PROPOSICION LACANEANA, una práctica de enseñanza

 

PROPOSICION LACANEANA

una práctica de enseñanza, une pratique d’enseignement.

Esta práctica de enseñanza comenzó en Buenos Aires en el año 1993 y a{un hoy, 2005, prosigue. El comienzo del recorrido fué causado por la búsqueda de interrogar y volver operatoria en la práctica analítica hoy la articulación complejo de edipo-complejo de castración.

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INTRODUCCIÓN

Ocuparse de la transmisión es una cuestión de escuela. La vigencia de las cuestiones que plantea nos lleva hoy a transcribir aquella convocatoria (POUBELLICATION n°4, octubre de 1993, pag. 10 y 11)que dió lugar a la actividad de enseñanza que llamamos PROPOSICION LACANEANA y que se desarrolla desde 1993. CONVOCATORIA Un trabajo sostenido desde el año 1988 entre diversos analistas sobre «cuestiones de escuela» ha dado lugar a distintas actividades: lectura de Seminarios, un espacio para pensar la singularidad de la clínica psicoanalítica,la publicación desde 1990 de Poubellication Lacaneana. Como otro de los efectos de ese trabajo hoy surge una convocatoria a una práctica de enseñanza que pretendemos construya un funcionamiento que tenga una relación de homología con la estructura del discurso que intentamos transmitir. La actividad comenzará el jueves 19 de agosto de 1993 a las 21 hs., en Pasaje Del Signo 4042. P.B. A,y tendrá una frecuencia semanal. Hay dos términos cuya articulación y diferencia sintetizan los dos niveles de cuestiones que pretendemos encarar a través de esta práctica: enseñanza y transmisión. Constatamos en Buenos Aires como el hecho más corriente que las prácticas de ensenanza en las instituciones psicoanalíticas comienzan o terminan adoptando un funcionamiento universitario. Nuestra apuesta es a otro modo de enseñanza, que contemple este espacio como un lugar donde poner a prueba si el discurso del psicoanálisis es capaz o no de producir otro tipo de lazo social. Este lazo implica una particular estructura del saber, solidaria de determinada estructura del sujeto. Es preciso construir entonces un funcionamiento acorde a ello así como un recorrido, esto es, un orden de cuestiones. No un programa. Entendemos que en el discurso del psicoanálisis se trata de otra cosa que de conceptos, más bien se trata de los trayectos de construcción de los pretendidos conceptos fundamentales del psicoanálisis. Es decir que hay allí un aspecto de construcción que es fundamental para la ensenanza. El orden de cuestiones debiera transmitir los medios de producción de una lectura. No se trata tanto de enseñar lo que leemos en Freud y en Lacan como de volverse sobre los medios de producción de tal lectura que son los que determinan desde dónde leemos. Esa posición respecto a Freud y a Lacan define la relación en la que quedamos respecto del discurso del psicoanálisis. Uno de los problemas centrales de esa practica es que supone la generación de un saber, cuya estructura está determinada por el modo de producirlo. Esta actividad hará lugar a distintas posiciones, a diferentes implicaciones, pero apuntamos a que estas diferencias no borren el hecho de que todos estamos en posición de "hijos del discurso". Apostamos a que este punto de Identidad respecto del discurso se verifique en multiples lugares: funcionamiento, orden de cuestiones y en el sostenimiento económico de esta práctica, que involucrará a todos los que participemos en ella. La reunión que a continuación transcribimos nos pareció representativa de nuestro intento de construcción de un funcionamiento, es decir, de poner un problema a consideración y mediante la lectura y la discusión abordar en conjunto las perplejidades del objeto por el que estamos concernidos. Las reuniones de Proposición Lacaneana se realizan semanalmente los jueves a las 21 hs. en Soler 4417, Buenos Aires, y participamos de ella, durante 1997, las siguientes personas. Susana Alvarez Viviana Aziz Laura Cabrera Susana Cerallo Claudia Cotule Mario Estrada Liliana Ferrari Viviana Gonzalez Marta Iturriza Adrián Ortiz Miriam Pedernera Patricia Suarez Marcela Szczupak Por informaciones sobre Proposicion Lacaneana llamar al: 961-1860; 961-4772; 774-5185

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PROPOSICION LACANEANA

Reunión Nº 103: 12/9/96

(Reunión reescrita para su poubellication por Claudia Cotule, Mario Estrada, Adrian Ortiz y Marcela Szczupak.)

