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DE LA AUTONOMÍA A LA CRISIS

HACIENDO UN RECUENTO HISTÓRICO DE LA AUTONOMÍA

DE LA IGLESIA METODISTA DEL PERÚ (1970-1999)

Por: Rev. Lic. Jorge Bravo C.

INTRODUCCIÓN

A. II ASAMBLEA GENERAL DE LA IGLESIA METODISTA DEL PERÚ (1971)

B. BALANCE DE LOS 30 AÑOS DE AUTONOMÍA

C. PERSPECTIVAS

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INTRODUCCIÓN

La Iglesia Metodista del Perú desde 1877 hasta fines del año 1969 dependía de la Misión de la Iglesia Metodista Unida de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta dependencia se traducía en lo doctrinal, misional, pastoral, estructural y económico. Durante ese tiempo la Obra en el Perú se desarrolló con esas características, a lo largo y ancho del país.

En América Latina, durante la década del sesenta, surgieron movimientos nacionalistas que proclamaban la liberación de los pueblos del yugo norteamericano. Este sentir nacionalista no sólo estaba presente en los movimientos sociales y políticos del continente, sino también en el seno de las iglesias cristianas.

Nuestro país no fue ajeno a esa realidad continental. En 1968 hubo un golpe militar nacionalista que propugnaba una revolución socialista al estilo peruano, cuyo propósito era liberarse del dominio norteamericano. Para ello se generaron una serie de situaciones que facilitarían los cambios. Todo el país fue involucrado en este proceso revolucionario.

La Iglesia Metodista del Perú no fue ajena a esa circunstancia. Desde mucho tiempo atrás, ya se escuchaban voces desde el interior de la Iglesia por una independencia de la Misión Metodista Norteamericana. En 1969 se presenta un Proyecto para hacer de nuestra Iglesia, una iglesia autónoma afiliada. Los promotores y defensores de este Proyecto soñaban que dicha autonomía implicaba soberanía económica, administrativa y estructural, de la noche a la mañana.

Tal vez este hecho significó un triunfo para los gobernantes militares, ya que implicó la salida de muchos misioneros que ocupaban puestos claves en la vida de la Iglesia. La presencia de misioneros y misioneras en el país no era de buen agrado para ellos.

Después de haberse logrado la tan ansiada autonomía de la Iglesia Metodista del Perú con la iglesia madre de los Estados Unidos de Norteamérica en el año 1970, se realiza la II Asamblea General de la Iglesia Metodista del Perú luego de haber pasado un año del histórico acontecimiento. Es interesante descubrir que, en el lapso de un año de gestión autónoma, la situación de la Iglesia no es nada halagadora.

Los informes que a continuación vamos a revisar serán un testimonio real de cómo la utopía de la autonomía se convierte en crisis. Es bueno prestar atención a estos informes ya que han sido elaborados por personas consagradas al Señor y a su Obra.

A. II ASAMBLEA GENERAL DE LA IGLESIA METODISTA DEL PERÚ (1971)

1. Mensaje de Apertura (Rev. William Jones) Apocalipsis 3: 14-22:

- El propósito de la Asamblea es mirar hacia el futuro y señalar donde debe ir la Iglesia.

- Hay una reflexión crítica sobre la situación de la Iglesia, que consiste en lo siguiente:

a) Somos una iglesia vieja, que ha caído en el cinismo, la flojera, la tibieza, la falta de una vitalidad para crecer.

b) Somos un ejemplo ideal del "casi cristiano" de Wesley, un grupo de gente muy respetable, de clase media, edificios bonitos y costosos, un pastorado profesional, líderes intelectuales en el movimiento evangélico latinoamericano, laicos bien preparados que conocen su Biblia y en su teología son doctrinariamente correctos, poseemos una eficacia administrativa sin rival en la familia evangélica, etc.

Todo esto es pura forma, pero poco poder.

c) Estamos sufriendo "una crisis de autenticidad" debido a que muchas veces no actuamos en forma coherente y consecuente.

d) Frente a esta situación surge una pregunta:

¿Está la Iglesia Metodista destinada a desaparecer?

Para algunos hermanos de la Iglesia de Cerro de Pasco, y el propio Dr. José Miguez Bonino, tal vez sí. Las señales son evidentes:

- Somos una minoría decreciente dentro de una minoría.

- No estamos creciendo al ritmo del protestantismo en América Latina.

- Tenemos una crisis de identidad y misión.

