otros que se
conformarían después, se
comprometerían en la defensa de los derechos humanos de varias formas: de
denuncia, de solidaridad con las víctimas, así como de establecer casas
refugio. En Perú, CELADEC conjuntamente con la Iglesia Metodista del Perú, por
solicitud del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, prestaría ayuda
humanitaria y apoyo para la conformación de una casa refugio transitoria,
prestando su propiedad física del Paseo Colón para uso de refugiados chilenos y
bolivianos que salían huyendo de las dictaduras militares en sus países de
origen, así como prestando apoyo de asesoría legal y tramitación de asilo en
países europeos.
Hoy en día, existen muchas organizaciones no
gubernamentales de desarrollo, más conocidas como ONG’s, muchas surgieron de
inspiración cristiana y otras reciben apoyo de organismos ecuménicos y misiones
ecuménicas cristianas europeas y norteamericanas.
En muchos casos las ONG’s han suplido la labor de la
que estamos llamados a hacer los cristianos. En un mundo tan dividido:
ricos/pobres; católico/ evangélico; mestizo/indígena; hombre/mujer; adulto/niño
se hace tan necesario, recuperar el espíritu cristiano ecuménico de la
tolerancia, de respeto al diferente; de comprender que una iglesia no tiene
toda
la
verdad, sino que la Verdad nos posee a todas, de buscar contribuir en el bien
común de la sociedad, motivaciones que gestaron el movimiento ecuménico
mundial, donde con un sano orgullo podemos decir que la Iglesia Metodista
mundial jugó un importante papel en su gestación, como así lo confirma la
historia.
Una de las acusaciones, a la Iglesia Metodista por ser
ecuménicos, ha sido que nos juntamos con los católicos. Al respecto, sobre el
carácter ecuménico, presente en los pensamientos de nuestro hermano mayor Juan
Wesley, consideremos esta carta y nos permita iluminar nuestro andar en nuestro
encuentro con el otro, con el diferente:
ESTRATOS DE “UNA CARTA A UN CATÓLICO ROMANO” [2]
“Usted ha escuchado miles de historias referidas a
nosotros, los protestantes, como comúnmente se nos llama. Si usted cree una
sola de esas historias, debe tener muy mala opinión de nosotros. Nosotros
también nos ha movido a pensar mal de ustedes. Esto ha llevado a que nos
encontremos, unos y otros, poco dispuestos a ayudarnos y más dispuestos a
lastimarnos. De este modo, el amor fraternal desaparece por completo, y cada
una de las partes, al considerar que la otra es poco menos que un monstruo, da
rienda suelta a la ira, odio, resentimientos y toda clase de sentimientos
negativos, que en varias oportunidades han desembocado en comportamientos tan
bárbaros e inhumanos como rara vez se han registrado entre los no-cristianos.
Ahora bien, ¿no podremos
hacer algo, aun aceptando que ambas partes mantengan sus propias opiniones,
para albergar en nuestros corazones sentimientos más positivos los unos por los
otros? ¿no podremos poner freno a esa ola de hostilidad y recuperar aunque sea
algo del amor que debemos sentir como vecinos y compatriotas?.”
(Juan Wesley)
[1] Es importante señalar que cuatro de
los patriarcas u obispados son expresiones de la Iglesia Cristiana Oriental. De
la cual hay poca información en América Latina, a pesar de ser las iglesias
donde se gesta el cristianismo, y quienes toman una parte activa en los
iniciales credos y concilios cristianos. Hoy en día, existen importantes
trabajos realizados sobre la teología ortodoxa, con el fin de poder recuperar
sus aportes, sobre todo sobre Espíritu Santo y espiritualidad. Temas tan
controversiales y abordados de manera ligera, en la teología occidental en
cuanto a profundidad bíblica se refiere. Al respecto ver La Philokalia (4
volúmenes).
[2] Obras de Wesley, Tomo VIII, p.169; Wesley Heritage Foundation, 1998.
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