 

Adrián Ortiz

Le decía a Mario Estrada que podríamos comenzar comentando la conversación que tuvimos a raíz de las cuestiones sobre las cuáles íbamos a hablar hoy, ustedes dirán si pudimos reconstruirla.

Mario Estrada

Por ahí tendríamos que contar en principio cómo surgió esto. Surgió hace ya un tiempo cuando apareció cierta ambigüedad, dificultad o problemática respecto al estatuto del objeto y el fantasma en relación a lo que leíamos en el Seminario "El deseo y su interpretación". Creo que ahí surgió un poco el cuestionamiento, ya que si bien en ningún momento pensábamos que el estatuto del objeto no fuera real, ésto nos causaba algún problema.

Eda Kibrik

¿Podés aclarar esto último, qué pensabas sobre el estatuto del objeto?

M. Estrada

El estatuto del objeto tiene que ver fundamentalmente con el resto en una operación de estructura; mientras que aquí, en el Seminario "El deseo y su interpretación", aparecía como imaginario, como si el fantasma tuviera estatuto imaginario. Entonces ante el desmembramiento del fantasma se tomaria prestado algo de lo imaginario para salvar esa situación. Esto es lo que nos genera la inquietud de empezar a ver un poco más esta cuestión. No sé si está bien planteado el tema.

  1. Ortiz

Cuando vos mencionabas lo real en relación al objeto, recordé que durante la conversación habías planteado que aparecía claro que Lacan planteaba el estatuto imaginario del objeto y del fantasma. Y que después, hacías referencia al Seminario RSI y a otros lugares donde Lacan empieza a poner al objeto a en relación a los otros registros, no solamente al registro imaginario. Cito las últimas cuatro líneas de la reunión 71 de Proposición Lacaneana, del 28/09/1995, en la página 10: Lo que me interesaba también discutir, para que pongamos atención a eso, la insistencia de Lacan en que el fantasma es del orden de lo imaginario. Este es un problema en la obra de Lacan, el hecho de concebir al a como imaginario, es lo que lleva a la confusión entre el a y el falo. Esa es una de las cosas que se constituyen en obstáculo para pensar la diferencia entre falo y objeto. Pero Lacan continuamente remarca la supuesta característica o propiedad imaginaria del fantasma.¿Cuáles son los elementos que a este nivel nos pueden permitir poner en cuestión estas afirmaciones? Hicimos una pausa y luego decíamos: Algo que hablábamos recién (en el intermedio) con Mario Estrada, ¿qué estatuto darle al fantasma? En la obra de Lacan, en la mayoría de los lugares, el fantasma aparece como imaginario. Esto lo repite aquí al decir que el fantasma es el soporte, el sustrato imaginario, de algo que se llama, propiamente hablando, el deseo. Un punto a interrogar es esta diferencia, esta no identidad del fantasma con el orden de lo imaginario. Creo que hay que probar y poder formular la diferencia. Ese era, me pareció, el punto, sobre el cual venimos discutiendo. Veamos lo que decía Lacan en la reunión del 15 de abril de 1959 del Seminario de "El deseo y su interpretación": Vamos a ver de momento simplemente, lo que quiere decir y cómo funciona en la tragedia shakesperiana lo que llamé el momento de enloquecimiento (perturbación) del deseo en Hamlet. Por lo tanto, es a ese reglaje (regulación) imaginario que conviene referirlo. Ofelia, en esa referencia, se sitúa a nivel de la letra a. La letra a en tanto que inscripta en esta simbolización de un fantasma. El fantasma haciendo de soporte, de sustrato imaginario de algo que se llama, hablando propiamente, el deseo... Es lo que había citado Mario Estrada, es la primera de las cuestiones. Luego dice: Es en este sentido y por tanto que esta fórmula que el objeto del fantasma es esta alteridad imaginaria y pathos por donde un otro ponga en lugar de esto de lo que el sujeto está privado simbólicamente. Ustedes lo ven bien, en esta dirección que este objeto imaginario se encuentra, de alguna manera, en posición de condensar sobre él lo que se pueden llamar las virtudes del ser...

M. Estrada

Cuando habla de las virtudes del ser, se refiere a lo real.