- Con la autonomía tenemos la apariencia de algo nuevo, pero esto significa un tiempito más de vida, nada más.

- Los signos de vitalidad son pocos dentro de una situación cuya nota clave es su crisis.

e) Sin embargo, a pesar de toda crisis que atraviesa a la Iglesia Metodista del Perú, Dios nos está disciplinando y nos da una nueva oportunidad para seguir siendo su Iglesia. Su llamado es: "sé pues celoso y arrepiéntete" (Apocalipsis 3:19). Este arrepentimiento no es cuestión de una sola vez, al principio, sino un acto. Es el primer paso en la renovación que necesitamos.

f) El gran salto que debemos dar hacia el futuro en esta Asamblea -con nuestras metas de largo alcance- es de reconocer que la meta más importante es un avivamiento de la vida espiritual de la Iglesia, cuyo primer paso es un acto de arrepentimiento genuino.

2. Informe del Obispo Wenceslao Bahamonde

En términos generales el Obispo Bahamonde describe la crisis que está sufriendo la Iglesia Metodista del Perú. Esta situación se podría sintetizar de la siguiente manera:

a) Falta de fidelidad y obediencia a Cristo y a su Iglesia.

b) No hay programa nacional uniforme en cuanto a la Obra de la Iglesia. Cada distrito ha tenido que contemplar sus necesidades, recursos y oportunidades para formularse su propio plan de acción.

Se ha creado una Oficina Central de Programas y Ministerios, por coordinadores a nivel nacional (evangelización, vida espiritual, educación cristiana, misiones y extensión, instituciones educacionales, mayordomía y finanzas, desarrollo urbano y acción social, obra rural y desarrollo comunal, alfabetización y educación básica de adultos, literatura y relaciones públicas) cuya función es el asesoramiento general en cuanto a la formulación y coordinación de programas y ministerios.

c) Incertidumbre y confusión en la aplicación de las nuevas formas de gobierno, lo que no ha permitido desarrollar un plan bien concertado y agresivo de crecimiento y desarrollo.

d) Falta de recursos económicos para el sostenimiento del ministerio rentado y para la Obra en general (Programa, materiales y equipos, templos y casas pastorales, etc.).

e) La juventud no está recibiendo la debida atención de parte de los pastores y los mayores. No se les está dando el lugar que les corresponde en la vida y misión de la Iglesia.

Muchos de los anhelos, inquietudes y reclamos de nuestra juventud no se han atendido en un diálogo serio y continuado. Ello ha motivado el alejamiento de la juventud en la vida institucional de la Iglesia.

Finalmente, el Obispo Bahamonde señala que estamos pasando por una verdadera etapa de transición y que necesitamos de la buena voluntad, comprensión y paciencia de todos los miembros y dirigentes de nuestra Iglesia, y más que todo, necesitamos rendirnos incondicionalmente a nuestro Señor Jesucristo y a su Iglesia, en búsqueda sincera de nuestra renovación espiritual como individuos y como Iglesia. Reconociendo nuestros errores del pasado, despojándonos de ellos y de toda carga que nos impida el verdadero crecimiento; y extendiéndonos hacia lo que está adelante (Hebreos 12: 1b-2a).

3. Metas y Prioridades para la Década del 70

La Asamblea eligió la Comisión de Metas y Prioridades, compuesta por 15 personas, entre ellas, 4 presbíteros y 11 laicos, para elaborar una propuesta de trabajo.

El trabajo de esta Comisión se hizo por medio de una Mesa Redonda, con el pleno de la Asamblea, donde cada coordinador nacional exponía sus planes y propuestas, para luego dar lugar al diálogo y discusión.

En el considerando del Despacho de la Comisión se vuelve a tocar la situación de la crisis de la Iglesia Metodista del Perú y la necesidad del arrepentimiento sincero para poder seguir avanzando.

Es interesante destacar que tanto el Rev. Williams Jones, el Obispo Wenceslao Bahamonde y la Comisión, plantean que la salida de la crisis de nuestra Iglesia pasa por dos grandes momentos: volvernos al Señor (arrepentimiento) y un avivamiento espiritual (renovación).

