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Samuel Fielden, pastor metodista y mÁrtir por los derechos de los trabajadores

Adaptación por Amanda M. Bachus

En el siglo XIX, el metodista Samuel Fielden quedó grabado en la historia laboral cómo uno de los líderes del movimiento laboral al participar activamente en la lucha de los trabajadores por mejores condiciones salariales y de horario de trabajo en Chicago.

Samuel Fielden nació en Todmorden, Lancashire, Inglaterra. Su padre trabajaba en una fábrica de algodón, fue un trabajador y activista social en Inglaterra con el movimiento por un día laboral de 10 horas. Samuel Fielden se fue a trabajar a la edad de ocho años a las fábricas de algodón y quedó impresionado con las malas condiciones de trabajo. Emigró a los Estados Unidos después de haber alcanzado la mayoría de edad. En 1869, se trasladó a Chicago, donde laboró en varios trabajos. Estudió teología y se convirtió en un predicador laico de la Iglesia Metodista Episcopal. Aunque no se ordenó como presbítero, sirvió como pastor laico en varias congregaciones de trabajadores en el centro de Chicago.

Allí se unió a la causa, convirtiéndose en un miembro de la facción Grupo Americano de la Asociación Internacional de los trabajadores en 1884. Su participación se relaciona con la lucha de los trabajadores de Chicago para conseguir una jornada laboral de 8 horas. Fielden trabajaba activamente para el movimiento obrero. El 1° de mayo de 1886 miles de trabajadores se declararon en huelga para obtener este beneficio. Durante los días siguientes se sucedieron episodios de protesta represión y violencia. En uno de ellos un artefacto explosivo detonó entre los hombres de la policía matando a uno de ellos e hiriendo a otros. La policía abrió fuego sobre los obreros matando a un número indeterminado de ellos. Se declaró el estado de sitio y se produjeron decenas de arrestos y posteriores denuncias de tortura. 8 de ellos fueron sometidos a un juicio que la historia rápidamente calificó como una farsa.

LOS MÁRTIRES DE CHICAGO

Fielden se defendió con un extenso discurso que su parte final expresaba: “Yo amo a mis hermanos los trabajadores como a mí mismo. Yo odio la tiranía, la maldad y la injusticia. El siglo XIX comete el crimen de ahorcar a sus mejores amigos. Hoy el sol brilla para la humanidad; pero, puesto que para nosotros no puede iluminar más dichosos días, me considero feliz al morir, sobre todo si mi muerte puede adelantar un solo minuto la llegada del venturoso día en que aquel alumbre mejor para los trabajadores. Yo creo en que llegará un tiempo en que, sobre las ruinas de la corrupción, se levantará la venturosa mañana del mundo emancipado libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones…”

Fielden se convirtió en un orador frecuente y elocuente en la causa de los derechos laborales. Se casó en 1880 y tuvo dos hijos, el segundo de los cuales nació mientras él estaba en la cárcel. 

                                                 


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