  1. Ortiz

Hay una oposición entre el ser y lo real, pero el problema es el estatuto de ese real en ese momento, no es lo real como registro, me parece. En otro momento dice: Ahora tratemos de servirnos de esta relación $ en presencia del a , que es para nosotros el soporte fantasmático del deseo. Es preciso que lo articulemos netamente; porque este a ,como este otro imaginario, ¿qué es lo que quiere decir? Luego: Lo que no está ligado, como algunos han creído, a toda suerte de irrupciones del inconsciente... En relación a lo que le pasa a Hamlet, y a la cuestión del Unheimlich, de lo siniestro en Freud, dice: Esto está ligado a una suerte de desequilibrio que se produce en el fantasma, y en tanto que el fantasma, franqueando los límites que le son de entrada asignados, se descompone y viene a reencontrar esto por lo cual o esto en lo cual él engancha la imagen del otro. ¿Ven que hay ahí otra vez referencia a la descomposición del fantasma con la vuelta del a sobre la imagen del otro?. Siguiendo con ésto: Ahora bien, lo que se produce en ese momento, en el momento en que Hamlet humilla y calumnia a Ofelia, en esta destrucción o pérdida del objeto,éste es reintegrado en su cuadro narcisístico.

M. Estrada

Retoma el nivel imaginario del caso.

  1. Ortiz

En este razonamiento la descomposición del fantasma hace que el objeto supuestamente se reintegre al lugar desde donde sale, el cuadro narcisístico, la referencia al otro. Antes dice: Ocurre, por tanto, que algo vacila en el fantasma. Esto hace aparecer sus componentes, les hace aparecer y recibir de algo que se manifiesta en estos síntomas que llamamos experiencia de despersonalización, y que es ésto por lo cual los límites imaginarios entre el sujeto y el objeto tienden a cambiar, en el sentido propio del término, el orden de lo que se llama fantasmático. Es muy propiamente cuando algo en la estructura imaginaria del fantasma encuentra en ese reencuentro que se comunica con lo que viene mucho más fácilmente a nivel del mensaje, a saber, esto que está abajo, en este punto que es la imagen del otro en tanto que imagen del otro que es mi propio yo. La descomposición, la ruptura del fantasma tiende a hacer aparecer al objeto reintegrado al lugar de donde supuestamente surge. ¿De dónde surge, según Lacan? En referencia al lugar del otro, a la imagen, al otro imaginario, etc,etc.

Claudia Cotule

Algo así como que el fantasma se constituye con este objeto a que parecería que a esta altura está en relación al otro imaginario, y que la descomposición del fantasma reintegra este a, como lo plantea Lacan en este momento como si fuera un ida y vuelta de un piso al otro del grafo.

M. Estrada

Es un problema, es todo un problema, porque a veces no es precisamente así.

C. Cotule

Claro, ¿cómo se transformaría?. Tendría que haber una transformación de este otro imaginario en objeto a.

M. Estrada

Ahí él juega con los registros, y ésto está analizado sobre el grafo. Lacan habla de una homología del piso superior con el piso inferior, en la parte que sería el espacio de la verdad con el espacio del engaño. En algún momento juega con una cierta bisagra donde se superponen el lugar del fantasma con el lugar del moi. [agregar esquema hecho por Mario, reunión 104, pag. 4]

C.Cotule

¿Era éste el que habías hecho vos?

M. Estrada

Exactamente, en algún momento lo hice acá. Al nivel del enunciado, ahí se produciría una bisagra donde vamos a ver cómo se superponen el fantasma con el moi. Esto me parecía que era un problema. No estoy tan seguro de que sea así. Me resulta problemático pensarlo de una manera tan lineal, porque podríamos pensar que cuando hablamos del i(a), ese a, ¿dónde se soporta si no se soporta en una falta, si no se soporta en el a? ¿Qué es lo que está entre paréntesis ahí? Es el a. Con lo cual, en algún momento, Lacan analiza esta cuestión por el lado de las vestiduras de la imagen, pero en ningún momento desaparece eso que causa, el a.