La propuesta para la década del 70 contiene estos dos aspectos, los cuales se canalizarían a través de 8 áreas de la vida de la Iglesia:

1. Iglesia local: Es la primera prioridad.

2. Evangelismo: Según la tradición del Nuevo Testamento.

3. Misiones y Extensión de la Obra: Desarrollar una estrategia para la extensión y crecimiento de la Obra.

4. Educación Cristiana: Redefinición de la tarea docente en la Iglesia.

5. Acción Social: Crear conciencia en la membresía sobre su responsabilidad social. Evaluación de las obras sociales y revisión de los programas. Formular el Credo Social de la Iglesia Metodista del Perú.

6. Instituciones Educacionales: Redefinir las relaciones entre la misión de la Iglesia y las instituciones educacionales.

7. Publicaciones y Comunicaciones: Estimular la producción literaria y artística entre la membresía, mejorar las comunicaciones en cada iglesia local.

8. Mayordomía y Finanzas: Intensificar una campaña de mayordomía en las iglesias para procurar el autosostén.

Sería de suma importancia conocer el contenido de cada área establecida, para darnos cuenta cuáles eran las alternativas concretas y viables para salir de la crisis y que al término de la década se habría logrado el más caro sueño de la Autonomía::el autosostén de toda la Obra.

También es importante saber que para que se lograra este propósito, la Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida (USA) prometió apoyar a la Iglesia Metodista del Perú con fondos disponibles, los cuales se irían reduciendo durante la década de los años 70. Lamentablemente, estos fondos fueron cortados abruptamente por la Junta de Ministerios Globales en los dos primeros años de dicha década, agudizando con ello la crisis económica y financiera de la Iglesia. Se tuvo que cerrar iglesias, vender locales, despedir personal nacional, reducir el presupuesto para programas y sobrevivir con los escasos fondos a nivel nacional y algunos que llegaban de la Junta de Ministerios Globales.

B. BALANCE DE LOS 30 AÑOS DE AUTONOMÍA

Al término de la década de los años 70, la crisis de la Iglesia Metodista del Perú no había sido superada, por el contrario, se había agudizado más.

Existieron esfuerzos aislados por sacar a la Iglesia de su crisis. En lo evangelístico, se da énfasis a lo carismático. En la acción social, el trabajo es paternalista y asistencial, carente de un plan, de objetivos, funciones, metas y evaluación. La formación bíblico-teológica para pastores y laicos no tiene una respuesta masiva. Hay miembros de la iglesia, que tienen cargos, pero nunca hicieron su decisión de fe en Jesucristo. Peor aún, hay miembros de la iglesia que nunca fueron bautizados. En el aspecto misionero, se logra establecer en el año 1976 un proyecto en Cusco, lo que daría lugar a la formación del Distrito Sur Grande de habla quechua y aymara. Se nombra una Comisión Nacional de Vida y Misión de la Iglesia con el propósito de presentar una propuesta de trabajo, la cual nunca llegó a implementarse (en adelante se seguirán nombrándose nuevas comisiones con el mismo resultado).

Entre tumbos y tumbos, llega la década de los años 80, en la cual la crisis de la Iglesia Metodista del Perú es ya insoportable, surgen problemas en el ministerio ordenado, los laicos se suman al pleito. No hay un programa consistente para superar la crisis de la Iglesia. Abunda por doquier el discurso demagógico, el desorden y el caos eclesiástico. Se toma nota que se han utilizado fondos de proyectos designados de la Junta General de Ministerio, para cubrir gastos corrientes u otras necesidades del momento, llegando la cantidad a US$100,000.00, los cuales no han sido reintegrados. Esta situación agrava más la crisis económica de la Iglesia.

Se produce un alejamiento de la juventud en la vida de la Iglesia. Muchos se van a otras iglesias evangélicas.

En esta década la Iglesia Metodista del Perú realiza su XI Asamblea General Ordinaria y a mediados de esta década se crea la Comisión Nacional de Programa (CNP) con el fin de elaborar un Programa para la Vida y Misión de la Iglesia Metodista del Perú. Se crea también la Comunidad Bíblico-Teológica "Wenceslao Bahamonde" (CBT) como un intento de potencializar los estudios teológicos de los pastores y laicos.

En 1989 la Asamblea General Programática de la Iglesia Metodista del Perú se aprueba el PLAN GENERAL DE LA IGLESIA METODISTA DEL PERÚ para los años 1990-1995 sobre la base del Diagnóstico presentado por la Comisión Nacional de Programa (CNP). Además, se celebra un Pacto de Discipulado con la Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida (USA) para ser compañeros en la Misión.

Termina la década de los años 80 con un ambicioso Programa para la Iglesia que sería la solución para salvar a la Iglesia Metodista del Perú de su crisis espiritual e institucional.

Desgraciadamente, al comenzar la década de los años 90, la crisis que veníamos arrastrando y que en adelante será el gran déficit espiritual e institucional para las nuevas generaciones de creyentes, genera un período de oscurantismo teológico y eclesial en el seno de la Iglesia, el cual no se sabe cuándo terminará. Esta situación ha de ser la señal más evidente de la crisis de la Iglesia a fines del segundo milenio.

El balance de estos 30 años de "Autonomía" es bastante desolador y apocalíptico. Aún no hay señales de esperanza que nos puedan indicar que la situación actual de la Iglesia va a cambiar radicalmente.

Es bueno dar una mirada a nuestro alrededor para darnos cuenta dónde estamos y qué estamos haciendo por la Iglesia del Señor Jesucristo. Hoy en día la humanidad se prepara para afrontar el tercer milenio y para ello se ha venido preparando con muchos años de anterioridad; se espera recibir el próximo milenio con confianza y esperanza; hay una seguridad de que la ciencia ha de aportar las herramientas necesarias para mejorar la calidad de vida en todos los aspectos de la humanidad. ¿Y la Iglesia qué tiene para dar a esta humanidad que se afana por alcanzar la excelencia y la eficiencia en este mundo material? La ciencia ya ha evolucionado enormemente y nos presenta el desafío de la calidad total y la tecnología de punta. La economía de mercado está presente en casi todos los países el mundo. Las sociedades se preparan para recibir este milenio y para ello han generado la idea de la aldea global para superar cualquier impase que se presente en algún lugar del mundo. Las comunicaciones son más veloces y ya no hay secreto que ocultar. En nuestro país los pueblos han optado por un sistema de vida informal para superar la pobreza. Las iglesias evangélicas en América Latina han crecido una barbaridad. Finalmente, la Iglesia Católica ha reformulado su plan de evangelización. En el contexto de todo esto, vale preguntarse: ¿Y en qué está la Iglesia Metodista del Perú?

Dar una respuesta es tomar una actitud temeraria, ya que nuestra querida Iglesia Metodista del Perú ha quedado estancada en el tiempo y en el espacio. Otra vez se hace necesario mencionar los ejes que han de dar lugar al gran salto existencial de la Iglesia Metodista del Perú: arrepentimiento y avivamiento espiritual.

¿Cuál ha sido la causa de esta crisis? Sin duda que la respuesta es muy sencilla. No hemos aprendido la lección, se ha hecho oídos sordos a la llamada del Señor a través de todo el tiempo que existimos como Iglesia Metodista en el Perú. Se ha administrado la Iglesia del Señor tan igual como administramos nuestras casas, en desorden y pleitos, sin ningún objetivo real.

Es triste comprobar que seguimos empecinados en no cambiar esta situación. Como se ha dicho anteriormente, esta década actual nos sorprende con un gran programa y una nueva forma de organización eclesial, era un hálito de esperanza para unos cuantos. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Por qué seguimos sumergidos en medio de esta crisis?

Como al principio de los años 70, la desorientación, la incredulidad, el desgano por hacer algo nuevo y la envidia de un sector de la Iglesia, han bloqueado todo intento de cambios que permitan renovarla y hacerla más santa, justa y solidaria. Lo único que se ha logrado en la actualidad es aumentar el desaliento entre la membresía; generándose división entre pastores y laicos; utilizándose el chisme y las murmuraciones para desacreditar el uno al otro. Se pretende silenciar a quienes se opongan al gobierno eclesial de turno, por medio del hostigamiento, la marginación, el destierro, el rumor, juicios, etc. La mediocridad es el signo de esta nueva década.

Hay un hecho que nos permite aseverar que no hemos aprendido la lección. En el año 1993 se produjo una situación funesta, que llamó la atención a propios y extraños. Es el sonado "golpe episcopal" del Obispo Pablo Mamani, gestado con la ayuda de algunos malos pastores y laicos, que pretendieron tomar el control de la Iglesia por la violencia y no por la razón; destituyeron de sus cargos y nombramientos a quienes fueron democráticamente elegidos para tales funciones. Felizmente, la conciencia democrática de nuestras iglesias locales, de pastores y laicos fieles a Jesucristo, el Señor de la Iglesia, hicieron dar marcha atrás a los enemigos de la Iglesia Metodista del Perú. Para colmo de males, hasta ahora nadie da la cara por ese hecho funesto y vergonzoso y en una actitud cobarde dichos "asesores" del ex-obispo Mamani, le echan toda la culpa a él. Sin embargo, sabemos quiénes son y creemos que el Señor hará su juicio sobre ellos.