  1. Ortiz

A la cuestión de las vestiduras y el a me parece que uno podría tomarlo por ejemplo a nivel de "Encore", pero lo que me interesaba marcar es que en este Seminario, como uno puede verlo a lo largo de los "Escritos", para Lacan no hay ninguna duda que el fantasma y el objeto son imaginarios. Nosotros hemos marcado que concebir al objeto y al fantasma como imaginarios tiene el problema que ésto inmediatamente subsume al objeto a con el falo. Ahora bien, la fusión, la no diferenciación, la imposibilidad de operar con el objeto, diferenciándolo con lo que es del orden del falo, proviene del problema que supone plantear que el fantasma es "el soporte, el sustrato imaginario de algo que se llama, hablando propiamente, el deseo". Inclusive, ¿cómo piensa Lacan con eso la desarticulación del primer momento del fantasma?. Porque hace como si la desarticulación implicara que sujeto y objeto volvieran a sus respectivos lugares. Entonces el objeto parece pasar justamente al piso inferior, que es de donde, según todo el razonamiento proviene. Lacan dice que en la descomposición el objeto es reintegrado a su cuadro narcisístico. El cuadro narcisístico es éste,el piso inferior del grafo. Pensamos que en la obra de Lacan hay una transformación y junto con ella se transforma el estatuto del objeto también, en cuanto a un estatuto exclusivamente imaginario. Creo que el aporte fundamental del Seminario de Jacques-Alain Miller "Síntoma y fantasma y retorno" es que hace un recorrido por los Escritos y muestra quince o veinte lugares donde Lacan opone la ruptura, desaparición, destrucción del objeto al significante. Lacan está pensando que el objeto y el fantasma son imaginarios, y en ese momento de primacía de lo simbólico, lo simbólico es el significante. El objeto es imaginario, el significante simbólico. Va a llevarle toda una vuelta, que en un momento pasa por plantearlo como real, decir que el objeto no es ni real, ni simbólico, ni imaginario, sino aquello que permite y se ubica en la articulación de los tres registros. En este momento tenemos un problema en la lectura. ¿Cómo distinguir el estatuto no imaginario del objeto, cómo se cierne, cómo se acota y cómo se opera con esta cuestión en un análisis?.

M. Estrada

En relación con ésto, evidentemente son múltiples las puntuaciones que se pueden hacer. Todo el Seminario sugiere la cuestión del sustrato imaginario. El tema sería ver cómo operar con ésto en un análisis. Se supone que cuando Lacan presentó el grafo, algo de este orden estaba en juego. Me resulta problemático pensar que este planteo que hace Lacan en el Seminario "El deseo y su interpretación" sea un planteo imaginario, al estilo de "El estadio del espejo", es decir, un análisis hecho sólo a partir de lo imaginario. Vos decías recién ¿cómo operar con eso? Se me ocurre: cuando viene un paciente a análisis, ¿cómo se opera con eso? ¿cómo operar con ésto que aparece en el discurso del paciente? ¿qué es lo que sucede ahí? ¿a qué desmembramiento se refiere en este tercer nivel del grafo, cuando habla del desmembramiento del fantasma, cuando un paciente se encuentra en análisis? Se me ocurre poder pensarlo desde ese punto.

  1. Ortiz

Me parece que hay que pensarlo en esta dirección que vos planteabas. Pensarlo en relación con la dirección de un análisis y ver si ésto es lo que se verifica, por ejemplo, en la lectura de Hamlet.

C. Cotule

Pero Adrián, cuando vos planteás ésto de verificarlo en un análisis, ¿a qué te referís? ¿a como lo pensaba Lacan en ese momento, es decir, al estatuto imaginario del fantasma o a esta otra forma de pensar el fantasma en un análisis?.

  1. Ortiz

Hay muchos momentos en este Seminario donde Lacan afirma el estatuto imaginario del objeto. Al mismo tiempo, no es lo único que hay, porque evidentemente hay momentos donde se insinúa otra forma de pensar al objeto. Pero, de cualquier manera, el fantasma siempre le termina quedando como sustrato imaginario y el objeto metido en un cuadro narcisístico. Uno ve que ese modo no alcanza para leer Hamlet, tampoco para operar en un análisis, entonces, ¿de qué otro modo podría uno plantearlo? De estas reuniones extrajimos una especie de paradigma: hay una insistencia de la topología de la esfera. Esa topología plantea a Hamlet como conteniendo un secreto, que hay que sacarle, descubrirlo. Uno puede encarar un análisis con la idea que el deseo del sujeto es una especie de secreto que el mismo contiene y que se trata de ver cómo extraerlo, cómo sacárselo. Ese es uno de los modos en los que se puede entender Hamlet. Esa es una forma de encararlo. Esa es una topología de la esfera, algo que contiene. Es la imagen de Sócrates, como el Sileno que contiene las figuritas. Eso supone un afuera y un adentro. Como si el inconsciente fuera algo que está adentro y que hay que tratar de encontrarlo, despejarlo o extraerlo. Pensaba en el artículo de Lacan "Intervenciones sobre la transferencia", donde habla de Dora. Ahí se plantea un primer momento de un análisis en relación a este movimiento que hace Freud respecto de Dora: ésta viene diciendo que todo lo que le pasa tiene que ver con las maniobras y manipulaciones del padre, a las que se ha visto sometida. Freud ubica al problema en el marco de una construcción en la cual Dora es uno de sus términos. ¿Cuál es la topología que supone el relato de un analizante que se ubica como "víctima" del destino, de los padres, del marido, etc,etc, como víctima de una manipulación del otro?. Freud coloca al sujeto como parte de la construcción de aquello de lo que se queja. Ya ahí hay una ruptura del adentro-afuera o el verse como objeto de una manipulación. En un análisis los relatos ubican un problema: el sujeto viene a quejarse de haber sido afectado por algo que le ha ocurrido en la realidad de la relación con alguien, en determinada época,etc,etc. La intervención analítica intenta producir una especie de vaciamiento de la apoyatura en la realidad de una determinada escena;.de aquello que tiene función de causa de lo que aqueja al sujeto. Son estos dos niveles los que nosotros tratamos de diferenciar: una referencia imaginaria y otra que no lo es, de la que por momentos nos cuesta ubicar el registro. El primer paso en relación a tal diferenciación trata de mostrar la imposibilidad de reducir el objeto a un registro imaginario, para poder articularlo en su verdadero estatuto.

M. Estrada

Sigo pensando en el grafo, en su piso superior. Se me ocurría ubicar ahí, en este lugar, en el lugar de la demanda, al Sujeto Supuesto Saber. Cuando un paciente viene, algo demanda, supone al analista algo del orden del saber, quiere saber. En este momento del querer saber, la respuesta ¿no tiene que ver con el desmembramiento del fantasma?.

C. Cotule

No entendí esto de la respuesta, ¿Se trata de la respuesta del analista?

M. Estrada

Exactamente. Es decir, si la respuesta a esta demanda de saber del paciente no produce precisamente algo del orden del desmembramiento del fantasma.

Marta Iturriza

Como efecto de una operación analítica.

M. Estrada

Claro.

M. Iturriza

Pero entonces no es efecto de la demanda en sí misma, sino de la intervención del analista.

M. Estrada

¿Por qué decís que no es efecto de la demanda?

M. Iturriza

Porque me daba la impresión que vos decías que era como que la demanda misma producía ésto.

C. Cotule:

Vos partías de la idea de que el analizante llega porque hay algo que no sabe y quiere saber.

M. Estrada

Sí y hay un lugar de saber.

C. Cotule

Hay un lugar de saber. Vos estás planteando una situación tipo y decís que ya en esta misma situación de llegar preguntándose o saber que el saber falta...

M. Estrada

El paciente supone un saber, mientras se sostenga esa transferencia. Esto puede ser algo propiciatorio o puede ser un obstáculo. Y en eso me parece que se va jugando el fantasma a través de todo el análisis. Lo pensaba en estos términos. Ahora digo: ¿por qué no lo imaginario?

  1. Ortiz

Mario Estrada dice: "¿por qué no lo imaginario?", no es que no lo imaginario, sino el problema es que no es sólo imaginario y no es fundamentalmente imaginario. Por supuesto que el fantasma siempre tiene una dimensión o una articulación a lo imaginario. Pero el problema es que el fantasma excede lo imaginario. Su determinación le viene desde otra parte.

M. Estrada:

Por eso ésto sigue haciendo problema que al fantasma, en "El deseo y su interpretación", se le de sólo un estatuto imaginario.

  1. Ortiz: Respecto al libro de Jean Allouch "La lógica del duelo en los tiempos de la muerte seca", decíamos que también ahí se sigue planteando esta concepción del objeto y el fantasma como imaginarios. La articulación del fantasma que él ubica en relación a la escena que ocurre en el cementerio con Laertes, es analizada como si Laertes fuera ahí ese otro imaginario que permite, como soporte, la construcción del fantasma.

M. Estrada: Permite la aparición del objeto del deseo. Pérdida de Ofelia como falo.

  1. Ortiz: El hecho de que Laertes se ofrezca allí como soporte, como otro imaginario, sería lo que permitiría la articulación del fantasma.

M. Iturriza: Pero, ¿no se podría pensar que Laertes ahí es un soporte?, y en ese sentido cumple la función de un otro semejante en relación al cual se recorta un objeto que es de otro orden.

M. Estrada: Creo que la concepción que tiene Jean Allouch, la que comentábamos recién, es la de este objeto, este semejante, este objeto del orden de lo imaginario, pero que se soporta en un vacío, que se soporta en el objeto de deseo, en el objeto-causa, en el a.