Hoy en día la Iglesia sigue inmersa en su crisis y no hay ninguna señal de cambios. El oscurantismo eclesiástico agobia a nuestra institución. Ha habido juicios en lo civil y en lo penal contra aquellos pastores y laicos que se propusieron cambiar radicalmente la situación actual de la Iglesia por algo nuevo y agradable al Señor. Gracias a Dios no prosperaron dichos juicios. Sin embargo, a pesar de esta nefasta experiencia, las autoridades de turno no han querido aprender la lección del pasado. Se busca "renovar" la Iglesia acudiendo a doctrinas humanas, las que estén más de moda y sean más rentables para algunos cuantos adeptos. Se pretende cambiar nuestra identidad metodista peruana por un plato de lentejas. Se cierran los espacios de reflexión teológica que no apoyen o respondan a sus intereses, buscando cualquier pretexto para ello. Se pretende silenciar cualquier voz profética en el seno de la Iglesia. Se hace abuso del poder para lograr este intento de renovación. Se viola la Constitución y Reglamento de la Iglesia Metodista del Perú. No se respetan los Derechos Humanos de los miembros y se disciplinan a pastores y laicos sin previo proceso judicial, tal como lo señala nuestra Constitución y Reglamento. Una vez más vale la pena hacer la pregunta: ¿Quiénes son los actuales "asesores" del Obispo?

Ante esta situación de crisis, de incertidumbre y angustia, una pregunta más nos surge en el camino: ¿Cuál es la herencia que estamos dejando a nuestros niños, jóvenes, hijos y nietos, como Iglesia?

C. PERSPECTIVAS

La Iglesia Metodista del Perú se estableció formalmente en nuestra patria en el año 1889 por la voluntad soberana de nuestro Señor Jesucristo; por lo tanto, la Iglesia es del Señor, es santa, eterna, y trascendente a la voluntad de cualquier ser humano.

A pesar de nuestras fallas humanas en la administración y gobierno del rebaño del Señor, él sigue añadiendo, por su gracia y misericordia, nuevos creyentes a su Iglesia, a través del mensaje salvífico del Evangelio, el cual es transmitido por una legión de siervos fieles y consagrados a Él.

La autonomía de la Iglesia Metodista del Perú es una decisión soberana e irrevocable de nuestro pueblo metodista. La misión de la Iglesia sigue vigente y ésta es su tarea permanente: seguir proclamando el mensaje redentor de nuestro Señor Jesucristo desde la teología wesleyana; en forma ecuménica; con un sentido de tolerancia y respeto mutuo; por último, generando la unidad dentro de la diversidad de pensamiento y prácticas. ¡Esa es nuestra identidad metodista peruana!

Hoy más que nunca, muchos niños, jóvenes de todas las edades y personas adultas de toda condición social y cultural, se acercan a nuestras iglesias locales en busca de la Palabra de Dios. Todo este contingente nuevo, representa una nueva generación y una nueva alternativa y esperanza para la vida de nuestra Iglesia. Asimismo, iglesias metodistas de otras latitudes han venido a nuestra patria con el propósito de acompañarnos en la misión.

Para poder lograr este propósito debemos trabajar con esta nueva generación y con las iglesias metodistas hermanas, desde una nueva perspectiva, que nos permita renovar las estructuras añejas de la institución; elevar el sentimiento alicaído de muchos miembros que viven aprisionados del recuerdo, y corregir los errores cometidos. La señal más contundente de que hemos iniciado un nuevo camino será la alegría de trabajar unidos en el rebaño del Señor. Contagiarnos de esa alegría que nos da el Señor, nos permitirá mirar más allá de toda crítica y habladurías improductivas.

Finalmente, debemos reconocer que nuestra Iglesia tendrá siempre un rol muy importante que cumplir en medio de nuestra sociedad sufriente, que necesita ser redimida por medio del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y por el poder del Espíritu Santo. Esto sólo podrá ser posible a través del testimonio de muchos fieles que sepan dar su vida por el Señor Jesucristo y su Iglesia. ¡Dios salve a nuestra Iglesia! Amén.

Callao, Diciembre de 1999


          


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