  1. Ortiz: Es posible pensarlo como Marta Iturriza y Mario Estrada lo plantean. Esto tiene una importancia clínica fundamental. Pero es diferente de la idea que me hago de esta cuestión clínica.

M. Estrada: ¿Por qué no la decís?

Ortiz: Ubiquemos en el grafo completo [esquema] el lugar de la demanda, el lugar de la falta en el Otro, S(Atachada), el fantasma, $ à a, el significado del Otro, s(A), y el Otro, A. ¿Cómo lo interpreta Lacan y cómo lo sigue Jean Allouch al pie de la letra en eso? Lacan dice que en el comienzo de Hamlet hay un desmembramiento del fantasma. Al desmembramiento hay que interpretarlo como que el a se va para al piso de abajo, reintegrándose a lo que llama el cuadro narcisístico; mientras el Sujeto va para arriba en dirección a S(Atachada). Entonces, simplificando el modo en que Jean Allouch lo plantea, si en la escena del cementerio hay una rearticulación del fantasma es porque Laertes...

M. Estrada: Pero pará, cuando él dice que se produce este desmembramiento, acá, en el lugar del a, queda el falo.

Ortiz: Sí, ya sé, pero él dice primero es el desmembramiento, la fórmula del fantasma $ à a se parte y cada uno de sus términos se va por su lado. A esa desarticulación le seguiría una sustitución del a por el falo, y en la escena del cementerio se produciría la rearticulación del fantasma: 1 - <-------- $  a -------->2 - $   3 - $  a Entonces, ¿cómo se produce la rearticulación del fantasma para Jean Allouch? Por la vía de Laertes ofreciéndose como un otro imaginario, como el soporte con el cual Hamlet puede rearticular el fantasma. Esta forma de concebirlo necesita entonces de un otro imaginario que funcione como soporte, en el cual se apoya el objeto. Le suministra una imagen, la imagen del otro semejante, sobre la cual se puede reconstruir el fantasma. Todo eso supone que Laertes está como otro imaginario que suministra una imagen.

M. Estrada: Esto tiene mucho parecido con la cuestión del aserto del tiempo lógico, yo soy blanco en relación a esos otros dos.

Ortiz: Se podría pensar así. Pero ¿qué consecuencias clínicas tendría pensarlo de ese modo?. Al pensar al analista como soporte del a, ¿no se lo pensaría como suministrando una imagen que soporta al objeto con el cual el sujeto construiría el fantasma?

Marta Iturriza: ¿Y por qué no?

M. Estrada: ¿Y por qué no? ¿No cae como a, no es la función del analista caer como a? Lo que ocurre es que ese caer como a implica conectar al sujeto con el deseo. Es decir, lo que hace Laertes, en última instancia, es conectar a Hamlet con su deseo. Hamlet dice: "No, vos no sos el que la quiere, soy yo el que la quiere, yo la amo a Ofelia". Ahí aparece deseante, estableciéndose así la conexión con el objeto.

Ortiz: Sí, esa es la manera en que concibe Lacan la cuestión y que es retomada por Allouch.

M. Estrada: Un análisis, ¿no tiene que ver con ésto, precisamente?

  1. Ortiz: No sólo con ésto.
  2. Cotule: Claro, porque ahí aparecería el analista en el lugar de Laertes.
  1. Ortiz: Esa concepción del fantasma da una determinada operatoria.

E. Kibrik: ¿Qué operatoria?

A.Ortiz: La manera como se articula el fantasma en Hamlet, da una forma de intervenir en el análisis y de concebir la función del analista. Porque el analista, entonces, estaría en el lugar de un otro imaginario que da pie para soportar el objeto, constituyéndose en ese apoyo que Laertes presta a Hamlet.

M. Iturriza: Pero si uno piensa que la operatoria analítica no se reduce a una cuestión imaginaria, ¿cuál sería el problema de que el analista intervenga también en lo imaginario? ¿La transferencia no lo toma en relación a todos los registros?

  1. Ortiz: Pero eso no está en cuestión.

M. Iturriza: ¿Cuál es el problema de que el analista haga de soporte en lo imaginario para que se pongan en juego los otros registros también y al mismo tiempo?

Ortiz: No hay ninguna objeción a eso. El problema es que si uno concibe de esta manera Hamlet, concibe de una determinada manera la operatoria analítica. Lo que digo es que a ésto es posible contraponerle otra concepción. En la concepción de Lacan/Allouch parece que entre Laertes y Hamlet hay una tensión especular narcisística que sería condición de la articulación del fantasma, con lo cual el objeto parece construido en una relación directa con la imagen del semejante, con la imagen especular. No es que el analista nunca pase por ese lugar, el problema es si eso es lo que está fundamentalmente en juego en el análisis, en la escena del cementerio, si esa es la vía para la articulación del fantasma o no. En su lugar propongo ésto: cuando Hamlet le dice a Laertes: "Yo seré tu foil", Laertes queda en el lugar de la joya y Hamlet en el de cofre, estuche, o también paño sobre el cual aquel se recorta. Pero ven que ésto supone una transformación absoluta, porque la relación entre el cofre, el paño, o el estuche sobre el cual descansa la joya, no tiene nada que ver con la relación entre la imagen y su imagen especular. No hay un espejo allí. Entonces, ¿qué función cumple Laertes respecto de Hamlet en esta forma de pensar? No hay sólo relación de tensión especular o narcisística. Entonces, caramba, si uno lo piensa en este sentido, si ésta es la condición de la articulación del fantasma, entonces éste no se construye fundamentalmente en una referencia a la imagen narcisística o especular. Si el analista y el analizante se encuentran en esta relación del paño a la joya, entonces el fantasma no toma apoyo, fundamentalmente, en la imagen especular. Y es la condición de todo el aparato de las imágenes, de todo el juego de espejos y de imágenes.

C.Cotule: No podría haber este juego de imágenes sin esta condición, ¿es esto lo que vos decís?

Ortiz: Sí, eso es lo que digo. No es algo que esté totalmente completo pero es algo así: si uno imaginara un guante al que pudiera cortar en dos, si le pudiera hacer un corte sagital tal vez uno podría decir que el analizante, su relato, representaría una de las caras del guante. El problema es que este guante tiene un anverso y un reverso implica una asimetría. El analista funciona no como imagen especular sino como el reverso del guante. Pero esa es otra operatoria que la que Lacan toma como referencia fundamental de todo su desarrollo: la imagen y el espejo. El espejo suministra al sujeto una imagen especular, en relación a la cual el sujeto se constituye como alienado. Pero si uno piensa que el analista se deja tomar como paño donde el otro resalta; éste resaltar de la joya, si bien tiene toda una serie de resonancias, de brillos imaginarios, etc., es radicalmente diferente de la relación de la imagen con su imagen especular. No hay alienación entre la joya y el paño. Hay la relación que hay entre el anverso y el reverso del guante. Entonces a la escena del cementerio hay que analizarla de otro modo, lo mismo que a la escena del duelo. Esta tiene componentes de disputa imaginaria, narcisística entre Laertes y Hamlet, pero no es eso. Le dicen a Hamlet "Laertes tiene tales habilidades" pero cuando Hamlet responde "Sí, yo sé que tiene cualidades muy grandes, que yo, frente a él, no le llego...". Lo que está respondiendo es: "Sí, pero no es eso". No es tensión especular lo que se juega fundamentalmente en lo que articula a Laertes con Hamlet. Cuando Hamlet dice: "Yo seré tu foil", dice que no es un rival. Con la imagen del espejo uno se puede pelear ¿pero cómo imaginar un combate, una tensión con aquello que no se ofrece sino para hacernos resaltar?. Cuando en el análisis el sujeto busca enfrentarse, cuando busca una tensión imaginaria con el otro, lo que le debería venir del lugar del Otro, es algo que funcionecomo una especie de caverna donde resuena el eco de su palabra. Estaba pensando en ciertas escenas típicas que se producen entre analista y analizante: éste dice: "Usted dijo tal cosa, y yo digo tal otra". ¿Cómo hacer para resonar el eco de la palabra del otro?. Porque si lo que el otro escucha lo lleva a hacer esa diferencia: "Usted dice tal cosa, pero yo digo tal otra", aparece una diferencia, el analizante ubica lo que dice él y lo que está diciendo el otro. Cuando las cosas se ubican de este modo algo está mal situado (puede ser un momento del análisis, puede ser una particularidad). Esto se nota a veces cuando el analista al intervenir sobre lo que dice el analizante usa otra palabra, entonces le dicen: "No, esta palabra la dijo usted". No es que uno tenga siempre que decir la palabra que dijo el analizante, pero es como que se parece más a eso el funcionar como eco de la palabra de otro. Se es foil pero a nivel de la palabra, no de la imagen. Es otra forma de operar. Otra forma de esperarlo al analizante, que supone otra concepción del fantasma.

Marcela Szczupak: Pensaba en esa escena que planteaste "Yo seré tu foil", ¿estaría sólo esa dimensión o también la de la tensión, la de las imágenes?

Ortiz: Están las dos. En el duelo y en el cementerio aparece distinguido o relevada la competencia. Es lo que le dice el noble Osri: "Che, ¿viste lo que dice el rey, las apuestas que se cruzan?". Al aparecer destacado ese nivel de la cuestión pasa en silencio el otro.

M. Estrada: De cualquier manera vos le estás dando primacía a la escena del cementerio, a la cuestión planteada con Laertes, y no a la muerte de Ofelia. Porque ésta es otra cuestión, la muerte de Ofelia implica precisamente uno de los objetivos de Hamlet; en algún momento se dijo que el objetivo de Hamlet no es matar a Claudio, sino a Ofelia, en esto que se plantea como la muerte del falo. Y no sería lo mismo poner el acento en esto de ser el paño de Laertes. Se me ocurre que hay una diferencia.

Ortiz: Esta situación ocurre paralelamente a lo que se nombra como la muerte de Ofelia.Lacan dice en cierto momento que la muerte de Ofelia es la condición de la articulación del a, del fantasma. Freud dice en "La negación", Die Verneinung, que la condición de la función objeto perdido es que el objeto que dio satisfacción en la realidad caiga, haya desaparecido. La instalación de la dimensión del objeto supone el vaciamiento de la relación a un objeto de la realidad. En el momento de la articulación de la función objeto perdido, cae el objeto de la realidad, el objeto de amor. Que se eleva a la categoría de objeto en el momento de su muerte, pero esta muerte aparece ligada estructuralmente a la posibilidad de esta operación.

CCotule: Puede ubicarse en ese lugar de foil. Pensaba que no se puede articular como objeto si no hay este paño donde apoyarse. Como si fuera todo en un mismo movimiento, como si fuera necesario esa muerte para producir la articulación.

Ortiz: A la muerte de Ofelia hay que pensarla en paralelo a esos momentos en que el analizante que viene con una historia edípica construída pasa en un momento dado a ubicar algo de lo que son sus marcas, lo que lo define como lo que es, en relación a la función paterna o materna, pero al mismo tiempo no es eso. O sea, hay un momento nítido en los análisis donde alguien dice: "Bueno, sí, esto tiene que ver con eso, pero al mismo tiempo no era él, no era ella, no es eso". La función del objeto se desprende entonces de todo apoyo imaginario en cualquier relación de objeto de la realidad.

M. Iturriza: Se distingue, se diferencia, pero esa diferenciación es un trabajo del analista.

AOrtiz: Sí, es efecto del trabajo analítico. Me parece que todavía hay bastante que hablar sobre este tema. Podemos reunirnos nuevamente y redondear algo más sobre esto.

M. Estrada: Estoy de acuerdo. Revisar un poco lo que vimos y reformular otras cosas. En "La teoría del yo en la obra de J. Lacan" (ficha de Editorial Manantial que apareció junto con unas conferencias de Jacques-Alain Miller sobre síntoma y fantasma) Diana Rabinovich, hablando de "La Subversión del sujeto" dice: "...de allí que en el texto mismo de ‘La Subversión del sujeto’ Lacan haga una afirmación que sin esta aclaración resulta enigmática, cuando luego de plantear que el rasgo común de los objetos a, es su falta de imagen especular." Dice que esto les permite ser el paño o el doblez, sin ser, empero, el revés del sujeto que se toma por el sujeto mismo de la conciencia. ¿Está pensado un poco ésto como vos decías?. El sujeto de la conciencia aparece sostenido por el objeto a en tanto tal. Ese sujeto, cuyo paño es el objeto a, ese sujeto que dice Lacan, no es otra cosa más que un tal objeto. El objeto está más allá del narcisismo y que no sólo es objeto causa del deseo, sino también plus de gozar.

  1. Ortiz: La cuestión fundamental es la no especularidad.

M. Estrada: No es que no esté funcionando esta cuestión imaginaria, sino que fundamentalmente no se trata de especularidad.

A.Ortiz: Hay momentos en que se produce un corte neto. El problema es que normalmente la especularidad recubre la dimensión del objeto.

M. Estrada: Eso es lo que estábamos cuestionando.

Adrian Ortiz

Hay un momento en la conducción de un análisis, lo que también se puede ver en el desarrollo de Hamlet, en que se produce un corte que permite una diferenciación neta de una dimensión y otra, ahí se ve que la determinación es inversa a como aparece.

M. Estrada

Podríamos dejar aquí y seguir la próxima.

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